Feria de vanidades
Julio
Ernesto Duquela Torchio fue señalado para ser el director técnico del Club El
Millón en la versión 2013 del Torneo de Baloncesto del Distrito Nacional que
organiza la Asociación
de Baloncesto del Distrito Nacional que preside Ramón Rodríguez, El Teacher. Jugador de muchos años con
diferentes equipos, incluyendo el Mauricio Báez y San Lázaro, a los cuales
estará dedicada la competencia, miembro de las selecciones formativas del país
e hijo de Osiris Salvador Duquela Canó, que en algún momento deberá tener su
nicho en el Pabellón de la Fama
del Deporte Dominicano y esa dama que responde al nombre de Milagros Torchio
Espinal, sin quizás los ojos más bellos que ha conocido el baloncesto
dominicano, sólo comparados con los de Mayra Guerrero Sánchez.
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Julio Duquela |
El padre
es una de las figuras más emblemáticas del deporte del aro y el balón que jamás
ha conocido el país, ganador de seis títulos en el baloncesto distrital (San
Carlos en 1978, 1979, 1980, 1981 y 2003
y Arroyo Hondo en 1983), acumuló logros allende nuestras fronteras y fue
entrenador nacional absoluto en ambas ramas.
La
presencia del joven Duquela Torchio traerá una bocanada de aire fresco a la
dirigencia de la actividad en el país. Profesional formado, estudioso de la
actividad, sin lugar a dudas ofrecerá vertientes diferentes al accionar
alrededor de las líneas laterales, en un mapa donde se repite hasta la saciedad
los mismos sistemas, las mismas jugadas, los escasos cortes, el inexistente pick-and-roll, y donde nadie es capaz de
guardar una baraja debajo de la manga para desconcertar al oponente, para
intranquilizar al rival, para perturbar el ritmo ajeno.
La
conducción de atletas en República Dominicana deja mucho que desear. Los
técnicos formados integralmente no existen y eso abarca todas las disciplinas.
Los yerros son frecuentes y mayúsculos. La formación de los mismos es harto
deficiente y después, convertidos en profesionales, nadie invierte en la
adquisición de nuevos conocimientos. Hay gente que nunca ha tenido un libro entre
sus manos. Como caso patético citaré el nombre de Luciano Ramírez Franco,
manejador de boxeadores formado en Cuba, pero después de una breve
participación con el equipo nacional se dedicó a la política, llegando a ser
juramentado como director del Instituto Nacional de Educación Física (INEFI).
Al momento
de su instalación Ramírez Franco señaló: “los profesores de
educación física tenemos un gran reto,
la formación de una nueva generación de
jóvenes que sepa hacia dónde quiere ir, cuáles sacrificios son capaces de
brindar en pos de una meta, ya sea académica, social e incluso en el ámbito
político; un joven bien formado nunca caerá en el vacío, siempre verá una luz
aún sea al final del camino y esa luz es la formación que proporciona la
educación”. Añadió: “el camino es largo y significativo, conocemos nuestras
limitaciones en parte. Nosotros haremos el hombre del siglo 21. Dejaremos que
sean nuestro esfuerzo y capacidad de trabajo quienes nos identifiquen. Esta es
una labor de todos. No sabemos quienes recogerán los frutos pero este
árbol tendremos que sembrarlo entre todos”… en mi campo se dice que del dicho
al hecho hay un largo trecho.
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Osiris Duquela |
El béisbol, nuestro deporte rey no cuenta con muchos
entrenadores capaces, la mayoría de los que intervienen en la formación de los
jóvenes jugadores son ex-peloteros que escarban para mantenerse en la actividad
y generar ingresos en ligas que sólo esperan la firma de un prospecto. Esa es
una búsqueda permanente, después vienen las falsificaciones de documentos e
identidades, el uso y abuso de substancias en lista restringida, la enseñanza
no concluida y mucho menos pulida y en los más tristes de los casos, los actos
de violencia y de pederastia contra chicos y chicas.
El baloncesto no es diferente, la actividad de dirigir se
degradó hace muchísimos años. Salvo contadas excepciones no hay como llenar las
posiciones con hombres y mujeres de concepto. Pocos pueden exhibir un grado
universitario paralelo, el dominio de un segundo idioma y mucho menos colocar
variantes sobre los tabloncillos para torcer las adversidades en una jornada.
Nada mejor que la anécdota que los propios entrenadores conocen y repiten para
culparse entre ellos. Era un evento internacional y el dominicano era
cuestionado para la televisión del país anfitrión; en un acto sorpresa el
entrevistador cuestionó al visitante sobre la fauna y la flora de República
Dominicana. La respuesta no se hizo esperar: en Santo Domingo no tenemos muchos
fauna y flora, pero si tenemos enormidad de Pérez y Rodríguez.
