martes, 29 de agosto de 2017

Una vuelta más a la tuerca

Antes de empezar a escribir me preparé un café negro, negrísimo, como la conciencia de Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el gaznápiro mote de Rafelin, Eduardo Najri, gerente de la selección nacional de la disciplina, Melvyn Miedlop López Guillen, técnico de la misma, Chad Sanders, gerente de operaciones, y todos los secuaces que pululan por esos lados. Sólo me faltó leer: “este sobre de café está elaborado con granos procedentes de Vietnam, Indonesia o India”… porque hasta la bebida nacional por excelencia la estamos importando.

Todos esquivan responsabilidades, como pasa en el Gobierno Dominicano frente a la constructora Odebrecht; nadie juega a nada, se imputan a los villanos favoritos, que no son tales, lo único que está en disputa es lo económico, la complicidad, y para ello Najri y Rafelin reclaman donde suponen que debería haber. Cada vez que se afronta un reto del país salen cargados de eufemismos, como tratando de graficar lo que la selección debería estar jugando y, al mismo tiempo, lo que en lo personal se supone. Pero ninguno propone fundamentos, laborantismo, paciencia y sabiduría para lograr el objetivo. El dominicano marcha como los cangrejos, para atrás.

El equipo dominicano cayó ante su similar de Uruguay, 66 enteros por 57 (Ago.28.2017), en el marco del grupo C de la AmeriCup 2017 que precisamente se desarrolla en Montevideo, ello unido al triunfo de Estados Unidos frente a Panamá, 97 por 56, deja abiertas todas las posibilidades para seguir hasta Córdoba. Los ganadores de ayer se enfrentarán entre ellos y lo propio harán los derrotados.


Pese a la cacareada renovación, el más veterano del grupo, el que debería ser un referente emocional resultó el mejor jugador dominicano. Edward Santana ocupó la cima en las casillas de puntos (15), rebotes (6) y asistencias (2). El de Hato Mayor fue secundado con 13 unidades que aportaron Víctor Liz y Gelvis Solano, cada uno. Dentro de la casilla de los pases otorgados también Liz y Solano se apuntaron un par cada uno.

El duelo empezó parejo, pero los dominicanos cedieron 18 tantos de manera seguida, lapso donde no encontraron ningún tipo de opción para detener la garra charrúa que se mostró indetenible. La pausa corta encontró el marcador 23-7 a favor de los locales. El equipo de Marcelo Américo Signorelli empezó a ilusionarse, tratando de dar un paso en el objetivo de cruzar el Río de la Plata, llegar hasta el vecino país, sacar visado para Lima en el 2019, y jugar en Córdoba.

El segundo cuarto fue diametralmente opuesto, Dominicana de la mano de Solano prendió motores y ganó el mismo 25-9, por lo que a la pausa larga se retiraron a los camerinos igualados a 32 tantos. Solano saliendo desde la banca, sacudió a sus compañeros, tomó el comando ofensivo, oxigenado por Santana, Liz, Delgado y los únicos dos tantos de Araujo. López Guillen respiró hondamente camino a los vestidores.

Víctor Liz intenta sobre Esteban Batista
Apeló a la historia, decían que hacía 22 años que Uruguay no le ganaba a los dominicanos, y ello dibujó una sonrisa en el sobrino de Pechera, apodo por el que todos conocemos al entrenador e ingeniero Modesto Guillen, pero no era cierto: ciertamente los caribeños cargaron con las últimas 5 confrontaciones, pero los charrúas dispusieron de sus rivales de la ocasión en el Pre-Olímpico de 1999 en San Juan, Puerto Rico (Jul.22), 78 tantos por 71. A la cuenta se le restó cuatro, de sopetón.

Los triunfos dominicanos frente a los uruguayos han sido todos consecutivos: 2005 (Pre-Mundial de Santo Domingo), 72 por 69; 2009 (Pre-Mundial de San Juan), 86 por 74; 2011 (Pre-Olímpico de Mar del Plata), 84-76; 2013 (Pre-Mundial de Caracas), 86-78; y 2015 (Pre-Olímpico de México), 80 por 70. Así mismo las victorias de los orientales también se hilvanaron: 1984 (Pre-Olímpico de Sao Paulo), 110-106; 1995 (Pre-Olímpico de Neuquén y Tucumán en Argentina; Dominicana celebró todos sus partidos en Neuquén), 88 por 81; y el partido de 1999 en Puerto Rico.

