miércoles, 25 de julio de 2012


¡Adiós Caracas!

Cuando el relej marcó la conclusión de las acciones de ese domingo Jul.08.2012, todo estaba consumado. República Dominicana había perdido los dos boletos que logró tener en las manos y que le hubieran llevado a los Juegos Olímpicos de Londres. El primero lo dejó en manos de Lituania que virtualmente nos aplastó, y el segundo lo arrebató Nigeria, que nos sacó todo el aire, nos dejó sin fuerzas para el tramo final y desistió de abrir espacio para dudas.

Ha sido la manera más dolorosa de desaprovechar un instante de éxtasis; tenerlo todo al alcance de las manos, a 40 minutos de un triunfo y no alcanzar lo que se nos ofreció una y mil veces. Primero unos blanquitos descoloridos y después unos negros más negros que nosotros, diría un dominicano de a pies.

Pese a que todo el mundo ha señalado lo positivo de SouthGate, de John Calipari, de Orlando Antigua, de Pedro Pablo Pérez, de Leo López y quien sabe cuantos actores más, este equipo fracasó. Repito, este equipo fracasó.

Se me taladró la cabeza enésimas veces repitiéndosenos que estaríamos en Londres, que Londres era la meta, el único objetivo posible; fuera los que no traen nada positivo escribió uno en su cuenta de twitter. Fue lo mismo en Mar del Plata como en Caracas. La posibilidad de perder nunca estuvo en las cabezas de ese grupo. Lo único que hay que reconocer es que estuvimos con posibilidades donde nunca antes tuvimos, para perder como siempre. De los segundones, nadie se recuerda.

Conversé en una ocasión con Jorge Rolando Bauger (quien debería estar ya en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano) sobre unas declaraciones de Pele. El astro brasileño señalaba que, contrario a todos, el mejor jugador de futbol que jamás ha existido se llamó Zizinho (Tomas Soares da Silva), un hombre que regateaba como pocos, creaba como nadie y sirvió de inspiración al propio 10 y su generación. El de Comodoro Rivadavia e incondicional de Estudiantes de La Plata me señaló: “es la verdad de O Rey, pero Zizinho, que ciertamente fue espectacular, no llegó nunca a ganar un titulo mundialista, pudo en el 1950 en el Maracaná, pero Brasil se quedó fuera”.

República Dominicana aún no se ha inscrito entre los grandes, es la verdad, monda y lironda; solo amenaza, estamos aún lejos de meternos en el paquete de los mejores del mundo. Pese a ello, siempre hemos tenido el material atlético para competir, siempre hubo nombres para estar en la cima.

Antonio –Chicho- Sibilio fue en su momento uno de los hombres más cotizados de toda Europa, es la hora que sale a relucir en todos los históricos. Jack Michael Martínez no es uno de los jugadores mejores pagados fuera de la NBA por sus actitudes frente a los demás y la manera de enfocar el trabajo en el viejo continente. Hugo Cabrera no tenía nada que envidiarle a Alvan Adams, Joe Bryant (el papá de Kobe), Glenn Mosley o Kamil Brabenec (líder anotador en el Mundial del 1978); Evaristo Pérez no era menos que Carey Scurry, Pete Verhoeven, John Pinone o Duje Krstulovic; Vinicio Muñoz era tan bueno como lo podrían ser Tony Campbell, Eduardo Agra Galvao, Peter Vilfan o Esteban –El Gallo- Pérez; José –El Grillo- Vargas triunfó al lado de muchos grandes y no hay que ir muy lejos para compararlo con Arístides Dos Santos, Diego Osella o Gerald Kazanowski, el es nuestro Dino Menneghin, nuestro Ubiratan Pereyra; y de Luis Felipe López frente a un Shane Heal, Darius Maskeliunas o Alberto Herreros.

Como les imputó una vez por televisión Andrés Salomón Dahuajare Nader, economista, lasallista, y ahora miembro de la parcela de Miguel Vargas Maldonado, a los funcionarios del gobierno, y aunque se escuche feo, a los que me critican por la espalda, que busquen lápiz y un cuaderno y aprendan la lección cada vez que escribo.

Al final estimo que no merecíamos ganar. Un triunfo hubiera sido un premio enorme para un gigante holgazán, que aún tiene una estructura muy débil. Los aditamentos colocados sobre la piel del baloncesto dominicano son apenas artificios para vernos mejor. Hay que fortalecer brazos y piernas, la cavidad toráxica y encima de ello colocar una versión diferente de juego.