Se hace cuesta arriba saber que muchos de nuestros coaches no tienen la capacidad para
observar el rendimiento propio de sus planteles, la dinámica interna y las
continuas interacciones que se producen entre los integrantes de sus criaderos,
jugadores, cuerpo técnico, fisioterapistas, auxiliares de campo. La congruencia
de estos vectores permite que fluyan aspectos indispensables para alcanzar
éxitos; es como si se contara con un jugador adicional sobre la duela. Lo
contrario, cuando no se mantienen los niveles de conflicto al margen, se suma
un individuo al rival. A lo largo de la historia hemos visto como grandes
equipos han fracasado ante oponentes de menor relevancia técnica y táctica,
pero cuentan con una dinámica bien cuidada, lo que posibilita cohesión grupal y
compromiso de juego en equipo.
Todos conocemos los obstáculos que se presentan dentro de
una cancha, cuando el culto al individualismo rompe cualquier esquema de
convivencia, como surgen los líderes y las fisuras que traen los desacuerdos,
algunas veces irreconciliables. No hablemos de las ocasiones donde la pelota va
a las manos equivocadas, como tanto sucede en nuestro medio y hasta en la
propia selección nacional, por los celos entre compañeros. Estas previsibles
situaciones no son advertidas y llegan a tomar dimensiones mayores con carácter
de tensión conflictiva que demandará solemnes esfuerzos en su desactivación.
Salvo contadas
excepciones, nadie se ha planteado ser un entrenador de primera línea y volar
más allá de nuestras fronteras. Nos quedamos en medio de la nada en perjuicio
de nuestros propios jugadores y del baloncesto. Motivos existirán siempre para
mejorar constantemente y ser mejores, la clave es nuestra responsabilidad sobre
un grupo de personas en plena formación, independientemente del nivel de la
liga donde se desarrollen las actividades. La responsabilidad nos debería
obligar a tratar de enseñar baloncesto y los valores asociados, de la mejor
manera posible, y esa no es otra, que tratando de ser mejor entrenador cada
día.
Las claves para tener mejores entrenadores están
relacionadas con el entrenamiento propio de un profesional, la calidad va de la
mano de plantación, restructuración de los entrenamientos, deseos de mejorar
siempre de forma incesante, para ello, hay que volcarse a una educación más
especifica, pero también más amplia, cursos, charlas, seminarios, conferencias;
transferencia de información con otros entrenadores y observar hasta el
análisis las actuaciones de los demás, sean rivales o compañeros; la reflexión
posterior a cada experiencia de vida y a cada grupo ejercitado; las
competiciones; la existencia de asesores; el autoentrenamiento guiado a través
de libros especializados, manuales, artículos, grabaciones de video. El deseo
de mejorar será siempre una de las características fundamentales en la
progresión de un entrenador, la
construcción de un conocimiento profesional del deporte es, esencialmente, una
responsabilidad del individuo.
Hay que determinar los motivos por los que alguien desearía dedicar
mucho tiempo a una actividad como la de entrenador de baloncesto: quizás motivación
y pasión por el deporte y por enseñar; proyectos deportivos y metas e intentar
alcanzarlas; deseo de llegar a ser un profesional del ramo: reconocimiento
social o económico; diversión, entretenimiento. La mayoría de los entrenadores
piensan que el mejor medio para aprender es de la propia experiencia, pero esta, en las primeras etapas, debe ser crítica y reflexiva.
Los entrenadores entienden su desarrollo como un continuo proceso con el
expreso deseo de mejorar y progresar. Todo, como en la vida, es un proceso de
estudio, reflexión y práctica.
La relación con entrenadores es importante, los debates con grupos
durante viajes o reuniones sobre temas concretos, incluso que no tengan que ver
con el baloncesto. El ver entrenamientos de otros entrenadores o ser vistos y
analizados por otros entrenadores. Debido a la carga de trabajo durante la
temporada, los libros son otro medio interesante para la progresión, incluso lo
que no está relacionado con el baloncesto pero puede ser útil para su trabajo. El desarrollo de un entrenador está
guiado por un cambio en sus características, su progresión en la toma de decisiones, resolución de problemas,
organización del conocimiento, autoevaluación y capacidad de reflexión.
Los entrenadores expertos suelen ser gente de mente abierta y abiertos a
cualquier información que les llegue y pueda ser útil. La diferencia entre un entrenador con experiencia y un entrenador experto
está determinada por cómo analiza, racionaliza, reflexiona y critica esa
experiencia. Experiencia es un prerrequisito para alcanzar el grado de experto.
Hay que saber interpretar esa experiencia. Entrar en consideraciones
sobre los entrenadores dominicanos seria abonar en el mar.
