Espejismos
en el mar
El almuerzo dominical transcurre placidamente, llegan los postres que
estoy haciendo artesanalmente (tengo a mi familia de conejillos, pero disfrutan
enormemente; la magia culinaria de la chinola)
y en la sobremesa mi mamá se despacha con un sorprendente: “no tendrás por ahí
los merengues de El Jefe (Rafael Leonidas Trujillo Molina)”. Me asaltan mil
preguntas, y agrega: “es que ahora todo es basura, un tal Omega, uno llamado
Mozart, un fulano dizque Chimbala, Chiquito Timbal (después supe que era
Chiquito Team Band) y unas chapas que vibran; nada de eso sirve para el
disfrute, insufrible para escuchar decentemente”.
La música es un buen ejemplo para evaluar las sendas por los que se
enrumba República Dominicana. Más de una vez me ha asaltado la duda si somos un
laboratorio de practicas políticas para pedido; total, a eso nadie le importa,
sólo nosotros nos creemos el centro del universo, pero además de no serlo,
tampoco estamos preparados para serlo. Las prácticas de nuestros gobernantes se
parecen cada vez más a la de lugares que una vez se nos hacían imaginarios,
distantes y sublimes.
Joaquín Balaguer Ricardo tenía un librito, que se decía antes tuvo
Trujillo Molina y que fue descartado por Juan Bosch Gaviño, Héctor García-Godoy
Cáceres, Antonio Guzmán Fernández y Salvador Jorge Blanco. Ahora existe un
manual de referencia, matizado según las circunstancias, que se ha empleado en
República Dominicana, pero además en Argentina, Brasil, Venezuela, Nicaragua,
Bolivia, Paraguay, entre otros países en América Latina y el común ha sido el
quebranto colectivo.
Hace años, muchos, que nos convertimos en una nación fracasada, lo que
no le ha importado a nadie. Cada día nos perdemos en ese tan mencionado “en el
mismo trayecto del sol”.
Hay un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol.
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
colocado
en el mismo trayecto del sol.
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
El escritor español Juan José Millás expone de manera magistral lo que
sucede con la clase dirigencial del país, a todos los niveles: “la densidad oral debería ser producto del
significado latente, no del clenbuterol sintáctico que engorda los discursos,
dejándolos como esos filetes de carne que luego, en la sartén, se quedan en
nada” (El País, Mar.20.2015).
Las primeras planas de nuestros más sobresalientes rotativos
(Mar.19.2015) no nos dejaron nada a la imaginación. El Hoy nos regaló está
bomba: “Preocupa alta presencia de policías y militares en el crimen organizado”.
El Listín Diario con la dirección de Miguel Franjul, que ya no es ni la sombra
de lo que fue bajo la egida de Rafael Herrera Cabral, señalaba: “EEUU
veta la entrada de frutos y vegetales de RD” para agregar más abajo,
con ese sello de pasquín morado: “Agricultura dice que la medida afecta a
pocos productos”. Tan escaso es el monto de las cifras de los afectados
que ya se conocen unas preliminares que alcanzan los 300 millones de dólares
(moneda de los Estados Unidos de America) que hubieran ingresado a las cuentas
de pequeños y medianos productores y cooperativas agrícolas.
“[…]
Caminamos durante dos horas. Estábamos lejos de la ciudad, en una carretera de
las afueras, poco frecuentada. A pesar de todo, ya nos habíamos cruzado con un
par de vehículos. El Maestro avanzaba silencioso: sólo de vez en cuando
pronunciaba un monosílabo... Me había soltado el brazo; yo caminaba detrás,
cerca de él...
Mi estado de alma era interesantísimo. Me sentía hipnotizado, seguía sus pasos como atraído por una fuerza magnética. Si hubiera intentado caminar cuando él se había parado, o detenerme mientras él caminaba, me habría sido imposible. Mis pasos estaban en función de los suyos. Un intenso escalofrío me recorría el cuerpo, como si avanzáramos hacia un gran peligro. Una nube de Misterio nos arrastraba, presentí... Y la mañana de aquel día […]” (Mário de Sá-Carneiro, “Cuentos portugueses” Gadir Ediciones, 2014).
Mi estado de alma era interesantísimo. Me sentía hipnotizado, seguía sus pasos como atraído por una fuerza magnética. Si hubiera intentado caminar cuando él se había parado, o detenerme mientras él caminaba, me habría sido imposible. Mis pasos estaban en función de los suyos. Un intenso escalofrío me recorría el cuerpo, como si avanzáramos hacia un gran peligro. Una nube de Misterio nos arrastraba, presentí... Y la mañana de aquel día […]” (Mário de Sá-Carneiro, “Cuentos portugueses” Gadir Ediciones, 2014).
Hemos conocido del lanzamiento de Leonel Fernández Reyna a la
pre-candidatura presidencial para el año 2016 por el Partido de la Liberación
Dominicana (PLD), con un arranque que no aportará nada nuevo y si mucha basura
clientelar, sin ideas ni proyectos pero con muchas mascaras. Un eterno
presidenciable en esta jungla de desposeídos que por mucho tiempo encabezó
todas las encuestas de opinión, tres veces Presidente de la República, pero que
le huye a la justicia para aclarar todo lo que nos dejó; como dijo su sucesor y
compañero de partido, Danilo Medina Sánchez, “un maletín lleno de facturas”.
