sábado, 10 de octubre de 2015

El Rey de la Glostora

“El que no esta mal de la cabeza sabe que hoy es 10 de octubre”, así habló Félix Ramón Jiménez Jiménez, a quien todos conocemos como Felucho, en su intervención en el programa radial Matutino Alternativo conducido por Carmen Imbert Brugal. Lo único cierto de la participación era que contábamos a 9 de octubre (Oct.09.2015) y desde ese preciso instante nos dejó la sensación de que podríamos encontrar serias lagunas sobre su condición psicológica. Coincidencialmente el 10 de octubre se celebra en todo el globo terráqueo el Día Mundial de la Salud Mental.
 
Jiménez Jiménez
Jiménez Jiménez, La Vega (Oct.21.1949) es actualmente presidente del Consejo de Administración de la Refinería Dominicana de Petróleo (REFIDOMSA), miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en el poder consecutivamente desde el año 2004; anteriormente estuvo como secretario de Turismo (1996-2000 y 2004-08), diputado al Congreso Nacional en el período 1986-90. En su hoja de vida se recoge el hecho de dirigir las campañas electorales a la Presidencia de la República del profesor Juan Bosch Gaviño en las elecciones de 1982, 1986 y 1990; las perdió todas.

Cuando usted pregunta por sus ancestros se tiene como respuesta: “ricos hacendados veganos” y después el silencio. Sus defensores han dicho siempre que ha estado ligado al mundo de los bienes raíces, pero quien trata de hurgar no levanta más polvo que una pisada. Más de una vez ha estado al filo del abismo, en escándalos de tierras, pero nuevamente, el sigilo. Esa afonía llega a crear ruidos; susurros que de forma artera se meten en los oídos, que no es un sentido ágil como la vista: los ojos se cierran, pero el oído no puede defenderse. Ese silencio ha producido tanto murmullo y vergüenza que ha creado una relación extrovertida, abierta, demoledora; a la vista de todos.
Bosch

Hoy, República Dominicana se debate entre los escándalos; uno cubre la indelicadeza pasada, calla y nada se investiga, muchos menos se encuentran los malhechores. Al llegar a la Presidencia de la República en el año 2012, Danilo Medina Sánchez señaló que actuaría hasta por el rumor público en los casos de corrupción. A estas alturas todos tenemos la percepción de que no hay un miembro de la cúpula del PLD que no tenga una pistola llena de muescas. Los gobiernos peledeísta nos han llevado a vivir en la sociedad del espanto.

Los oyentes abrigábamos la esperanza de que Jiménez Jiménez ofreciera una humana conversación, pero terminó haciendo un monologo; las preguntas se esfumaron, trazó temprano su línea, se reservó sus visiones en aspectos que podrían ser dignos de estudios futuros en su relación con el fundador de su partido, Juan Bosch Gaviño, y mostró sus garras, siempre dispuesto a créese impoluto con un destemplado: “usted no estudió economía en la misma escuela que yo estudié”, en respuesta a un comentario de Pedro Pablo Yérmenos.

La esperanza era larga pero fue confinada a la cavidad bucal del político. Al final, más humo para la historia reciente dominicana.

Medina Sánchez
En la primera versión de Jiménez Jiménez al frente de la cartera de turismo, un amigo despide a dos coetáneos que se acercaron al país con fines de invertir en playas y diversión. Tristemente señalaron que un segundón con licencia oficial les había solicitado 10 millones de dólares para cualquier proyecto que se decidiera echar hacia delante. Son los mismos cobradores de peajes que aparecen en todas las carteras, facilitadores de inversiones, que como por arte de magia nunca están subscritos al responsable de turno, pero las licencias, después de las coimas, se suelen otorgar de manera expedita.

Habló de que su trabajo era en REFIDOMSA y nos mintió. Su trabajo ha sido un político a tiempo completo. Cuando le tocó exponer sobre los precios de los carburantes corrió la manta y optó por esa tan recurrida vía de rememorar a Hipólito Mejía Domínguez como único hacedor de los males ancestrales de la sociedad dominicana, en una muestra más de la falta de ideas de los funcionarios del PLD. Mejía Domínguez gobernó en el periodo 2000-04 y los peledeísta han tenido la cosa pública en sus manos desde hace 11 años, navegando entre otras cosas con una prensa favorable; antes de Mejía Domínguez también la tuvieron, 1996-2000.

