jueves, 10 de julio de 2014

Cerebros fundidos

A raíz de la consecución de la medalla de bronce en el Panamericano de Baloncesto Juvenil por parte de la delegación dominicana, Rafael Faneyte, un personaje recién llegado a los medios y que desempeña diferentes actividades, mandó a callar a todos los desafectos de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), invalidándolos, enrostrándoles su falta de patriotismo, solicitándole su integración a las actividades de la entidad que preside Rafael Fernando Uribe Vásquez y su cantaleta se extendió varios párrafos más.

Sólo una vez estuve cerca de este justiciero de coyunturas, justo en el preciso momento que conversaba con el buen amigo Daniel Maffei, y él quería hacerle una entrevista; le cedí el espacio para que realizara su labor. Particularmente es un tipo que ni me huele ni me hiede; es inodoro (sin olor), insípido (sin sabor) e incoloro (sin color). Hago las puntualizaciones sobre los términos para que no malinterprete (química básica).

Sus señalamientos no están dirigidos a nadie en particular, por lo que entiendo le faltaron agallas para indicar quienes deberían cerrar la boca y marchar como borregos a las oficinas de Uribe Vásquez en el Palacio de los Deportes. Ahí tenemos una diferencia fundamental; quizás no quiere cargar con la responsabilidad de llamar las cosas por su nombre y mantener ese amplio abanico de posibilidades que se resuelve con un: “mi hermano”, “mi amigo”, tan cacareado entre los que no tienen ningún otro valor para hacer relaciones con sus entornos.


Este chico, inexperto, sin una amplia hoja de vida, labora para un programa especializado basado en la disciplina en ESPN, es asistente de un conjunto de la Liga Nacional de Baloncesto, colabora con la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), inclusive se rumora que maneja una de las cuentas de Twitter de Uribe Vásquez, comenta partidos de baloncesto, tanto de la NBA como locales, por la propia ESPN y quien sabe que otras tantas funciones más. Si es responsable con todas, su momento pasa por una entrega absoluta a la disciplina.

Lo que no logro entender de toda esta gente es que en el momento preciso de disfrutar y estar imbuidos en sus triunfos sólo hacen recodar a quienes los han criticado o han tomado la palabra, escrita, radial o televisada, para mostrar sus desacuerdos con la manera de hacer las cosas; la gente debería aprender a vivir sus propias vidas, no la de los demás.

¡Demasiados demonios habitan en esas cabezas!

Lo que estoy seguro es que esas mismas testas, las de “hombres que han sacrificado muchas cosas por estar ahí y ser parte de esta bella historia”, no hay nada de ingenuidad. Todos están marcados por sus intereses y continuarán siendo piezas útiles para las aspiraciones de Uribe Vásquez en su empeño de perpetuarse al frente de la entidad rectora del baloncesto dominicano y mientras se les permita, también desarrollar rentas propias.

No es verdad que toda esta gente alrededor de lo que hoy es el baloncesto dominicano está interesada en el desarrollo integral de la disciplina en el país. Todos esgrimen sus sacrificios, la entrega más allá de las posibilidades, pero para la historia, nada. Un abismo provocado a base de frivolidades, perversidades, enormes travesuras, tráfico de seres humanos, mercantilismo y veleidades.

Tampoco entiendo como la FEDOMBAL imbuida en sus logros y ejecuciones pretende lanzar un ramo de olivo sobre sus adversarios. La gestión de Uribe Vásquez se quiere vender como un reloj de oro, con la urgente necesidad que tiene que gustarle a todo el mundo.


Qué esta gestión hasta el momento ha sido efectista, si, eso no se puede negar, pero cada día se me asemeja a las políticas aplicadas por Leonel Fernández Reyna: mucho relumbrón, muchas trompetas, pero al final nos dejó una nación quebrada, postrada hasta los tuétanos y pese a todas las falencias pretende seguir erigiéndose como un inmaculado, irreprochable, impoluto, casi virginal.

El ensayista inglés Samuel Johnson (1807-1884) dijo una vez: “el patriotismo es el último refugio de los canallas”, bajo ese manto se cubre mucha gente entre nuestras fronteras, en todos los campos.

