martes, 24 de septiembre de 2013

Radiografía a un equipo


Los resultados obtenidos en el Pre-Mundial de Caracas donde se logró el pase a la máxima competición de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) puede ser considerado como un verdadero logro para la disciplina en República Dominicana; hubo de esperar 36 años para conocer que se regresaba a la cita mundialista, y en el medio un mar de decepciones; triunfos oportunos que se perdieron ante los cotidianos reveses, sinsabores, intrigas, ineficiencias locales y una que otra decisión no favorable de algún arbitro o alguna mesa.

Cada vez que los equipos dominicanos salen a los clásicos internacionales las expectativas se tornan muy altas, se desata una conflagracioncita donde sólo se arenga que vamos por los primeros lugares, como si los demás participantes son convidados de piedra, seres inanimados que están escritos sobre el papel, lo que no resulta así. También los oponentes han esperado por años una actitud diferente de los dominicanos, que por su capacidad atlética son siempre capaces de dar un batacazo.

Esta vez no fue la diferencia. Inclusive para la lucha por el medallero se repitió el infaltable: ¡vamos por el oro!

Cada quien está en su derecho que ver el globo a medio colmar a o medio desinflar. La Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) nunca ha tomado en cuenta las observaciones que sobre las selecciones que hacen y una y otra vez hemos caído en las mismas falencias.

Finalizado el evento caraqueño, echemos un vistazo a la labor individual de cada uno de los componentes del combinado dominicano para tomar conclusiones posteriores.

Edgar Sosa (6.9 puntos, 1.2 rebotes, 1.8 asistencias en 17.8 minutos/10 juegos, 42.9 por ciento de campo, 30.4 por ciento detrás del arco, 78.3 por ciento desde la línea, 14 balones perdidos, 7 robos): ha perdido más de un paso para la posición de armador al pretender en convertirse en más ofensivo que en conductor del juego; se mostró muy ansioso pretendiendo demostrar todo su potencialidad dentro del juego; no tiene disciplina para correr los sistemas establecidos; busca ser protagonista todo el camino a base de lances de larga distancia y penetraciones hacia el canasto por lo que se muestra errático en algunas decisiones; su defensa no es la mejor. Parece que parte de su magia se quedó en los pasillos de la Universidad de Louisville, hace tiempo que no se divierte jugando y externa que tiene una enorme presión psicológica sobre sus hombres por lo que será muy difícil ver a un nombre que volvió para estar largo tiempo.

Manuel Fortuna (3.6 puntos, 1.2 rebotes, 0.5 asistencias en 10.5 minutos/10 juegos, 57.1 por ciento de campo, 46.2 por ciento detrás del arco, 66.7 por ciento desde la línea, 5 balones perdidos, 4 robos, 4 lances bloqueados): jugador de gran intensidad, que no desluce pese a la carencia de muchas herramientas; suple todas sus deficiencias a base de garra y un enorme corazón, haciendo buenamente su trabajo. Puede aportar desde diferentes posiciones, aunque en tiempos recientes se ha sacrificado su muy aceptable lance de distancia en pos de utilizarlo para tratar de detener al jugador que lleva la voz cantante ofensivamente por parte de los contrarios. A próximo nivel tendrá problemas para neutralizar jugadores de las posiciones uno y dos más rápidos, más altos y más atléticos. En líneas generales siempre cumple con su papel y con las expectativas que se tienen.

Juan Coronado y Gil (8.9 puntos, 2.7 rebotes, 1.4 asistencias en 23.1 minutos/10 juegos, 52.2 por ciento de campo, 40.0 por ciento detrás del arco, 84.6 por ciento desde la línea, 11 balones perdidos, 11 robos): es un jugador de mucha intensidad todo el tiempo, puede encender un momento del juego, así como también puede disparar las alarmas; es quizás uno de los jugadores que más le cuesta estar dentro del seleccionado, sus paso por Argentina y Puerto Rico debieron convertirlo en un jugador más determinante y atrevido. No es un techado de virtudes en el aspecto de fundamentos pero se sacrifica en pos de la consecución de las metas colectivas. No es bueno defensivamente pero sabe robar balones, sin espacios se queda en un tipo con manos rápidas en defensa, su juego no lució a la altura de lo que se esperaba, no es desequilibrante y necesariamente, aunque sea tarde, tiene que aprender a jugar con más inteligencia y menos emotividad.

