Güevitas con sus dosis de venenosos dardos
Oct.09.2020 / uno
No conozco personalmente a Yvelisse
Prats-Ramírez Martínez de Pérez (Jul.23.1931 en Santo Domingo, República
Dominicana), pero abriendo las redes sociales encontré esta nota que me dejó
medio turulato: «oremos por la salud de nuestra querida @YvepraPrats». Ella se define breve, mente como madre, abuela, maestra, política, militante social, no soy escritora
pero narro por escrito lo que hago. Creo en las utopías, intento que se vuelvan
concretas. Hay que agregar también que esposa de Mario Emilio Pérez, quien
si es escritor, travieso, locuaz, simpático, ameno, y aunque el señaló hace
como 30 años, palabras más, palabras menos, que: «la mujer del hombre que escribe sus memorias sabe que ya él colgó los hábitos».
Propietaria de una cabeza muy bien
amueblada (el muy con letras mayúsculas), y pese a que su progenitor Francisco
Prats Ramírez fue un alto funcionario del general Trujillo Molina, que además ocupó
el cargo de director de El Caribe,
periódico oficial del gobierno, de niña quiso ser poeta, escribía bajo el pseudónimo
“Sandra Cantilo” y muy temprano destiló
un verso contra El General ismo: «General de la sangre, de la sangre y la
muerte, General que no tienes en tu haber ningún bien, General de la sangre
Trujillo, quién pudiera clavarte por la espalda filado puñal».
Primera mujer en presidir un partido
político en toda América Latina (1979 hasta 1982); ingresó como docente en la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en 1963 y se mantuvo en esa casa
de estudios hasta 1990; decana de la Facultad de Humanidades de 1970 hasta 1972;
fundadora y primer presidente de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP)
en 1970; nombrada secretaria de Educación a partir de Ago.16.1982; diputada al
Congreso de la República en dos ocasiones (1978-1982 y 1998-2002).
Hace menos de un año, precisamente
el día de mi cumpleaños, publicó: «Diagnostico de la realidad educativa
dominicana», por lo que debemos entender que esa cabeza sigue
entregando sueños y esperanzas para una sociedad mejor.
Aunque la guadaña nos visitará a
todos por igual, algunas veces de manera inesperada, debería de dejarnos a doña
Yvelisse, en completa y absoluta salud, por lo
menos, hasta vencer el plazo que se colocó Robin Williams en su película “El Hombre Bicentenario” (Bicentennial
Man), y dejarse a este país tan necesitado de cabezas pensantes, dignas y
honestas, hasta el 2120.
Oct.09.2020 / uno
No hay comentarios:
Publicar un comentario