jueves, 13 de febrero de 2014

El patrón del mal


Con asombro y estupor he leído los párrafos de la columna Frío y Caliente que publica diariamente el vespertino El Nacional, esta vez en su edición de Feb.09.2014. Aquello me detuvo el corazón, casi me produce un sincope, estuvo a punto de quemarme las neuronas y sentí como el frío más devastador quemaba mi alma. Como dirían Los Dueños del Circo: “sucede, acontece y viene a ser” que a estas alturas de su vida Leonardo de Jesús Heredia Castillo, mejor conocido como Leo Corporan se ha convertido en un conspirador, fabulador, cuentista, insidioso, felón, artero, intrigante de primera línea; eso no es nuevo pero en la vejez, a la que va llegando, se convierte en conducta reiterativa.

¡Que tercera edad tan triste!

Rafael Uribe Vásquez, quien no desperdicia ocasión para reiterarme que me he convertido en su más febril adversario, estará celebrando en estos días su segundo año al frente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL); es decir, está en la mitad de su gestión. Constitucionalmente se ganó ese derecho debido a que se presentó a unas elecciones donde fue elegido unánimemente. Ahí estaba presente un servidor, pero también el señor Heredia Castillo, que no desaprovechó para desvivirse en elogios al nuevo incúmbete. Precisamente aquel acto se efectuó en las instalaciones del Club
Mauricio Báez.

Cuando Corporan asume los cierres del diario bajo su responsabilidad, o cuando quiere verter su más ácido veneno no hay equilibrio informativo en las páginas de El Nacional. No creo que Uribe Vásquez tenga la entereza para cuestionar públicamente al redactor jefe de la San Martín al 236; quizás sienta la aprehensión de que en algún momento necesitará de sus favores. La verdad es que no es de hombres de bien el garabatear cuartillas para convertirse en un confabulador dentro del movimiento deportivo nacional.

Escribir: “viene un documento público de ocho asociaciones de basket que pedirán una reunión con Uribe”, es abiertamente una actitud delincuencial, un error premeditado, deliberado, indigno y alevoso. Eso no es ni por asomo periodismo, es conspiración pura y dura.

Hemos vivido en todos los órdenes de la sociedad dominicana una sostenida impunidad con signos alarmantes de preocupación, con Joaquín Balaguer Ricardo parecía que vivíamos en el Macondo de Gabriel García Márquez, pero Leonel Fernández Reyna nos llevó por mundos desconocidos de manera expedita. El movimiento deportivo no escapa a ello. Estamos sitiados por falsos profetas: “guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”, Mateo 7:16-17.

Hemos entrado en una apostasía social de grandes dimensiones, hay personas, grupos de pares y pseudo-lideres que se apartan rápidamente de cualquier principio sólo para tratar de mantener posiciones donde los únicos favorecidos son ellos mismos. A nadie le importa si se corrompen los principios, las leyes y tratan de realizar cambios en las normas básicas para la buena convivencia. Se abandona la fé, la ideología, la organización, para convertirse en individuos con un pseudo-albedrío tratando de manipular la alineación colectiva y expandir los límites personales.

La actitud del señor Heredia Castillo se resume en la conjugación del verbo conspirar, sin incluir pretéritos, siempre presente o futuro: yo conspiro, yo estoy conspirado, yo conspiraré, yo he conspirado, yo habré conspirado, yo conspiraría (gustosamente, agregaría). Especular con la frase: “dizque viene un movimiento del interior del país con mucha fuerza para sacar de la FEDOMBAL a Rafael Uribe y el candidato comenzó a moverse”, es un acto de cobardía de proporciones no imaginadas. Para a línea seguida agregar: “dicen que Uribe está “asustado”, pues el que se lanzará para la jefatura de FEDOMBAL es una persona que no hay forma de vencerlo”.

