Camarita de vigilancia o Cantinflas 001
Febrero 25
del 2019
José Pérez se puede llamar cualquiera en Hispanoamérica,
ahora, si usted agrega más detalles a lo común nos resultaría, por ejemplo,
José Joaquín Pérez (1845-1900), quien fuera poeta, periodista y político
dominicano; su homónimo fue José Joaquín Pérez Mascayano (1801-1889), presidente
de Chile (durante el lapso 1861-1871); o José Pérez Bethancourt (+) fue uno de los más sobresalientes visitadores
a médicos en República Dominicana en los años finales de la década de 1970 y la
siguiente. José Pérez, puede ser cualquiera, cualquier “hijo-de-machepa” que se le nombra así, como John Doe para los
americanos o Juan Sin Nombre para los puertorriqueños.
Ivelisse Villegas publicó en el Listín Diario (Sep.25.2012): “el
resentimiento social se da en una sociedad en que hay injusticia y desigualdad
por un golpeo del Estado y de los poderes públicos. Cuando es por esta causa,
el individuo la supera más fácil. Solo se necesita cambiar las condiciones y
abrirle espacios de crecimiento y de humanización”, informa el sociólogo César
Cuello Nieto, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO)”.
Santiago Villa escribe en El Espectador, diario colombiano
(Feb.26.2018): “el país está agobiado por
una segregación social que es pasto para el narcotráfico, la criminalidad y
otros males más cotidianos y extendidos, como la aridez cultural propia de las
sociedades demasiado estratificadas… pregunté a mi interlocutor si no pensaba
que hablar de "resentidos sociales" denotaba cierto clasismo… es
anti-establishment… en muchos países del Primer Mundo, los resentidos votan por
la ultraderecha. Son los racistas. Las personas que piensan que los inmigrantes
les están quitando los empleos. Los xenófobos que alzan la bandera de Trump o
Le Pen”.
En República Dominicana, aunque jamás lo pretendamos
aceptar las relaciones sociales son tóxicas en gran medida. Vivimos sumergidos
en una cultura de dilatado resentimiento social. La envidia por quien tiene más
éxito y prestigio, y la idea de que no lo merece, no es exclusiva de los
sectores que votan por los grupos de izquierda. Todos los que estamos sobre la
faz de la tierra nos iremos en algún momento, unos primeros que otros; amén de
que la delincuencia organizada que nos rodea sirve de catalizadora para algunas
ausencias, quizás con demasiadas frecuencias.
Quedará y nos sobrevivirá la mentalidad enfermiza de
clase, y de eso no nos va a salvar nadie; en materia deportiva no lo han alcanzado
ni Roque Napoleón Muñoz Peña, ni José Joaquín Puello Herrera, y mucho menos
Luis Mejía Oviedo, Luisin.
No hablaremos de Danilo Medina Sánchez, Leonel Antonio Fernández
Reyna, Rafael Hipólito Mejía Domínguez, Joaquín Antonio Balaguer Ricardo, José
Salvador Omar Jorge Blanco (Jorge como apellido), Jacobo Majluta Azar,
Silvestre Antonio Guzmán Fernández, Héctor Rafael García Godoy Cáceres (provisional),
Antonio Cosme Imbert Barrera (bando lealista en la Guerra Civil), Pedro
Bartolomé Benoit van der Horst (bando lealista en la Guerra Civil), Francisco
Caamaño Deñó (bando constitucionalista en la Guerra Civil), José Rafael Molina
Ureña (bando constitucionalista en la Guerra Civil), Ramón Cáceres Troncoso
(Triunvirato), Donald Reid Cabral (Triunvirato), Ramón Tapia Espinal
(Triunvirato), Manuel Enrique Tavares Espaillat (Triunvirato), Emilio de los
Santos Salcié (Triunvirato), Víctor Elby Viñas Román (Junta Provisional), Juan
Emilio Bosch Gaviño, Rafael Filiberto Bonnelly Fondeur (Consejo de Estado), y Héctor
Bienvenido Trujillo Molina; sólo para mencionar los que en algún momento han
ocupado la Presidencia de la República desde el momento en que nací, en orden
inverso a su administración. Ni los más virtuosos ni los perversamente desmejorados
han cambiado la sociedad dominicana.