Suceder a Fernández Reyna, paladín del estatismo, con toda resignación y
con todo ese andamiaje tendido para conducirnos a imaginarios paredones frente
a toda esperanza, no fue recibir la banda presidencial y símbolos de poder,
sino también una economía en ruinas, azotada por más de un huracán: números
dibujados desde el Banco Central, una inflación soterrada que nunca se ha
enfrentado, un aparato productivo desgarrado, el sector agrícola totalmente
arrinconado, los escándalos de una corrupción portentosa; la permisividad y
complicidad con el narcotráfico; las enormes barreras para que los
emprendedores suscribieran créditos bancarios, la más abultada cantidad de
empleados sin ninguna función, la instauración del reinado de la inseguridad en
la sociedad dominicana, la capitaneada aventura para favorecer a los
importadores de toda laya, la politización del aparato militar, la impunidad
para los seguidores del sector, la imposición de proyectos aberrantes contra la
ciudadanía incluyendo el Metro de Santo Domingo, el descuido por los aspectos
básicos del país (salud, educación, etc.), entre tantas otras minucias.
La ruindad de Fernández Reyna llega tan lejos que fue capaz de aceptar
el apoyo de Víctor Céspedes Martínez, Procurador General de la República en el
gobierno de Hipólito Mejía Domínguez (2000-04), uno de los funcionarios más
criticados y menos capaces de ese periodo, a quien se llevó a los tribunales al
inicio de la gestión 2004. Al autor del Nueva
York chiquito nunca le ha faltado osadía para reunir bajo su manto a toda
especie de víboras, áspides y culebras.
En la entrega de la encuesta Penn Schoen & Berland, contratada por
Noticias SIN (Marzo 2015) la mayoría de los encuestados señaló que Fernández
Reyna pretende regresar a la Presidencia de la República “para robar”, “acabar
con el país”, “aumentar la corrupción”. Las declaraciones frente a un grupo de
oficiales retirados de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no tuvieron
desperdicios: “solicitar la
colaboración del grupo de ex-altos oficiales policiales y militares para
diseñar y ejecutar un plan encaminado a prevenir y enfrentar con éxito la
comisión de crímenes y delitos en el país”.
¿Le
preguntó Fernández Reyna a esos jerarcas militares su responsabilidad en el
estado de descomposición que vive el país en la actualidad?
Vargas Maldonado |
Tristemente, en la acera de enfrente hay poquísima cosa que buscar. El
Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ha sido descuartizado por la tozudez
enfermiza de un comerciante llamado Miguel Vargas Maldonado, puesto de rodillas
y en la actualidad con la más baja tasa de simpatías desde su fundación. El
Partido Revolucionario Moderno (PRM), una escisión expedita del anterior, con
un Mejía Domínguez que continua plantándose como figura preponderante y un Luis
Abinader Corona lanzado como retrato emergente. Más allá, el Partido Reformista
Social Cristiano (PRSC) que ya lanzó como su candidato a Federico Antún Battle,
no tiene nada que ofrecer.
Jamás lo vamos a admitir, pero el oficialismo es delincuente no importa
de la bandería política que resulte, la oposición es inexistente, el pueblo
muere cada día de muy diversas formas y la mentada democracia es apenas una
embeleco para naciones como la nuestra.
Cada vez más los problemas nacionales desmejoran, los años se tornan
pesados y los diferentes gobernantes no han estado a la altura de los problemas;
los opositores se aglutinan sólo para conseguir posiciones públicas. Vivimos en
la eterna exacerbación de las contrariedades. Nadie tiene en sus manos una
propuesta seria para resolver las situaciones apremiantes y llevarnos a
estadios de prosperidad, todos conforman islas de poder con intereses muy
personales y también muy obscuros. Los dramas y calamidades dominicanos son la
única realidad cotidiana.
El liderazgo antagonista a la causa peledeísta ha sido incapaz de
capitalizar las nefastas gestiones que se han vivido en los últimos 10 años y
meses, empezando por la inseguridad y la anarquía. La realidad microeconómica
es un caldo de cultivo permanente, y bien abonado, para abandonar las
posiciones de comodidad, sospecha, incapacidad, complicidad, sin descartar
intereses bastardos de nuestras “figuras emblemáticas”.
Acá no hay llama que se encienda más allá de unos pocos encuentros
explosivos con los periodistas. Los pactos de Vargas Maldonado con Fernández
Reyna han sido muestras de prepotencia y bajezas que no le permitirá jamás al país contar con una
oposición orgánica; piedras que trae un río turbio.
Tengo la percepción que dentro de 20 años el país no será muy diferente
al que hoy se vive. Con instituciones
sumamente precarias que, en muchos casos, como han sido Relaciones Exteriores,
Educación, Economía, Planificación y Desarrollo, Suprema Corte de Justicia,
Defensa, colonizadas por militantes políticos que, lejos de querer colaborar
con sus nuevos jefes, tratarán de hacerles la vida imposible.