Terminamos sin pasaje para Londres, pero no brota quien se haga responsable de la derrota del equipo, nadie ofrece la minima palabra y pienso que en el tiempo tampoco llegará quien la brinde. La propaganda mediática, las bocinas y los que cambian un análisis por un anuncio de radio o televisión nos repetirán hasta cansarnos lo que no es verdad.

Nadie tampoco sabrá nunca cuando le costó ese equipo al pueblo dominicano. Cuantos beneficios hubo, si los hubo. El silencio o las bravuconadas serán lo único que romperá el viento. Mientras Calipari aconseja, desde Las Vegas, quien deberá ser su sucesor, la representación dominicana que debió asistir al Centro-Basket Sub-15 pasó sin pena ni gloria; ni siquiera hubo interés de llamar a una pre-selección. “El nuevo acuerdo con FEDOMBAL implica también un apoyo a las selecciones menores”, me pareció escuchar no hace mucho tiempo. ¡Más bueno que es así!

Señalé que llevábamos un equipo mal estructurado, fundamentado sólo en dos hombres y después integrado sólo por piezas de complemento. Fueron tantas nuestras veleidades que arriesgamos a un Edgar Sosa, sabiendo que no podía accionar; incluimos a Manuel Guzmán que no aportó nada; relegamos a Gerardo Suero quien venía de ser uno de los mejores anotadores de toda la NCAA; se apuntó a Francisco García para mostrar las mismas inconsistencias de siempre; se repitió hasta la saciedad que Karl-Anthony Towns es muy joven para entregarle responsabilidades; de Josh Asselin mejor ni hablar.

John Calipari es al final de cuentas o muy buen actor o un cretino que por unos pocos dólares acepta cargar con todos esos desvaríos.

Se nos sigue tratando de vender espejos y chucherías por lingotes de oro. La empresa privada  frente a la lerda actitud, mil veces reiterada, de buscarse una comisión, bajo la responsabilidad de FEDOMBAL, que piense más allá del dinero. Al final, lo mismo, la empresa privada está recibiendo las mismas aportaciones del Gobierno Dominicano, las mismas de siempre, sólo con el disfraz de SouthGate.

¿Resulta la selección argentina tan onerosa como la dominicana?

Pregunta tonta número uno: ¿a quien recurrió siempre FEDOMBAL a la hora de los apremios?... a Luis Manuel Bonetti, secretario administrativo de la Presidencia… pregunta tonta número dos: ¿quién es una de las dos cabezas visibles de SouthGate en el baloncesto?... José Miguel Bonetti, sobrino del primero… pregunta tonta número tres: ¿quién es la cabeza visible de SouthGate en el glamour del béisbol profesional?... Luis Manuel Bonetti. ¡Saque sus cuentas!

Lamentablemente usted no puede asistir a un evento de relevancia mayúscula sin las armas necesarias. Sin un jugador definido para la posición uno. Juan Coronado fue más allá de sus posibilidades, siendo un combo-guard; Ronald Ramón venia desde la banca con limitaciones físicas; Sosa, lesionado; se ignoró a Manny Quezada y Joel Ramírez, para citar dos ejemplos.

No teníamos un bombardero con arsenal destructivo, capaz de causar daños importantes en las huestes contrarias. Una explicación sobre Luis Flores o sobre un cacareado Sammy Mejia es necesaria. Que García apareciera frente a Macedonia resultó un hecho fortuito, sus rendimientos nunca han sido los requeridos.

Manuel Fortuna jugó con un corazón enorme, tanto o más que sus propias calidades, se creció como nunca, quizás como nunca volveremos a verlo, pero esa no es una apuesta segura. Es imposible batallar 26 minutos, en noches corridas, frente a hombres que le superan hasta 20 centímetros en estatura y 40 libras de peso.

El trío de Horford, Martínez y Báez son en este momento la muestra más sólida de nuestra solvencia y responsabilidad.

De la dirección técnica sólo se escuchan maravillas. Las bocinas repiten hasta la saciedad que es el mejor entrenador que jamás hemos tenido en nuestro banquillo. Pretendiendo borrar e irrespetar nombres de Humberto Rodríguez, Faisal Abel, Osiris Duquela, Leandro De La Cruz, Fernando Teruel, Héctor Báez, José Manuel Monsalve, José Luis Domínguez. Preguntémonos antes si alguno de ellos contó con una cartera abierta para gastar a sus anchas.