Hay algo que esta gente no entiende más allá de la carga mediática que siempre los acompaña, no proyectan mucha luz, se abandona a imágenes y consideraciones sobre la fugacidad de todas las cosas. Sus glorias terminarán como el humo, desvanecidas en el aire por el tiempo. De cara al público, hablan y hablan, bailan y bailan, con esa gracia tan suya para contornearse, hablando y bailando. Pero en la vasta soledad de sus habitaciones y despachos es otra cosa; esa melancolía no admite traducirse en palabras.

Esta gente conoció el poder, se acostumbró a disfrutarlo olvidando sus obligaciones y el propio lema partidario: “servir al pueblo para servir al partido”. Servir al pueblo… debería de ser la máxima de todos los políticos en todas partes del mundo.

Lideres de una centro-izquierda difusa con la mira puesta más en Joaquín Balaguer Ricardo que en el propio Bosch Gaviño, mentalidad aburguesada y rentista.

Nunca antes creció la desigualdad en República Dominicana, pero también nunca antes se cocinaron al vapor tantos millonarios. Francisco R. Carvajal Martínez, alias Bueyón, en sus cátedras de idiosincrasia del pueblo dominicano los hubiera definido como: “gente que pasó de los patios de Villa Juana a las torres de la Anacaona o de la Luperón”.

Balaguer
Los repetidos gobiernos del PLD nos han creado una sociedad narcotizada por las telenovelas, la televisión barata, las redes sociales, la bachata y la música urbana, el clientelismo más infame, que ha banalizado todo lo que ha caído en sus manos. Hoy existen escenarios prósperos para el arraigo de populismos y césares que cacarean soluciones fáciles a problemas complejos. La política se ha convertido en el arte de la empatía. Las doctrinas sucumbieron, brilla por su ausencia el debate ideológico. Los llamados “líderes” únicamente se esfuerzan por acudir a programas de gran audiencia y allí sobresalir como los más simpáticos.

Los dominicanos estamos siendo condicionados por la mediocridad y la manipulación con la finalidad última de desorientarnos hasta el punto que no podamos distinguir entre lo veraz y lo falso más incontestable, entre los datos más ecuánimes y la propaganda, el proselitismo, la octavilla. Lo que estamos sembrando hoy será la cosecha del mañana; estos vientos traerán tempestades inadvertidas.

El vaciamiento político y de la cultura es impensable sin un deterioro del sistema educativo; las consecuencias en el futuro pasaran por el derrumbamiento de la sociedad, que consecuentemente acarreará más deuda social. Siempre se paga un precio por todo lo que hacemos.

Fernández Reyna
La verdadera revolución nacional, la misma que diría Balaguer Ricardo, “ganada sin disparar un solo tiro”, la que no están dispuesta a librar ni Medina Sánchez, en su condición de Presidente de la República, ni Francisco Javier Tadeo Domínguez Brito, ni Francisco Javier García Fernández, ni Leonel Fernández Reyna, ni Jiménez Jiménez, ni Juan Temístocles Montas Domínguez, ni Reinaldo Pared Pérez, ni José Tomás Pérez Vásquez, ni Ramón Radhamés Segura (todos en su momento han manifestado sus aspiraciones presidenciales, colocados en estricto orden alfabético), ni sus acólitos de ocasión, sería que nuestros ciudadanos pudieran aprender a pensar y comprender de modo propio y resulten críticos ante lo que leen, ven y escuchen.

El peledeísmo demostró con Medina Sánchez que resulta sumamente fácil tomar la garrocha y saltar de un lado a otro; se tejió el mito de que su antecesor era invencible y terminó marginado y momentáneamente excluido por los intereses de cada uno de sus compañeros. Fernández Reyna ha preferido apostar a sus alianzas antes que pactar definitivamente con el Presidente de la República; el juego está abierto y la división planteada.

Medina Sánchez habría señalado que no se puede estar esperando una base por bolas; eso dejaría a cualquiera de sus seguidores fuera del juego. Las apetencias embisten contra la unidad partidaria y el dinero corre para mantener lealtades.

Para los políticos dominicanos vienen tiempos difíciles, apuran números y cuentas personales, mienten descaradamente y la traición está a la vuelta de la esquina. Hay quienes no llegarán jamás a la Presidencia de la República, otros que echarán de menos los micrófonos y las cámaras de televisión, pero los colchoncitos están forrados de plata.

Sus miedos se condensan en su propio país.


¿Cómo se vería República Dominicana sin la cúpula del PLD en el gobierno?

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