domingo, 24 de julio de 2011

Los dos Strickland

John

John Strickland fue un pimentoso jugador que trajo al país por primera ocasión el Club Calero de Villa Duarte y que después pasó por varios torneos de factura local, inclusive con los Marineros de Puerto Plata. Fue encontrado muerto en su residencia el año pasado, a inicios de octubre del 2010.

Strickland no es el apellido más común en el habla inglesa, pero a este que deshojó sus pasos también en Venezuela, Corea del Sur, Argentina, Francia, Italia, Portugal y Serbia, se le está confundiendo con Rod Strickland, asistente administrativo de John Calipari en la Universidad de Kentucky y quien estará trabajando con la selección dominicana desde el 1 de agosto venidero.

He leído varias crónicas, entre ellas de los más prestigiosos analistas de baloncesto del país y el error es mayúsculo. ¡Imperdonable!

John, egresó de Hawaii Pacific University, pese a ser nativo de Brooklyn en el estado de Nueva York. Fue uno de los grandes anotadores que ha conocido la División II del basket de la NCAA. En las cercanías se le conocía como “La Franquicia” y terminó convertido en una de las mayores leyendas modernas del Streetball, del baloncesto en la calle en New York.

Rod, también nativo de la cosmopolita ciudad, pero del Bronx, tuvo una dilatada carrera en la NBA, jugó para 9 equipos en 16 campañas, después de una brillante jornada en DePaul University. Necesitó salir de la gran urbe para enfriarse en Chicago y tratar de orientar sus pasos juveniles. Desde el momento de su retiro en el 2005 ha estado bajo la tutela de Calipari. Mientras el otro moría, este era arrestado por cuarta ocasión por conducir bajo los efectos del alcohol, sin seguro y carente de registros.

Rod es noveno en la lista de asistencias otorgadas en todos los tiempos dentro de la NBA, solo le superan nombres tan ilustres como los de John Stockton, Jason Kidd, Mark Jackson (el dominicano), Earvin –Magic. Johnson, Oscar Robertson, Steve Nash, Isiah Thomas y Gary Payton. Esta en la vigésima tercera posición entre los hombres que más balones han robado, y además es vigésimo primero en balones perdidos.

Rod
Mientras uno nos dejó una estela de popularidad, conexión con la fanaticada y siempre una sonrisa por tantas payasadas dentro de una cancha, del otro quizás no lo volvamos a ver.

Ese es nuestro baloncesto.


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