viernes, 4 de julio de 2014

Cuanto vale el peso de una camiseta

Se anunció que Gerardo Suero Castillo, jugador de los Titanes de Santo Domingo, estaría uniformado para el segundo partido de la serie final de la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) que su equipo libra frente a los Metros de Santiago; no estuvo en el partido previo por problemas contractuales… ¿y entonces?

Entiendo que cuando un profesional salta al ruedo tiene todos los cabos atados en materia de responsabilidades, tanto en los haberes como en los deberes… ¿qué pasó ahí?

Suero es el arma ofensiva de su equipo, miembro de la pre-selección nacional de mayores y nombre pedido por Yack Michael Martínez para integrar el conjunto que nos representará en España; única variación del quinteto que el año pasado estuvo en Caracas. Ese es el pedido del capitán de la enseña tricolor.

Se entiende además, que tiene la actividad del baloncesto como su única fuente de ingresos. De esto se desprende que debería preveer todas las situaciones que puedan surgir sobre la marcha. Escuché que tiene sus representantes y que su propia familia está involucrada en estos afanes. Si a estas alturas está buscando agenciarse mejores oportunidades frente a un conjunto que pretende hacer historia o tiene mal instrumentadas las letras o pasa por un simple chantajista.

Por disposición de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), desde tiempos pretéritos, cada jugador que participe en cualquier evento donde aparezca una pelota y un canasto dentro de nuestras fronteras, debe entrar al terreno de juego con un contrato firmado; ahora el empeño es mayor pues la entidad rectora del baloncesto dominicano pretende hacerse la graciosa con un impuesto del 10 por ciento, inconstitucional desde todo punto de vista. La FEDOMBAL no es una entidad recaudadora, viola las leyes nacionales y pretende erigirse como dueña del bien y del mal.

Cualquier negocio entre Suero y los Titanes, a estas alturas, huele a suspicacia.


¿Qué dice la gerencia de los Titanes?... ¿es entupida o se viste de la más absoluta ingenuidad?... ¿por qué no se escucha al gerente general de la organización Munir Dager?... ¿Quién se arriesga con la aventura de ingresar a su principal jugador a una cancha sin tener todos los detalles afilados?

Un escenario de serie final no es el correcto para tratar de renegociar asuntos convenidos.

¿Cuál es el sentimiento de Suero Castillo por los colores que representa?
¿Cuál es el grado de profesionalidad de los encargados de manejar los Titanes?
¿Prima sólo el interés pecuniario?
¿Cuánto pesa una camiseta para los actuales profesionales del deporte dominicano?
¿Cuál es el mensaje que se deja a compañeros, patronos y aficionados?

No es la primera vez que Suero Castillo se aleja de la disciplina de los Titanes; la vez anterior se argumentó que su compañera sentimental había perdido un embarazo.

¿Si todo está tan bien instrumentado en la LNB por qué deslucir el espectáculo con nimiedades?

El chico es un buen atleta, de eso no hay dudas, pero no se hasta que punto será un gran jugador de baloncesto. Es como un Sísifo que carga sobre sus espaldas una pesada piedra. El  guijarro de muchas historias que deben ser develadas, de los colores de las camisetas que representa, de sus oportunidades profesionales. Ante la ausencia de ídolos se nos vende ya como una reliquia, un santo en vida al que hay que besarle la mano y esa presión puede ser una carga, mucho más para un muchacho de 25 años que no concluyó sus estudios.

El baloncesto es cambiante, en nuestro país trata de homogenizarse en el facilismo, ahí se nos está llevando a todo vapor; a la hora de la verdad, el peso de la camiseta inclina la balanza a los que tallan sus mejores historias. Hay chicos que no son tan chicos pero no logran avanzar en el camino de la vida, y grandes ya no son tan grandes y caen como las guanábanas.

Los pergaminos de Suero Castillo relumbran todas las noches bajo los parámetros del nuevo baloncesto
dominicano; basta con ser un copioso anotador, las demás estadísticas no importan… pero más allá de los puntos surge la pregunta: ¿hay más?... ¿es un buen compañero o es un egoísta?... ¿somete a sus amigos a la obligación de pasarle el balón?... si, a sus amigos, pues también hay pandillas en los equipos del baloncesto nacional.

Ese baloncesto, descrito ya como la “uribe-maita-melvyn-zación de la disciplina”, una payasada deportiva, un galimatías digno de repudio, un obscuro encadenamiento de insensateces y disparates que a menudo nos recuerdan los delirios de los enajenados.

¿Importan más los números personales o se juega en conjunto para la consecución de victorias?

Al fin de cuentas, las reglas marcan que son cinco para cinco: todos son humanos y ninguno es extraterrestre. Salvo excepciones de magos con la pelota que están lejos de ser vistos en nuestras canchas.

Cuando me disponía a cerrar estas líneas (Jul.03.2014) escuché en la radio que posiblemente hay que resolver algunos imprevistos antes del tercer encuentro; quizás frotar la anatomía del muchacho con ungüento Duarte ($$$$$$$$), pues intentó en el partido número dos de las finales de la LNB, encestó a su gusto (28 unidades), pero parece que la recuperación pasará por una particular sala de masajes.


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