Entre los que osaron comentar mi anterior publicación está
José Pérez, así de simple, así de llano, tan común, pensé era un anónimo,
después ubiqué que es un entrenador de baloncesto que tuvo su momento de gloria
cuando se coronó con el Club Rafael Barias en el baloncesto del Distrito
Nacional, tomando el relevo de a mitad de campaña. Pérez me acusó de “recentido”. ¡Living la vida loca!
¿Levantó su dedo contra mí o le encargaron
esa acción?... me inclino por la última opción.
A ver, repitamos todos: “recentido”, “recentido”,
“recentido”, “recentido”. Estaría conforme si por lo menos hubiera escrito
correctamente el vocablo.
Entonces, como puedo entender que exista una cúpula de
entrenadores dominicanos de baloncesto que comete tantos yerros en la
comunicación, por simple que esta sea. Para enseñar, que debe ser la primera
función de cualquier instructor en cualquier disciplina, lo primero es que se
debería de contar con una base académica solida; la ortografía de Pérez es de
un niño de cuarto de primaria; casi un párvulo. Está más cerca de ser un mico,
porque no puede ser de otra manera, quien pretenda ser un guía de almas y no
sabe expresarse.
Reducir la enorme informalidad en los que pretender ser
directores técnicos de los conjuntos dominicanos debería encabezar una lista de
propósitos de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), pero su
presidente, a quien todos conocemos por el quintopatiero
mote de Rafelin, está más interesado
en sus beneficios particulares y en jugar a manipular mariquitas que en
desarrollar la disciplina. Usa o estos que quieren escalar posiciones para
denostar a terceros porque su cobardía, sus miedos, sus pasiones ocultas que
poco a poco se van develando y sus debilidades
esconden su torcida personalidad.
Los planes de divulgación y desarrollo del baloncesto en
el país se postergan, las asociaciones provinciales han terminado siendo
simples sellos gomigrafos y no hay futuro más allá de las pretensiones de
escalar posiciones en un ranking donde
se mezclan muchísimas veleidades y acceder a eventos que al final se traducen
en descorazonamientos colectivos. Esquemas que nada benefician a la sociedad
dominicana ni al deporte en particular.
FEDOMBAL en la vigente administración pasó a ser una
entidad que no respeta en lo más mínimo las libertades individuales. Rafelin jamás se atreverá a promover
valores liberales, por el contrario, los colocó en retirada. Cada día promueve
el autoritarismo, sus bocinas pagadas pretenden convertirlo en populista, así todos
tenemos la percepción de que es un corrupto de primer fila, busca influenciar a
través del dinero en las campañas reeleccionistas más allá de su propia federación,
la inequidad de justicia en FEDOMBAL se borró, ejerce una administración
disfuncional y con excesiva frecuencia viola todos los preceptos sobre los
derechos individuales.
Ante sus tropelías callan el Comité Olímpico Dominicano
(COD), del cual ahora es tercer vice-presidente, un premio risible concedido
por Luisin a un don nadie, pese a las
advertencias de Nelly Manuel Doñé, y el Ministerio de Deportes y Recreación
(MIDEREC) quienes se han convertido en sus cómplices.
En nuestro vecindario deportivo no se ha desvanecido la
esperanza: más temprano que tarde se borraran todos estos demonios enquistados
en posiciones de cierta prestancia social, retornan las opciones democráticas,
dejaremos de reñir con el desdén amparado en el mismo imperio de la ley, por conveniencias
coyunturales. Veremos cabeza rodar de seres que se han considerado impolutos.
Entonces, repito: ¿Levantó su dedo contra mí o le encargaron
esa acción?
Por personajes como este José Pérez, el verbo "cantinflear"
(hablar disparatadamente sin decir nada) inspirado en Mario Moreno, a quien
todos conocimos por Cantinflas, fue aceptado por la Real Academia de la Lengua
Española en 1992.
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