El
optimismo nos resulta lejano; el Chile que pretende convertir República
Dominicana para el año 2030 un malhadado, ineficiente y fracasado Temístocles
Montas Domínguez, acomodado deleitadamente desde un ministerio eterno en
Economía, Planificación y Desarrollo no nos llegará a tiempo.
Siempre se nos
señaló que lo cúpula del PLD contaba con los elementos calificados para ocupar
las posiciones de mando con responsabilidad y altura y el tiempo nos demostró
que no había preparación para que el tren administrativo realizara sus
funciones adecuadamente. Los desafíos que nos aguardan serán interminables,
puesto que todos los aspirantes a la Presidencia de la República comparten los
mismos vicios.
Hace años, una
delegación de Corea del Sur se presentó a nuestro país para solicitar fondos
para la reconstrucción de esa nación; nadie ha sido capaz de emular a otras de
características a primera vista menos promisorias. No contamos con los recursos
humanos que se necesitarían para superar nuestros problemas más urgentes. Nadie
aprende de los errores perpetrados por quienes han estado en la administración
pública y por lo tantos estamos expuestos a que cualquier otro gobierno los
repita.
Fernández
Reyna (12 años) y Mejía Domínguez (4 años), en complicidad con un electorado
que es conquistado
por el estomago y los insaciables poderes fácticos,
resultaron caprichosos, actuaron como césares romanos, de manera alarmante y
ahí llegó la confabulación del periodismo que junto a otros actores nos
mostraron un país que no ha existido jamás. Los congresistas pasaron a no
asumir ninguna compromiso; los diestros de la política se han convertido en
oficialistas seriales, cediendo sus asistencias al mejor oferente sin mostrar
ninguna inquietud por sus eventuales ideas. Han refinado la búsqueda del provecho personal basándose
en “la muerte de las ideologías” que en todos nuestros países ha contribuido a
desprestigiar la actividad política.
Mi papá no llegó a ver a los peledeístas en el Palacio Nacional, pero se
hubiera caído para atrás. Decía que los seguidores de Bosch Gaviño eran gente
de segunda y así lo han demostrado. Apenas subieron las escalinatas de la
mansión presidencial se disfrazaron de neoliberales, matando todas las
esperanzas que en ellos se habían cifrado, por la juventud, por sus repetidas
campañas moralistas, por sus escasos compromisos con el resto de la población;
después, la corrupción los cubrió bajo el manto arrogante de Fernández Reyna.
Hoy muchos cierran filas con Danilo Medina Sánchez, pero el hilo de sustentación
es muy pobre.
Los
trashumantes congénitos, encabezados por Marino Vinicio Castillo Rodríguez,
preocupados por el cambio de clima, mantienen el apoyo a Fernández Reyna y
hacen travesuras alrededor de la figura de Medina Sánchez, sin importarles un
pepino el destino nacional. Se han cuidado de poner algunos huevos en las
canastas de Francisco Javier García y Reynaldo Pared Pérez. No buscan una
ocasión para servir a la Patria, buscan servirse; lo único que quieren es
ahorrarse el destino triste de quienes no encuentran un lugar en ninguna lista
o equipo de asesores de un potentado local.
Huelga
decir que algunos, tal vez muchos, guardarán rencor por haberse permitido
humillar por un señor altanero que los ha tratado con desprecio; en el
traicionero mundillo político, la lealtad tiene fecha de vencimiento.
Muchos aún
no nos terminamos de catequizar que el pasado Presidente de la República, al
sentirse destronado por todo aquel que tiene más de un dedo de frente por un
país que con desvergüenza apenas soportable, se niega a agradecerle el
sinnúmero de beneficios con los que nos ha colmado, nos ha regalado la más
abyecta de las modernidades, se ha propuesto enseñarnos que su paciencia tiene
límites y que no está dispuesto a tolerar más desplantes.
Ha llegado
la hora de la venganza, de la consumación de una destreza de tierra abrasada
cada vez más brutal destinada a mostrar a sus enemigos, los que según parece ya
incluyen en sus filas a una proporción sustancial del género humano, adobada
por compañeros de su propio partido, que la única disyuntiva legítima al
“proyecto leonelísta” es un país sumido en la desgracia, la indigencia, las
carestías, sin seguridad de ningún tipo, y que todo lo demás es copla
neoliberal.
Ahí se agotan las utopías y en la radio suena un impúdico Marino
Castellanos, celebre de la noche a la mañana cuando nos estruja en los oídos: “si te pegan los cuernos que siga la rumba…
los cuernos se parecen a la caja de dientes, a lo primero molestan pero con el
tiempo uno se acostumbra… ¡eso da’ pa’ to!, eso da’ pa’ to’”.
No
condenar a estos gobiernos que han violado reiteradamente los derechos de los
ciudadanos porque fue elegido democráticamente es igual a no condenar a los
maridos que golpean a sus esposas, porque ella se casó voluntariamente. Si no
hay cambios profundos en nuestra manera de administrar el país, República
Dominicana seguirá asombrando al mundo por su vocación autodestructiva.
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