Ricardo Greer (0.4 puntos, 0.3 rebotes, 0.0 asistencias en 35 minutos totales, 33.3 por ciento de campo, 0.0 por ciento detrás del arco, 100.0 por ciento desde la línea): un premio a los compromisos no profesionales de los encargados de formular las listas de los invitados. Capaz de encender un camerino fruto de sus intrigas y chismes. Pese a ser invitado a las concentraciones de los años 2009, 2011 y 2013 y haber permanecido en los quintetos de Julio Toro (2009) y Orlando Antigua (2013), nadie sabe bajo que embrujos o bajo los efectos alucinógenos de algunas substancias, su participación no ha cumplido ninguna función. Hace años que perdió protagonismo para actuar a estos niveles, no contribuye, no brinda ningún tipo de soporte, ni siquiera es capaz de derramar su experiencia sobre los jugadores más jóvenes. Es impensable que un jugador de su experiencia tenga que ver un evento sentado en el banquillo, no importa los niveles de complicidad a su alrededor, también es una falta de respeto de sus protectores. Indignación total y debería ser borrado de cualquier programa, él y sus íntimos mientras haya humanidad.

Eduard Santana (1.8 puntos, 3.0 rebotes, 1 asistencia en 42 minutos totales, 44.4 por ciento de campo, 83.3 por ciento desde la línea): es un alero bajo que llegó muy tarde a la selección, pese a arrastrar un rosario de lauros tanto en el territorio nacional como en el exterior. Le faltan centímetros para actuar de cuatro a este nivel y no tiene las herramientas para funcionar como un tres, con todo pundonor trató de lucir en la cancha en los escasos minutos que se le brindaron. Manteniéndole en el grupo se le irrespetó al no brindársele minutos sobre la pista. En estos momentos es candidato a no repetir dentro del quinteto, cosa que el propio jugador debería estar consciente de la situación. Es muy atlético, pero su físico no respondería con maestría frente a jugadores más altos y más fuertes, mucho más cruzando a un campeonato mundial.

Francisco García (9.6 puntos, 2.3 rebotes, 1.3 asistencias en 24.0 minutos/10 juegos, 50.0 por ciento de campo, 33.3 por ciento detrás del arco, 69.2 por ciento desde la línea, 14 balones perdidos, 12 robos, 9 lances bloqueados): rindió igual que siempre y lamentablemente terminó lesionado como casi siempre. García es un jugador con mucha ascendencia dentro del grupo, un símbolo, pero sin el liderazgo que asume con todo derecho Yack Michael Martínez. Muchas de sus opciones de tiro, con la defensa sobre él, son de poco porcentaje, esta vez su porcentaje de distancia se esfumó y no pudo disfrazarse del Francisco García que todo el mundo quiere ver en un momento con la selección nacional. En ningún momento ha desequilibrado. La fanaticada se ha larvado un concepto sobre él que se reduce en pocas palabras; “necesario pero gris”. Como veterano curtido en más de mil batallas, 480 para ser exactos en la NBA y 8 campañas, debería haber tirado más de la carreta.

James Feldeine Padilla (14.0 puntos, 3.0 rebotes, 2.2 asistencias en 30.8 minutos/10 juegos, 44.6 por ciento de campo, 52.2 por ciento detrás del arco, 97.4 por ciento desde la línea, 14 balones perdidos, 12 robos, 9 lances bloqueados): la gran sorpresa del quinteto dominicano hace las veces de jugador todoterreno en la selección. Hay quienes lo ven como una nueva versión de Eduardo Gómez, a quien todos conocimos como El Vaquero. Su compromiso se hizo evidente y mostró una actitud excelente. Capaz de brindar una ofensiva estable, puede anotar desde diferentes situaciones: penetra, lanza bien de larga y media distancia. Con más ayuda puede vestirse de Hugo Cabrera y hacer cosas increíbles dentro de la cancha. Ha demostrado estar en el momento más dulce y maduro de su carrera sin alcanzar aún su techo. Empezó de manera discreta, sin hacer ruido, hasta soltarse la melena y dejarnos minutos mágicos cada día en la elite del basket panamericano. Fue prácticamente el único que intentó tirar del carro cuando el balón quemaba. No se escondió jamás. Crea situaciones para sus compañeros, sabe desprenderse de la pelota oportunamente, tiene velocidad, maneja con precisión el balón. Puede desempeñarse en la posición uno sin menguar su capacidad ofensiva.