Antes de regresar a la duela hubo un ritual poco convencional, se prendieron velas y un tabaco. El entrenador se pasó una tela roja por el cuello, y se le ofreció lo propio “a los muertos”, con una botella que se descubrió ahí mismo, se invocó a los “luases” y “metresas” para su intercepción divina (Belié Belcán, Metre Silí, Ogún Balenyó, Santa Martha la Dominadora, Ti Jean Petró, Tinyó Alavé, Candelina Sedifé, y Mamá Buyita); todo muy expedito, bienoliente, faltó la parte herbaria. Cada quien observa su religiosidad como bien le parezca, pero entiendo que es un acto profundamente intimo, nada de estar pregonando.
Nicolas Borsellino

Las sensaciones que dejaron los dominicanos en el segundo cuarto invitaban a más y empezaron con nobleza al iniciarse la tercera unidad, pero los celestes tomaron el control gracias a las gestiones de Granger (se fue a las duchas con 23 enteros, 5 rebotes y 8 asistencias), un apellido que se nos hace inmenso, 42 años después de que el tío (Nate Granger, refuerzo de los Astros de Montecarlo en la campaña de 1975) dejara, siendo apenas un mozalbete una de las más sobresalientes actuaciones de jugador importado alguno que haya pisado el Palacio de los Deportes de Santo Domingo. En ese momento, Granger era apenas un jugador de segundo año de East Texas State University (desde 1996 Texas A&M University en Commerce), recinto donde también jugó el dominicano Hugo Cabrera y el centro Lee Johnson (6’11), de breve paso por la NBA (Houston Rockets y Detroit Pistons) pero de amplia trayectoria en Europa: Italia Israel, y Francia (desde 1979 a 1993).

Granger
Como si se conocieran de memoria los espacios del Palacio Contador Gastón Guelfi, Granger, Bruno Fitipaldo y la imponente presencia interior de Esteban Batista definían las acciones. El tercer cuarto pasó 14 a 10 a favor de los locales, mientras los dominicanos trataban de no dejar escapar el juego pese a que por momentos estaban lejos en el marcador.

Se llegó a los últimos 10 minutos finales por una diferencia de apenas 4 unidades, pero República Dominicana se quedó sin identidad. De repente quedamos convertidos en llaneros solitarios que sonábamos agripados. Ahí nos ahogamos. Las acciones pasaron 20 a 15 para cerrar con el definitivo 66-57.

No es que Uruguay fuera una maravilla pero manejó los tiempos mejor, el juego colectivo del tricolor no se manifestó, además los lances dominicanos sólo se pueden definir como impresentables: 46.3 por ciento en lances validos para dos (19-de-41), 20 por ciento detrás del arco (4-de-20) y 50.0 (7-de-14) por ciento desde la línea. Desde aquellos abismos que usa el juego moderno Liz (1/6), Solano (1/3), Mendoza (1/3) y De León (0/4)… ¿para qué están las estadísticas?... hace rato que no tenemos un tirador confiable. Leí de un dilecto amigo: “jamás la carreritas que implementa López Guillen le ganaran al juego de pases”.

Como era de esperarse, Dagoberto Peña jugó apenas sobre un minuto. Un jugador que alcanzó jerarquía en España, que se labró su puesto a base de trabajo, que puede ser diferencia en ese grupo, por su inmensa capacidad atlética y por su estatura para la posición, es relegado olímpicamente. A mi nada me sorprende. Ángel Núñez, no pisó la cancha, me luce como un nuevo Juan José García, que siempre tienen estos tipos para especular.
Batista frente a Jonathan Araujo

López Guillen basó todo el trabajo en Santana (35 minutos), Liz (26), Mendoza (25), Solano (24) y Rojas (24). Sumó 20 a la cuenta de Delgado y otros 19 a Araujo. ¿Frente a Panamá como estarán esas piernas?... ¿entenderá el técnico dominicano que debió implementar otros conceptos para estar aquí?...

