lunes, 31 de octubre de 2016

Agrios edulcorados…
Caso 289: Infidelidades con el Palacio de los Deportes
Oct.31.2016       

Interior del Palacio de los Deportes, circo Soleil
Hace unos días (Oct.28.2016) escribí sobre el Palacio de los Deportes y el deseo de Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin, actual presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), sobre su deseo de que la estructura sufriera una profunda renovación.

Por supuesto, esconde de antemano el anhelo de que la misma sea realizada por él.

Este fin de semana visité la estructura y aquello asusta.

La primera instalación techada del país no tiene quien se conduela de ella.

La historiadora Régine Robin (Paris, 1939) explica que el exceso de recuerdos afecta la memoria, más cuando se obliga a ejercerla y está proponiendo nuevos métodos para volver al pasado; eso en sociedades más avanzadas que la nuestra. En Europa quizás sea conveniente un poco de silencio, pero recordar es necesario siempre. Acá hay mucha gente que tiene imborrables recuerdos alrededor del Palacio de los Deportes de Santo Domingo, evocaciones y remembranzas en el contorno del baloncesto, que la propia actividad, la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA) y la propia FEDOMBAL han querido anular de cuajo.


Ahí está el patronato creado para tales efectos, del cual Rafelin es miembro, también el administrador nombrado por el mismo patronato, y por supuesto, el departamento de mantenimiento del Ministerio de Deportes y Recreación (MIDEREC). Figuras de primera instancia.

El Palacio de los Deportes también ha tenido un administrador, un gerente (hubo una vez en que eran dos… ¡mi país!) o en última instancia, alguien de velar por su calendarización y mejor manejo. Aparentemente ha sido una figura simbólica.

No tengo la menor duda de que en cada una de estas refacciones ha existido sobrevaluación; escarbar en los archivos de MIDEREC sería labor titánica. Hoy la prensa nos regala (Oct.31.2016) que las solicitudes de información sobre las compras públicas en República Dominicana duermen el sueño eterno, aunque fuesen estas pedidas por la “comisión de veedores” para las diferentes instituciones, nombradas por el Presidente de la República.

Tengo el palpito que todo el que ha estado cerca de la magna instalación ha ido a escarbar. No hay a quien pedirle culpas de la sucesión de errores, frustraciones, demoras y falta de equipos. Nadie ha pasado balance a los costos para el Estado Dominicano, pero más de uno ha salido ganancioso. Es imposible que marchemos al progreso y a la estabilidad como país cuando sin dudas, lejos de toda lógica, lo único para lo que somos disciplinados es para la corrupción, la descomposición, la depravación, la envilecimiento, el escándalo.

Antes de emprender cualquier novedad sobre nuestro Palacio de los Deportes habría que pedir explicación a todo el que ha estado ahí de sus calidades y funciones, de las posibles faltas cometidas. Las piezas que le han faltado al aire acondicionado de la noche a la mañana no se auto-adaptaron unas patitas y salieron caminando por si solas; lo mismo podría decirse de las farolas, los bombillos, los sanitarios, los orinales, el cableado, las alfombras, también algunas butacas.

Más allá de todas las picardías es un desafío, ahí ha existido desde siempre poco liderazgo y nada de jefes verticales. Vale la pena repasar la lista de participantes en todas las negociaciones.

El último e impactante ejemplo de un traspié dentro del abuso cometido contra el Palacio de los Deportes ha sido que el espacio donde se estima uno sale a estirar las piernas, conversar, encontrarse con los amigos más allá de las butacas, estaba lleno de sanitarios portátiles, durante mi visita. Nuestra del fracaso de todos los que tienen que velar por la instalación. Quizás todos pasen al reparto de pecados y asigne destinatario a los propios.

El Palacio de los Deportes necesita atención urgente. Por supuesto, bajo ningún concepto estaría de acuerdo que se le entregue el mismo a Uribe Vásquez. Su trabajo en otras instalaciones, de menor importancia y menor presupuesto, no han sido satisfactorias. Parafraseando a Henrique Capriles Radonski (Caracas, 1972): “a Rafelin no le creo ni los buenos días. Es un diablo capaz de todo”.
Psique y Eros

No puedo calificar a Rafelin como mi amigo, mi hermano o mi socio, nuestra relación ha sido breve en extremo, pero si nadie se lo ha dicho, le manifestaré que siempre ha tenido el síndrome de Procusto, que no es más la incapacidad para reconocer como válidas ideas de otros, el miedo a ser superado profesionalmente por otros o la envidia pueden llevar a algunos directivos o mandos intermedios a eludir su principal responsabilidad, tomar las decisiones más adecuadas para sus empresas, dedicándose a cercenar las iniciativas, aportaciones e ideas de aquellos que pueden dejarles en evidencia.

Cuenta la mitología griega que En la, Procusto era un posadero que tenía su negocio en las colinas de Ática. Cuando un viajero solitario se alojaba allí, Procusto entraba por la noche en su habitación y le ataba las extremidades a las esquinas de la cama. Entonces, había dos posibilidades. Si el viajero era más grande que la cama, Procusto le cortaba las extremidades que sobresalían (pies, brazos, cabeza) para que ‘encajase’ exactamente en el lecho. Si por el contrario era más pequeño, le ‘estiraba’ hasta descoyuntarlo para que se adaptase a la medida. De hecho, el verdadero nombre del posadero era Damastes. Procusto era su apodo ya que significa “el estirador”.

El lecho de Procusto
Procusto terminó convertido en sinónimo de uniformidad y su síndrome define la intolerancia a la diferencia.

Decía Rabindranath Tagore (poeta bengalí, filósofo, artista, dramaturgo, músico, novelista y autor de canciones que fue premiado con el Premio Nobel de Literatura en 1913, nacido y fallecido en Calcula, 1861-1941): “la verdad no está de parte de quien grite más”.

La memoria deja profunda huellas, no importa cuanto se pretendan ocultar. Hay contemporáneos que olvidan pronto; también es interesante saber cuando empiezan algunos olvidos. Ocurre a menudo.


En algún momento la historia dominicana tendrá que emprender un capitulo sobre las historias olvidadas. Recordemos que tenemos tres padres de la Patria y se nos quiere imponer un cuarto; tuvimos un Padre de la Patria nueva, que aún está presente en muchos corazones, pese a que hace 55 años no existe físicamente; hemos tenido presidentes cuya descendencia se ha ocupado de escribir la historia y hace poco más de una década un distinguido banquero mandó a reescribir la historia de su más ilustre ancestro. Quien escribió aquello lo colocó por encima de todos los cielos.

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