Eloy Camacho Vargas (3.2 puntos, 5.1 rebotes, 0.5 asistencias en 17.8 minutos/10 juegos, 54.7 por ciento de campo, 66.7 por ciento desde la línea, 7 balones perdidos, 4 robos, 8 lances bloqueados): un jugador que cumplió pese a sus enormes lagunas. Es muy ligero para la posición de centro y poco atlético para un power-forward por lo que no tiene un juego definido. No es dominante en ninguna de las mitades de la cancha y acusa debilidad en los fundamentos de juego. Aprendió tarde pero su altura es necesaria. No logra conseguir las mejores posiciones debajo de los tableros, por lo que es un rebotero débil; no tiene el peso ni la corpulencia para desplazar a jugadores dentro de la zona restringida. Busca desarrollar un lance de media distancia, que por momentos luce eficiente, que necesita mejorar para proyectarse a planos superiores. En defensa siempre se queda hundido y nunca ayuda en el bloqueo directo, además si nunca va a la ayuda, debería al menos dominar mucho más el rebote. Tiene un dribbling muy alto y lento lo que brinda concesiones a la defensa contraria. Con frecuencia su actitud se borra de la cancha. Es aún joven pero necesita que su altura y su talento se coordinen para jugar en el poste y marcare diferencias.

Karl-Anthony Towns (3.2 puntos, 1.4 rebotes, 0.1 asistencias en 6.7 minutos/10 juegos, 64.7 por ciento de campo, 0.0 por ciento detrás del arco, 66.7 por ciento desde la línea, 6 balones perdidos, 1 robo, 0 lances bloqueados): es muy joven aún. Todo el mundo está sorprendido por su posible potencial, inclusive las autoridades del baloncesto dominicano lo están candidateando como el futuro del equipo nacional. Necesita trabajar enormemente en sus fundamentos y en sus movimientos, además de agregar físico a su cuerpo. Después de trabajo, necesita más trabajo, en lo particular repetiré que dudo que llegue a ser un nuevo Anthony Davis. Su defensa es cuestionable, no sabe ganar las posiciones debajo de los tableros y tiene que desarrollar su juego exterior, puliendo su aceptable lance externo frente a situaciones con defensa. Tiene que pensar en baloncesto. No puede chocar debajo de los tableros frente a jugadores más corpulentos y pierde el equilibrio. A su edad, Luis Felipe López, también bien ponderado por la prensa norteamericana, era un jugador más terminado y en consecuencia, más decisivo.

Eulis Báez (10.1 puntos, 6.9 rebotes, 2.4 asistencias en 25.5 minutos/10 juegos, 47.1 por ciento de campo, 50.0 por ciento detrás del arco -11-de-22-, 69.0 por ciento desde la línea, 19 balones perdidos, 2 robos, 4 lances bloqueados): es quizás el mejor jugador de la selección en los actuales momentos. No es el más espectacular, pero su rendimiento es extraordinario. Es un power-forward muy bajo para la posición, pero su corazón es inmenso y su rendimiento enorme; siempre dispuesto al sacrificio. Debieron existir más propuestas del dirigente Antigua para solventar la actitud asumida por el jugador. Sabe colocarse por encima de sus limitaciones, da la talla con creces, no abusa de los lances, sabe pasar al punto de ser el líder en asistencias del conjunto; es dueño del mejor trabajo de pies que tiene todo el conjunto. Se administra de manera excelente por lo que pocas veces hay que oxigenarlo.

