Abuelita… unos son de la marina y otros
son de la aviación
El Club Deportivo y Cultural Mauricio Báez hizo
pública su intención de regresar al baloncesto superior del Distrito Nacional,
decisión aplaudida por todos. El tiempo hace borrar posiciones y quizás nadie
recuerde que motivó su ausencia; tampoco nadie cuestiona su regreso. En aquella
oportunidad la directiva del conjunto de Villa Juana, año 2003, argumentó en la
serie final frente al San Carlos, que no existían condiciones de seguridad para
sus jugadores.
Aquella vez fue la seguridad y se privó a la fanaticada
de uno de los conjuntos de mayor raigambre, que levantaba el fervor popular, y
por supuesto, uno de los fundadores de la justa en 1974 cuando el Palacio de
los Deportes vistió de adulto al baloncesto dominicano, gracias al trabajo de
mucha gente que en los nuevos tiempos se pretende ignorar.
A favor de los mauricianos hay que decir que en todo
este lapso han seguido trabajando en las categorías formativas, algunas veces
organizadamente, con entusiasmo inaudito, y otras a la buena de Dios, con
escasa efervescencia, desencanto y desilusión.
Más de una vez la Asociación de Baloncesto del
Distrito Nacional (ABADINA) le ha entregado el trofeo al Club del Año. Sus equipos, tanto de varones como de damas, siempre
están entre los llamados a escalar primeras posiciones, con muchachos de la
barriada y sin cuestionamientos por presentar jóvenes en conflicto con sus
edades; por lo menos hasta donde conozco. No hay políticas definidas frente a
los entrenadores, los horarios dependen de las circunstancias del momento, y
los que hacen baloncesto, tratando de formar jóvenes, están siempre a la espera
de “una ayuda” de instituciones públicas, incluyendo el Ministerio de Deportes
y Recreación (MIDEREC), Policía Nacional y Ayuntamiento del Distrito Nacional.
Pero también, del humor de Leonardo de Jesús Heredia
Castillo, conocido como Leo Corporan, que decide a quien favorecer y a quienes
no. La institucionalidad y los valores democráticos no son una joya que pueda
exponer la cúpula del Mauricio Báez, que precisamente conduce Heredia Castillo.
¿Seguridad?... en los actuales momentos nadie puede
garantizar una estricta seguridad alrededor del Palacio de los Deportes mucho
menos en la media luz de las 11:00 de la noche, como tradicionalmente han
terminado las jornadas y en la bisoña gestión de José Monegro sin experiencia
en estos afanes. Una seguridad que no existe en ningún rincón del país,
colocada como punta de lanza para atraer a los seguidores de la disciplina. ¿Y
más allá?... ¿y en el elevado de la 27 de Febrero?... ¿y el transporte para los
parroquianos?
La excusa del Mauricio Báez es baladí, frívola,
anodina, trivial, debieron disponer un poco más de sustrato. Además, los mismos
mauricianos han sometido a sus jóvenes promesas en eventos donde ha reinado la
falta de disciplina, el desorden, las riñas, el irrespeto, precisamente en
montajes de la propia ABADINA.
Uno de los espectáculos más deprimentes lo ofreció el
jugador Adán Beltré, apodado Changó, del Club Rafael Barias en la propia
instalación del Mauricio Báez; esa vez este carajo se convirtió en una máquina
de lanzar botellas al entablado, buscando la anatomía de compañeros y
contrarios. Nada pasó, ni una amonestación y el tipo ha seguido haciendo
tropelías donde quiera que haya pisado una cancha, pese a que todo el mundo
conoce que tiene enormes fallas conductuales.
¿Tanto
ha cambiado ABADINA?... ¿contamos con dirigentes traídos de otras galaxias?...
¿fueron los fanáticos reemplazados por adoctrinados querubines?... que me
disculpen, veo los mismos rostros en todas las actividades. La administración
de Monegro, que no ha traído nada nuevo en sus cinco meses de gestión, debió
iniciar una normativa para saneamiento en los clubes de baloncesto, instaurar
en los mismos verdaderas democracias y dispuesta a erradicar a los indeseables
de las canchas.
No existirá
jamás un real avance si se mantienen dentro de la actividad los entes
autárquicos que han tomado decisiones independientes, sino una política que
permita marcar el rumbo hacia los objetivos definidos, con visión clara, para
el bien colectivo. No se puede postergar más el trabajo.
¿Cambió el Mauricio Báez?... considero que en lo
absoluto. Es la misma estructura que aparentemente sólo será erradicada con la
muerte de Heredia Castillo, pero que echó raíces y pregona que es inamovible.
De momento, nada se mueve sin la venia de este personaje y con la bendición de
su compadre y cómplice Nelly Manuel Doñé, también conocido como El Cabo. Todas
las posiciones administrativas del Mauricio Báez giran alrededor de familiares
y allegados a estos dos nombres.