Hay un marcado interés en Rafael Fernando Uribe Vásquez y su grupo de sacristanes, cómplices, secuaces y compinches en denostar; esa búsqueda incesante de pretender callar a todo el que haga ruido a su alrededor sin estar a favor de la causa de “la nueva era”. Ese compulsivo deseo de infamar, denigrar, vilipendiar, zaherir, mancillar, envilecer, reprobar, estigmatizar, injuriar, lastimar, avergonzar, humillar si se quiere a aquel que pudiera con sus dichos o actitudes ponerse en un lugar enfrentado a sus designios. Cada vez más son victimas de su verborrea, esa compulsión por hablar de manera incontrolable. Claro, esos arrebatos tienen su precio.


A las incorrecciones que se puedan argumentar respecto a sus giros, no me voy a referir, porque  con el correr de las horas le llovieron críticas a los mismos desde sectores más autorizados. Quería referirme al lugar en donde caemos frecuentemente los dominicanos cuando pretendemos dar lecciones de moral sin haber revisado nuestro propio archivo. Mirando la paja en el ojo ajeno es como nacen luego los relatos.

Respecto a lo de que nadie los quiere y no tienen cabida, “somos los que todos quieren y que nadie tiene; somos lo que nadie quiere tener en su contra. Somos los que nadie quiere, pero todos quieren que quisiéramos ser su onda… los que no llamamos a los amigos pa’ cobrarle regalías; somos los que nadie lee, pero nos copian las ideas, las letras que escribimos… los que no solicitamos depósitos pa’ navidad y aguinaldo, ni pasajes para ir a torneos… los que no retiramos finiquitos y feria pa’ que nos pongan saldo… tampoco somos los gángsters de cabina que hacen tanto mal”. Por lo general no estoy de acuerdo con las letras urbanas, pero hay algunas que tocan ciertas fibras humanas; quizás son las menos, pero las hay.

Hay un valor más que está ausente en la administración de Rafael Fernando Uribe Vásquez, sobre todas las
cosas, la confiabilidad. Para mi nada que salga de su boca es creíble; me ha mentido descaradamente en dos ocasiones de forma directa y una tercera de manera indirecta. La primera al nombrarme en una comisión de la propia FEDOMBAL que nunca tuvo funciones y a la que le renuncié, aunque mi nombre aún adorna decorosamente la página electrónica de la entidad, como una de pocas flores en medio del estercolero; la segunda con la situación con uno de mis hijos que me demostró lo cobarde y ruin que es; y la tercera, cuando me señaló que era rico, inmensamente rico.

Las empresas que punteó en una entrevista a Nathanael Pérez Neró en Diario Libre (Dic.02.2009) y que eran las que le brindaban el sustento, no están a su nombre, pertenecen a un familiar, para más señas, todas sus actividades se realizan en el sector público. Tengo la percepción de que su persona es una carga al Estado Dominicano y que él se entiende merecedor de medrar en unos abrevaderos donde no ha dado el primer martillazo.

Esa misma confiabilidad es extensible a otros actores de la actual FEDOMBAL.

A Rafael Faneyte, “tipo bueno y obrero del baloncesto” como me lo definió Julián Suero Bueno, sólo le aconsejaré que la próxima vez ponga nombres y apellidos, para que sus comentarios tengan cierto tufillo a realidad. Lo que nadie le va a desdibujar es que en su frente lleva una etiqueta donde se lee: “aliado incondicional de Uribe Vásquez” (una fuente de entero crédito también me dijo que está en la nomina de FEDOMBAL, recibe un salario como periodista, pero eso no lo puedo afirmar).

Como le dijo un alto responsable de FIBA-Américas, recientemente, a un distinguido amigo: “los dominicanos tienen 30 años haciendo las cosas mal y no aprenden”. El propio Johnson también indicó: “es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción”.

La historia se escribe todos los días, y en esos mismos 30 años, cada día tengo más razón y más vigencia.

No se si se entenderá la frase del armenio (mi mamá siempre me ha repetido que tenemos ancestros armenios) George Ivanovich Gurdjieff (1869-1949) o si será profundamente abismal, pero aquí la dejo de colofón: “cada ser humano debe llegar a ser un artesano que haga de cada día de su vida una obra de arte, llevando constantemente una relación armónica entre sus pensamientos, sus sentimientos y sus acciones”.

Por supuesto, palabras traen respuestas, los ojos no le sirven de nada a un cerebro ciego; la lengua habla y se esconde, y el que paga es el hocico.


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