Ronald Ramón (2.7 puntos, 0.8 rebotes, 0.4 asistencias en 9.8 minutos/10 juegos, 55.6 por ciento de campo, 29.4 por ciento detrás del arco, 100.0 por ciento desde la línea, 2 balones perdidos, 3 robos, 1 lance bloqueado): no tiene posición dentro del equipo, es un tirador en envoltura de point-guard, pero no tiene las herramientas para funcionar ni en la una ni en la otra. Su ofensiva es oportunista y en el Pre-Mundial de Caracas perdió mucho de su atractivo, no tuvo suerte y deslució. Hay momentos en que se esconde o para ser más flexibles, trata de apoyarse en otros compañeros de equipo. Su defensa deja mucho que desear, no puede detener a jugadores más rápidos y más altos

Yack Michael Martínez (12.0 puntos, 9.4 rebotes, 1.3 asistencias en 26.3 minutos/10 juegos, 47.3 por ciento de campo, 0.0 por ciento detrás del arco -0-de-5-, 72.7 por ciento desde la línea, 19 balones perdidos, 2 robos, 1 lance bloqueado): señalé días atrás que Martínez es al baloncesto, en estos momentos, lo que Miguel Tejada al béisbol, "El Jugador
de la Patria" y ello produjo muchas ronchas. Desde pequeño escuché repetir a mi mamá que: "nadie es imprescindible", pero en los actuales momentos este jugador resulta casi fundamental en el cuadro nacional. Crea una cantidad enorme de situaciones dentro de la cancha, desestabiliza con frecuencia al contrario, mucho más si este es de menor fuerza psicológica. Una estampa. Es un hombre que le gusta el escándalo, pretende que nadie lo tenga como un icono, no pasa indiferente. Unas declaraciones después de lograr el paso a España jamás debieron ser dichas: "los dominicanos nos divertimos con la juca, la cerveza... y estamos aquí, dejándolo todo por ellos". Siempre ha respondido a todas las convocatorias. Su presencia en la cancha imprime respeto, la consecución frecuente de doble dígitos en anotación y rebotes nula la observación sobre otras casillas sobre su rendimiento. Siempre se espera lo mejor de un hombre con unas cualidades para jugar al basket como pocos las han tenido pero nunca será suficiente para un jugador privilegiado para este deporte. Siempre nos regala momentos puntuales de su brillantez.

Orlando Antigua: su nombramiento como seleccionador nacional absoluto masculino fue una recomendación de su antecesor en el cargo John Calipari, y mentor de este en la Universidad de Kentucky. No había tenido experiencia previa frente a un combinado y mucho se debatió en los corrillos de la disciplina que además fue el más barato que encontró la empresa SouthGate. Un caramelo que se convirtió en dulce después de la clasificación pero que dejó sus amarguras, ante su inexpresividad y falta de una comunicación efectiva. No ha trazado pautas de su compromiso con el desarrollo de la actividad en el país, por lo que hasta el momento seguirá siendo uno más de los que vienen a ganarse un dinero durante las vacaciones.

Heredó el juego de equipo que implantó Calipari pero no imprimió su sello personal en ningún momento. Hay dudas de si además de un buen reclutador puede ser capaz de filosofar sobre el deporte de los aros y el balón, como los vuelos que en el país tienen nombres como Humberto Rodríguez, Faisal Abel, Leandro De La Cruz, Osiris Diquela, Fernando Teruel, Héctor Báez, y otros pocos más. Aunque el conjunto promedió 80.4 unidades en ataque y apenas 75.9 tantos en defensa, deberá ajustar con precisión suiza ambos vectores de cara a la competencia mundialista.

Los números frente a equipos mermados no son reflejo fidedigno de la buena actuación de los dominicanos, como tampoco del pobre desempeño de los rivales. Pese a esta consideración no pudimos accesar al cuadro de medallas. Además, Antigua mostró una enorme incapacidad para desequilibrar en los momentos apremiantes de los partidos y buscar triunfos más cómodos para la representación dominicana. Otras circunstancias, como la infrautilización de algunos de los seleccionados, los cambios en las rotaciones etcétera, pueden tener distintas lecturas, todas subjetivas: la mía, que fue incapaz de romper con los compromisos particulares de gente alrededor de la selección.

Un trabajo que ha sido controvertido, pero como todo en este país poco expuesto a las críticas.

Al final cada uno tendrá una opinión porque todos “tenemos un entrenador dentro”.












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