Yo agregaría que más que conspirativos estos textos son asquerosos. Hay espacios en los diarios nacionales, en todos sin excepción, que producen erupciones y miedo. Haciendo uso de palabras similares a las del periodista español Carlos Boyero, sólo distingues marionetas histéricas que gritan, se agreden con la mirada, se indignan, gimotean, rebufan, lloran, se escandalizan, suspiran, adoptan un gesto inquisitorial, detectivesco o melodramático, a veces se levantan de su asiento y se enfrentan con rictus asesino a los esperpentos con los que supuestamente están riñendo.


En la orbita de Heredia Castillo, ¿quien podría ser presidente designado de la FEDOMBAL?… a saber, su títere Ramón –El Teacher- Rodríguez, actual presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA), un hombre que está siendo cuestionado en todas las esquinas de la ciudad capital; Federico Lalane José, presidente de la FEDOMBAL para el periodo 1984-92, un hombre que debe estar rayando ya los 80 años de edad, pese a su buena forma física y siempre atinada cordura psicológica, actual presidente de la Liga Nacional de Baloncesto (LNB); muy solapadamente también se menciona el nombre de Eduardo Najri, gerente general de SouthGate, empresa arrendataria de la selección nacional y con la que Heredia Castillo tiene enormes vínculos, especialmente con uno de sus principales accionistas Luis Manuel Bonetti Veras, ex secretario administrativo de la Presidencia de la República en la gestión de Fernández Reyna.

SouthGate ha constituido un díctico paradigmático de la burbuja de una generación de jugadores que llega al final de sus carreras y la percepción generalizada de que hay demasiados negocios encubiertos que le acompañan. Se ha pretendido evocar de modo mediático y recurrente la nostalgia desesperada por un paraíso que se perdió en la administración de Julio Subero, cuando otros jugadores llegaron a la conclusión de sus juegos; recuerdos que no se borran de la cabeza de los seguidores y de un baloncesto con una naturaleza más limpia, rutilante, lumínica y luminosa. Como si un perro escarbara la tierra y el aire se impregna de olor a vieja carroña.

Hemos llegado al instante donde lo único que prevalece es la búsqueda del dinero y el poder, utilizando todos los medios posibles, degenerando completamente el deporte y terminando vulgarizados hasta los tuétanos. Hay demasiadas hipocresías en las artes deportivas, sería difícil seguir la pista de un proceso que deja muchas asignaturas pendientes, pero que deja huellas profundas, en especial los excesos de indelicadezas.

Heredia Castillo ha querido erigirse como paladín del nuevo realismo deportivo dominicano. No creo que tenga la capacidad para hacer reflexiones personales sobre los daños y beneficios que ha ocasionado en su largo paso por el deporte, la perspicacia sobre el mundo contemporáneo y sobre su propia condición humana.

Aunque ha sido reconocido infinidad de veces, es sólo un gestor comercial porque como redactor tiene una pluma de muy escasos vuelos; gestor comercial fruto de las relaciones que pudo hacer en su momento con el publicista Nandy Rivas, que lo nombró en la cadena de los Tigres del Licey, como coordinador a mediados de la década de los años de 1970, en la pelota profesional dominicana, consiguió algunos favores de José León Asensio, en su momento presidente de la Cervecería Nacional Dominicana, pero su boom se produjo con el ascenso a la Presidencia de la República de Fernández Reyna.

Discutir sobre la calidad del periodismo en República Dominicana, que en muchos puntos es pariente de la ética periodística. Sólo es para plantear el mismo tema: qué discutir y con quién discutir. Debería prevalecer en el armado del programa la idea de la diversidad y la idea de confrontar posturas sistemáticas, ordenadas y respetuosas del otro. Eso no significa suscribir toda la historia del otro ni todo lo que el otro fue o hizo. Ningún medio nacional ha armado jamás un programa en el cual todos se sientan con estándares profesionales e indicadores de la calidad.

