Claroscuros
siempre en el panorama
Agosto 13 del 2018
Estando una mañana en El Nacional,
hace ya muchos años, Leonardo de Jesús Heredia Castillo, a quien todos
conocemos como Leo Corporan, editor
deportivo de ese vespertino, me pasa una cuartilla y me dice: “entretente ahí”. Leo no es precisamente un techado de virtudes gramaticales, pero el
hecho que estar inmiscuido en la prensa por casi 50 años le permitió conocer
detalles del oficio. Era un muchacho de una comunidad del interior que enviaba
una nota para que le fuera publicada; tristemente iba acompañada de muchas
faltas ortográficas. Lo único que recuerdo era que la palabra insecto tenía
siete errores ortográficos. Leito no
me permitió quedarme con aquella copia.
Los gazapos son errores ortográficos evidentes en un lugar público o de
alta visibilidad. Cazar gazapos consiste, entonces, en señalar estas
equivocaciones. En España instituciones escolares estimulan la caza de esos errores, convirtiendo los niños
en "detectives" de esos
traspiés lingüísticos que muchas veces parecen horrores ortográficos. Joaquín Müller,
director de la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia EFE y
BBVA; y el responsable de la Unidad de Vigilancia Lingüística del programa
"La Ventana" de Cadena SER,
Isaías Lafuente, han recibido los galardones honoríficos de este proyecto del
colegio Salesianos Domingo Savio de Logroño.
"Hay
gazapos cerca de ti. ¡Levántate y sal a cazarlos!", es el lema del
proyecto español. Se le coloca valor la importancia de la palabra, que es lo
que distingue al ser humano del resto de los seres vivos.
En los medios de
comunicación, para un humilde servidor un gazapo es imperdonable. Tristemente
hemos visto en República Dominicana y muy especialmente en los componentes del
Grupo Corripio como estos nos asaltan con inusitada frecuencia, como si
salieran del horno todos los días.
Por supuesto, no debe haber nadie libre de culpa; las prisas y lo
inmediato de las redes sociales trata de superar al periodismo. Hay quienes
están a la caza de los errores para hacer un poco de humor. Aún nadie ha puesto
un huevo tan grande como: “avión español se estrella en Turquía por
tercera vez en lo que va del año”. En República Dominicana lo
que hemos perdido es la suficiente distancia crítica que siempre es
imprescindible para la autocorrección.
En el país, el periodista Nathanael Pérez Neró, segundo en la sección de
deportes de Diario Libre, perdón, acabo de
leer: redactor senior, que imagino será una cosa como la madre de todos en la redacción del
matutino. Pues bien, Pérez Neró confesó el año pasado, que aquellos que se
dedicaban a la observación de las erratas y errores lingüísticos que encuentran
en el día a día eran poco menos que holgazanes. Eso es lo que recuerdo, si no
era así, no estaré lejos de lo que quiso expresar.
En la edición de
Ago.13.2018 se le resbaló un pequeño desliz y lo hizo de manera repetida, para
peor lo puso en la boca del empresario Felipe Vicini: “es bueno porque nos pone la barra
más alta”.
Las barras son piezas
rígidas de cualquier material, cilíndricas o prismáticas, más largas que
gruesas; su acepción deportiva se refiere al conjunto de una o más piezas de
metal que forman parte de algunos aparatos gimnásticos. Musicalmente es una
línea que corta perpendicularmente el pentagrama para la división de compases.
Las nuestras, más allá de la Barra Payán, la Barra Dumbo, la desaparecida Barra
Manolo y sus competidores de reciente cuño, siempre fueron locales con vocación
nocturna en el que trabajaban mujeres para entablar conversación con los
clientes o alternar con ellos; dicho así, perfumadamente.
La vara, también llamada listón, báculo, caña, rodrigón, pértiga, es una
unidad de longitud, palo delgado, bastón de mando usado por determinadas
autoridades, como los presidentes de Argentina (el bastón presidencial
argentino, vara de mando, también denominado manípulo, que se entrega junto a
la banda presidencial durante el acto de asunción, carece de efectos jurídicos
y se realiza únicamente a los fines protocolares y siguiendo una tradición que
se remonta al año de 1868, se fabrica con caña de malaca, detalles de oro
macizo y dos borlas; en 1983 Raúl Alfonsín solicitó se confeccionara con madera
de urunday (vernácula de Chaco y Misiones, de
hermoso brillo y gran durabilidad, cambió a la plata como metal y su longitud
es de aproximadamente noventa centímetros; lleva flores de veinticuatro cardos,
por cada provincia, más la Capital Federal; y tres pimpollos, que representan
las Islas del Atlántico Sur. En la empuñadura el Escudo Nacional y en la
confección se usan cerca de tres millones de golpes de cincel).
Gazapos son también las crías de los conejos y las
mamás conejo se comen a los gazapos enfermos. No se si existirán aún en las
redacciones los “correctores de estilo”, pero de estar se comerían muchos
periodistas dominicanos.
Me levantaré cada día esperando encontrar los mínimos errores posibles
en la prensa nacional. Muchos como yo estamos cansados de crónicas sin investigación
y la enorme carencia de datos. Las mejores historias necesitan encontrar
sustrato entre el redactor y el lector; ello requiere una buena propuesta,
tomar acción y escribir.
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