Si alguien quiere conocer la falta de
institucionalidad mauriciana sólo tie
ne que detenerse en las crónicas de sus
dos últimos procesos electorales. En el año 2013, para el último periodo de
Saturnino Martínez, una masa votante formada por jóvenes sin ningún criterio;
aquello parecía una fiesta de Día de Reyes, con Heredia Castillo, Doñé y
Roberto Ramírez (presidente de la Federación Dominicana de Clubes) como los
reyes magos. En este 2015, para la escogencia de José Luis Domínguez, Boyón,
todo un pase de revista social, hombres y algunas mujeres maduros, sin ningún
deportista presente y sin jóvenes entre los convocados.
Saturnino Martínez |
Mauricio Báez trata de regresar al superior del
Distrito Nacional no por qué desaparecieron las razones que motivaron su
retiro, lo hace por el simple hecho de que Heredia Castillo podrá disponer de
todas las herramientas de control para el manejo del mismo. Las primeras
muestras de ello fueron el nombramiento del Comité Organizador, y por supuesto,
el cabecilla de Villa Juana, quien siempre se ha creído impoluto, buscará los
patrocinios de la justa.
Lo que está por probarse es si el periodista Monegro
será tan pusilánime como su predecesor en el cargo, Ramón –El Teacher-
Rodríguez, quien prefirió inmolarse bajo la única premisa de no revelar a
quienes o a quien se le pagaron en el año 2013 las comisiones por evento de
publicidad y patrocinios y donde la mano de Heredia Castillo era la que
encendía los escenarios. Todo enmarcado en un tinte con pinta villajuanera.
Pendiente queda el paquete que exigirá el presidente
de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), Rafael Fernando Uribe
Vásquez, alias Rafelin, quien siempre
trata de sacar más de un as debajo de la manga. En cuestiones comerciales la
relación Heredia Castillo y Uribe Vásquez han resultado de mutuas puñaladas
traperas.
En este largo espacio de ausencia mauriciana el
baloncesto cambió, no hay pasatiempo perfecto, los torneos se han reducido a
tal punto que no resultan atractivos en la ciudad de Santo Domingo, los eventos
menores ganan espacio quizás por la contigüidad de jugadores y fanáticos, no
hay un solo ídolo metropolitano, se minimaliza la actividad pero también se
difumina. Los jugadores parecen no ser reales, llenos de carencias, los
refuerzos no son tales, y los entrenadores han pasado a otras latitudes, no
enseñan, tampoco se capacitan, no tienen autoridad; como si todo se concretara
a “la búsqueda de los chelitos”.
Los jugadores imponen su ley y se apandillan según las
conveniencias del momento: algunos hasta sirven de peones a los líderes de los
quintetos, muchas veces sólo por el simple hecho de haber estado en la
selección nacional o en la pre-selección. Los entrenadores dejan hacer, no hay
disciplina ni elaboración de los partidos; el trabajo responsable se borró de
la faz de las canchas. Además de parecerse a un hipódromo, los partidos de
baloncesto se resuelven fáciles: yo la tengo, yo la tiro y se acabó.
Por ejemplo, ningún equipo del baloncesto dominicana
gana con un centro dominando el juego interior. La última versión del Rafael
Barias contó como un Luis Martínez, también conocido como Dominguito, que se
convirtió en Superman, en toda su dimensión. Es además un buen termómetro para
los mamotretos de equipo nacional que hemos tenido en los últimos años. Hace
varias campañas, San Carlos contó con Román González por decisión de su
entrenador Daniel Maffei y se apreció un cambio de actitud y de juego; no se
ganó pero se impuso una huella.
Mauricio Báez se ausentó pero Heredia Castillo siempre
estuvo presente. Su continuidad es una enorme provocación y sinónimo de que
todo el que ahí llega se convierte en un pelele de sus posturas. En la última
administración de Leonel Fernández Reyna, como muestra, obstaculizó todas las gestiones
del jugador Carlos Martínez quien se responsabilizó de la franquicia de Los
Prados, estando aún vistiendo de cortos; sólo la ascendencia y la seriedad de
este chico pudo salvar al enseña de la parte occidental de la ciudad de Santo
Domingo, que quedó con deudas incontables.
Otras preguntas vuelan sobre este regreso… ¿está libre
de deudas la franquicia del Mauricio Báez?... es más de una década, pero estoy
seguro que hubo compromisos que quedaron pendientes. ¿Alegarán los mauricianos
el derecho a reserva de los jugadores que se formaron en su cantera?... no hay
dudas de que algunos chicos, por compromisos, podrían estar vistiendo esos
colores, pero las disposiciones internacionales prohíben todo tipo de reservas
sobre jugadores mayores de 18 años. ¿Obstaculizará Heredia Castillo la labor de
gestión de recursos de otros equipos?... todo el mundo conoce que este “paladín
del deporte” ha tenido serias diferencias con más de uno de los equipos
llamados a intervenir en la justa del 2016; no seria extraño apelara a sus
viejas destrezas.
¿Tela por donde cortar?... ¡muchísima!
A Heredia Castillo se le olvidó que la vida, por
efímera, es una tragedia. Cada vez que lo veo pienso que estoy frente al poder
corruptor dentro del deporte dominicano. Para peor, en base a todas sus trampas
quiere recoger los frutos de árboles que nunca sembró.
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