Ahora estamos obligados a dominar a Panamá y Estados Unidos; no se si habrá humor para ello. No se si muchos entenderán que significado puede tener la capital peruana de cara al futuro. Hay que enfrentar la realidad que nos toca para cambiarla. Es importante una buena demostración frente a los panameños, pero López Guillen suele correr con ideas fijas, predeterminadas, sacadas de un saco siempre roto y sin remiendos.

Siempre hay alternativas que se modifican a último momento, pero también hay que ir a la escuela, recibir el pan de la enseñanza: pa-pe-pi-po-pu; ma-me-mi-mo-mu… mapa, tomate, mamá… mi mamá me ama; amo a mi mamá. Hay que observar las armas que el enemigo coloca en la duela, pero adolecemos de seguimiento; todo lo sabemos, pero la realidad es diferente: “no hay dinero”, repite Najri. Tampoco hubo tiempo para entrenar, pero la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) se extendió hasta más allá de comenzados los entrenamientos.

López Guillen
Aquí nadie entiende que hoy todo lo organizativo está vinculado al rendimiento colectivo. Los tiempos siempre serán insuficientes; López Guillen y su compinche Mercedes Del Rosario, como todos estos técnicos amparados en CODEBAL, jamás entenderán que más allá de las individualidades hay que conformar un bloque efectivo, con identidad, con aspiración de trascender y heterogéneo.

Después de finalizadas las acciones Rafelin se despachó con un simpático mensaje: “vamos muchachos no pudimos cerrar el partido de hoy contra Uruguay en su casa, pero vamos a cambiar la página y mañana duro contra Panamá”. Alguien de mis afectos le respondió: “el federado presidente, siempre dice la misma frase cuando pierde. ¿Sabrá lo que es cerrar un partido?”.

Esta gente se quedó sin aliento pero no desfallecerá en su intento de eterna continuidad, pedirle al Comité Olímpico Dominicano (COD) que legisle al respecto es requerir lo imposible. Cada día Uribe Vásquez busca atar más la disciplina para sus apetitos, pero el declive competitivo llegó. Este episodio nos está demostrando que, por mucho que sea el empeño en marcar una deriva concreta al devenir colectivo, imponiendo decisiones personales, estructuras de poder viciadas e instituciones complacientes atadas al gobierno federativa, termina siempre por imponerse la intrahistoria, es decir, la realidad soterrada del deporte y la dinámica oculta de sus fuerzas sociales, que determinan inexorablemente el sentido de los grandes cambios históricos.

                                     
Ganar sin fundamento, como se ha querido imponer, ganar sin la enseñanza de lo cotidiano, ganar para la satisfacción de una cúpula oportunista, ganar, ganar, ganar, sin más… se está cosechando lo que se sembró. En un primer instante se recogió lo bueno que Frank Herasme y Julio Subero Montas dejaron, y hoy nada se recuerda de ellos. Esa historia se maquilló, se vistió de seda, y ahora se corre el colorete de la mona, el “ferré” cae groseramente por capas.

Si alguien de esa camada tuviera un poco de dignidad sentirían el peso de una presión enorme, inexplicable. Esos son los mismos que han sido capaces de perpetrar con frialdad la matanza de la disciplina. Un golpe que cada uno vive a su manera. El protagonismo negativo de estas hienas podría eclipsar cualquier buen esfuerzo, pero ni siquiera eso estamos desarrollando. La actividad se pasmó y nadie pone el valor para enfrentarlos.

Graderías del Palacio Contador Gastón Guelfi
No estoy seguro de que los ánimos decaídos de los fanáticos, seguidores y patrocinadores se vaya a reanimar después de la cita en Montevideo. El péndulo del fiel lo han llevado al otro extremo, tanto que causa estupefacción. Seguimos preguntándonos: ¿por qué unos jóvenes educados, laboralmente integrados y socialmente protegidos, como todos dicen ser, han sido capaces de tanto odio y tanto mercantilismo perverso alrededor del conjunto nacional?... tenemos un verdadero problema, que no se puede seguir escondiendo.

Las paternidades y otros grados de consanguinidad repartidos por Uribe Vásquez no gestionan relaciones en la disciplina, ofrece argumentos para justificar su “supremacía” sobre enemigos inexistentes, mientras estimula reacciones xenófobas por exceso de discriminación positiva.

El infierno está lleno de buenas intenciones. Aquí, se encendieron los hornos a toda capacidad.



Agosto 29 del 2017



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