La palabra “calidad” la estamos escuchando muchísimo en esta época, pero la escuchamos generalmente para las actividades industriales y comerciales. La calidad de atención al cliente en términos de marketing, en ese sentido escuchamos la palabra “calidad”. Poca o ninguna vez la escuchamos aplicada al periodismo. Y pocas veces la usamos para nosotros mismos. La palabra “calidad” tiene una connotación comparativa muy fuerte. La calidad no es un concepto probablemente absoluto, es un concepto comparativo. Siempre se compara una calidad contra otra. Nosotros nos podemos comparar también con nuestra propia calidad anterior y superarla; de eso un poco también se trata.

La mala calidad del periodismo dominicano conlleva también a una mala calidad del sistema democrático nacional. La mejoría en la calidad del periodismo nos brindaría mejorar la democracia en la que nos
desenvolvemos.

Heredia Castillo remata con un párrafo de antología: “se está reuniendo un grupo de periodistas allegados al basket para “entrarle a dos manos” a Uribe y a los directivos de la FEDOMBAL”. Para terminar con la muestra más fehaciente de hipocresía: “¡eso no es justo!”.

Ningún periodista dominicano se ha atrevido a levantar jamás una sola letra en contra de Uribe Vásquez, es imposible pensar que lo harán en los actuales momentos; el periodismo se ha convertido en una profesión muy cómoda, sobretodo cuando tienen que agenciarse sus propios recursos por la falta de pago adecuado por las empresas a las que rinden una labor.

En materia de pagos y retribuciones El Nacional no es precisamente un ejemplo a imitar. Sólo en la redacción deportiva hay colaboradores, de firma diaria, que no han estado en nomina con más de 10 años de labor. En este aspecto, Heredia Castillo no ha sido precisamente un buen patrono, es un pésimo gerente, un deficiente conciliador, pero si un maestro de la intriga.

Tendría que estar muy mal del tarro y de los nervios para engancharme en las lecturas de las columnas que escribe Heredia Castillo. El manicomio cada vez es más sombrío.

No necesitamos más de la presencia en los medios de gente como Heredia Castillo para darnos cuenta de cómo se cuece el poder en el país que también alumbró a Pedro Francisco Bono, Benigno Filomeno de Rojas, Francisco Gregorio Billini y al padre de la Patria, Juan Pablo Duarte. Entre este tipo de gente el deporte es únicamente para hacer política, hacer dinero y conseguir votos para perpetuarse en el poder… ¿democrático?... ¡jamás!

La violación y vulneración de la legalidad institucional de la administración de Uribe Vásquez en la FEDOMBAL, la que rechazo en su totalidad, por un grupo de personas glorificadas por Heredia Castillo sería el primero desde que el llamado “bloque olímpico” asumió las riendas del Comité Olímpico Dominicano (COD). Muchos de estos mismos han sido los que hicieron saltar décadas atrás del organismo al ingeniero Roque Napoleón Muñoz, único dominicano en alcanzar una posición en el Comité Olímpico Internacional (COI); a la hora en que Polón vivía sus últimos momentos se le acercaron con enorme hipocresía. ¡Fariseos!

Independientemente de los juicios de valor sobre el presidente federativo, tratar de deponer su administración para colocar figurillas, propicias a grises intereses y configurado desde las oficinas de la San Martín al 236 sería un craso error. La FEDOMBAL es una de las entidades deportivas que más recursos maneja y pese a todas sus incongruencias, es la única que está en posición de salir a la calle y agenciarse sus propios fondos. Quizás esto es lo único que se busca, ¡el manejo de recursos!

Heredia Castillo, de paso, no maduró políticamente y quedó en la más obscura de las cavernas. Horizontalidad, transparencia, independencia, respecto a instancias e instituciones, deberían ser ideas que de alguna manera atraviesen transversalmente a las instituciones a las que ha servido, colectivos que debieron revindicar el carácter plural de sus luchas; mostrando al final del camino que no han servido para producir ninguna transformación social.



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