Es mejor Calipari tácticamente que Julio César Lamas, Rubén Magnano, David Blatt, Kestutis Kemzura, Ayodele Bakare, contra los que se enfrentó en estas aventuras.

Supera a Sergio Hernández, Ettore Messina, Pablo Laso Biurrún, Sandro Gamba, Sergio Scariolo, Néstor García, Enrique Tolcachier, Steve Konchalski, Brett Brown, Jonas Kazlauskas, Jazmin Repesa, Ilias Zouros, Aíto García Reneses, Svetislav Pesic, Zeljko Obradovic, Dusan Ivkovic, Bozidar Maljkovic, Petar Skansi o Aleksandar Petrovic. ¿Podría un sólo dominicano responderme esa pregunta?... ¿suenan muy extraños esos nombres?... un amigo me dijo, los conozco a todos, le respondí, dame el celular de cualquiera de ellos, llámalos y dile que pongan un cubierto más en la mesa que iras a cenar; me contestó, no tengo con ellos la familiaridad que tienes tu. No me metas para lo hondo.

El tema que debería ser aclarado de frente a todos los dominicanos y de una vez y por todas, es el costo que supuso la contratación de Calipari. El dirigente más dispendioso en el baloncesto universitario de los Estados Unidos, sobre los 4 millones al año, por ser el sucesor de Adolph Rupp y Joe B. Hall, incentivos y beneficios colaterales, como la nimiedad de los 20 asientos para los partidos de football de la universidad, el uso de las instalaciones para sus campamentos, es el mismo que se hace cargo del equipo de una nación pobre sólo para recibir “donaciones para su fundación”.

Señalamientos de ese tipo son irresponsables, de mal gusto, abren espacios para una enorme especulación. Calipari habló claro y fuerte el May.17.2011 en el edificio corporativo de la Compañía Dominicana de Teléfonos: “he venido aquí a hacer negocios”.

Cuando se le recomendó a SouthGate procurarse el seguimiento de nuestros rivales en la cita caraqueña la respuesta fue una carcajada. Muestra grosera de prepotencia, arrogancia, presunción, impertinencia, pedantería, engreimiento, soberbia, jactancia, inmodestia, fanfarronería, desconocimiento e incapacidad. “Tenemos al mejor coach del mundo y ese nos llevará a puerto seguro”. Dos veces se quedó sin atar los cabos, sin tensar cuerdas y sin atracar.

Después, el partido de exhibición en Las Vegas, que lo único que nos dejó serán las historias de nuestros muchachos jugando contra las grandes figuras del momento de la NBA. ¿Y los beneficios?... ¿a la fundación de Calipari?

Las condiciones de trabajo que se les han brindado a los hombres y mujeres que hacen baloncesto en el país han sido deprimentes. El equipo nacional siempre ha tenido enormes carencias, pero el alma de equipo ha existido siempre. José Luis Domínguez ha sido siempre un artista en el manejo de los recursos humanos; Miguel Cruceta, por lo menos en la etapa que lo conocí, hizo de tripas corazón, sin dinero, manteniendo una actitud positiva. José –Maita- Mercedes y Orlando Antigua nunca tendrán el valor de decir lo contrario.

No me cansaré de repetir que este grupo fracasó. Prometió y no cumplió. En estos instantes deberíamos estar haciendo maletas para estar en Londres, para hacer tours por la ciudad y pensar en el Palacio de Buckingham, en el Big Ben, en las orillas del Támesis, en el cambio de guardia, pasear por la catedral de Westminster, perderse en la City o tratar de encontrarse en las calles con el príncipe Guillermo y la bella Kate.

Insisto, tienen que reclamarse responsabilidades ante la derrota. FEDOMBAL (Federación Dominicana de Baloncesto) no puede hacerse ciega, muda y sorda ante el fracaso de su selección, del conjunto del pueblo dominicano. Se ha jugado perversamente con los sentimientos y anhelos de toda una nación.

Por hoy, suficiente. Grabaré las palabras de Rafael Calderón para repetirlas a cada momento. Es tiempo que Dios se apiade del baloncesto dominicano.

El entusiasmo y la pasión vital no tienen nada que ver con esa basura post-moderna llamada optimismo.


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