Recordaré que muchos de nuestros entrenadores y directivos
han sido permisivos a la hora de inscribir sus equipos, con grupos fuera de los
límites de edad, castrando siempre el baloncesto formativo y nadie ha recibido
la primera sanción. Repaso, a manera de ejemplo, en el Convivio Nacional de
Mini-Baloncesto del año 2005 cuando Edsel –Negro-
Vila, un segundón, presidente de la Asociación de Baloncesto de Santiago (ABASACA) y
eterno vice-presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL)
concurrió a la ciudad de La
Romana con un equipo de hombres hechos y derechos; la trampa
no le resultó, pero nadie lo castigó.
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Dexter Cambridge |
Debatir ideas no está en el ánimo de nuestros entrenadores,
es mejor y más simple oponerse a cualquier ente que pueda impregnarnos de
conceptos diferentes. Frente al joven Duquela se tiene miedo, mucho miedo. En
la región hay un grupo interesante de entrenadores con formación que podrían
ser de gran utilidad, suena Dexter Cambridge de Bahamas, Victor O’Garro (el
mismo que reforzó Eugenio Perdomo y Naco), Leonel Arill, Fernando Duró, Nicolás
Casalanguida, Adrián Capelli, Gabriel Picatto, Enrique Tolcachier, Javier
Maretto, entre tantos.
De los nuevos entrenadores en el baloncesto colegial, mejor
ni mencionarlos. Brad Stevens
(Butler, 35 años), Scott Drew (Baylor, 41 años), Jeff Capel (Oklahoma, 37 años), Buzz Williams (Marquette, 39 años),
Ben Jacobson (Northern Iowa, 41 años), Chris
Mooney (Richmond, 40 años), Tony Barbee (Auburn, 41 años), Josh Pastner
(Memphis, 35 años), Kevin Willard (Seton
Hall, 37 años), Keno Davis (Providence, 40 años), John Groce (Ohio, 41 años),
Darrin Horn (South Carolina, 39 años), Sydney Johnson (Princeton, 38 años).
Agregue usted, figuras mencionadas en un
reciente articulo: Un carrusel que gira irremediablemente: Shaka Smart, Steve
Alford, Scott Spinelli, Andy Enfield, Dan Hurley, Chris Collins, Jim Crews, Dedrique
Taylor, James Whitford, G. G. Smith, Bobby Hurley, Matthew Graves y Kareem
Richardson.
Hace muchos años Leandro De La Cruz , a raíz de su
designación en el Bosco de La Coruña ,
me comentó de los grados de dificultad que la Real Federación Española de
Baloncesto les hacia pasar a los aspirantes a trabajar en los banquillos de
aquella nación. A el le tocó exponer sobre las posibles variantes para tacar
determinada zona por espacio horas.
Nadie escapa a lo complicado de la situación que se vive de
manera individual y de manera colectiva. El Colegio
Nacional de Entrenadores
debió instaurarse de manera más democrática; es una institución que aún no ha
aprobado sus reglamentos, pero ya exige cuotas para su afiliación y
carnetización. Los mismos organizadores han quedado como los primeros
ejecutivos. Quizás olvidan que constitucionalmente la obligatoriedad de
colegiarse o asociarse no está contemplada en ningún articulo de la Carta Magna. Mientras se
busca proteger más allá de lo racional un oficio que no tiene normativas las
categorías formativas son siempre relegadas.
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Josh Pastner |
El
baloncesto siempre estará por encima de todos los entrenadores; aquí no se
piensa en máximas tan divulgadas y ejemplarizantes como aquella de Cervantes,
cuando amonestó a su fiel y tolondro camarada: “yo, Sancho, nací para vivir
muriendo y tu para vivir comiendo”. Aquí ha tomado tanta fuerza la dialéctica
estomacal que la razón se encamina y se mide por el trazo.
Al lado de nuestro banco de miserias,
emerge otra muestra ejemplar de la sepsis a la cual hemos llegado, el asalto en
despoblado, a sangre fría y con indefensión de todas las estructuras.
Ante el infortunio en que se ha convertido
el deporte dominicano, el Colegio Nacional de Entrenadores de Baloncesto
debería reaccionar, despertar y convertirse en interventor riguroso y severo de
la disciplina y proscribir todas esas tolerancias malignas. La actividad no
puede continuar abatida por la lacerante y creciente corrupción, abandonada por
la sordera endémica y epidérmica, por la enfermiza retentiva, por la
complicidad morbosa e insolente, frente al pelotón libertino, ávido, arrogante
de los “siempre honestos”.
Al cantar ¡salto al centro!, espero únicamente que el joven Duquela este al
frente de su equipo El Millón.
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