Contextualizando
a José Joaquín Puello
Puello Herrera |
José Joaquín Puello Herrera (San Juan de la Maguana,
1940) llega al Pabellón de la Dama del Deporte Dominicano en acto solemne que
se efectuará este Oct.19.2014. Profesional destacadísimo. Hasta la fecha
nuestro neurocirujano más sobresaliente; sobresaliente en un campo de figuras
verdaderamente notables, las de antaño y las del presente; solo mencionaré dos,
ya fallecidos, Neit Arias Lora y Mario Tolentino Dipp. Médico aún en servicio,
actualizado clínicamente y con una brillantez excelsa para exponer.
El doctor Puello Herrera fue por 21 años presidente el
Comité Olímpico Dominicano (1982-2003); en su dilatada gestión deportiva el
país corrió con la celebración de dos eventos magnos, los XV Juegos Deportivos
Centroamericanos y del Caribe realizados en Santiago en 1986 y los XIV Juegos
Panamericanos llevados a cabo en Santo Domingo en el año 2003. Se desgastó en
un dilatado debate por la presidencia de la Organización Deportiva Panamericana
(ODEPA), posición que nunca alcanzó, con
el mexicano Mario Vázquez Raña (Ciudad de México, 1932), en el cargo desde 1975
y reelecto hasta el 2016.
Después de su paso por el Comité Olímpico Dominicano
(COD), institución de la que es presidente ad-vitam,
tristemente su legado no alcanza su figura.
Pleno del COD |
Pese a todos sus meritos, sus condecoraciones, su
reconocimiento, su bonhomía, el doctor Puello Herrera nos dejó una estructura olímpica
viciada. El deporte dominicano es desde hace tiempo un refugio para muchas
perversidades. Es por demás, la más antidemocrática de nuestras instituciones.
Dirigentes en toda su ordenación que cada día cercenan la quimera de nuevos
valores y figuras dentro de las diferentes disciplinas y gente que sólo busca
tejer un manto de amplísimas relaciones comerciales; ha sido más importante “la
búsqueda” que el desarrollo, la motivación, la difusión.
La cúpula del movimiento deportivo dominicano está
llena de gente sin escrúpulos, sin virtudes, sin disposición, pero con amplias
aspiraciones.
El presidente vigente del COD, Luis Mejía Oviedo señaló
en el último encuentro de federaciones: “el Comité Olímpico Dominicano ha decidido subir
a los escenarios que están a la altura del movimiento olímpico. Por eso estamos
aquí, con situaciones nuevas que nuestro movimiento ha venido con mucho tiempo
preparando”. Agregó: “con la fuerza de sus manos. Con el imperioso volumen de
sus voces y con nuestras propuestas podemos conformar el camino de nuestro
movimiento olímpico”. Cada vez hay propuestas nuevas que jamás se ejecutan.
Mejía Oviedo |
Más
que nuevas promesas sería oportuno abarcar el tema de los aspectos éticos de la
colectividad deportiva dominicana; ese engranaje que no produce los resultados
esperados fuera de los logros en el terreno de las competencias. Los aspectos
de interacción moral social e instituciones federadas en República Dominicana están
divorciados porque no se generan desde la cuna de las altas virtudes; la
plataforma realza una dinámica que sólo sirve para indelicadezas muy diferentes
a las que deberían ser su norma. En esos términos, el triunfo del totalitarismo
deportivo está asegurado.
Los
criterios y principios que hacen norma en la conformación de asociaciones, federaciones
y el propio COD son casi enteramente negativos; en muchos de estos grupos se reúnen
los peores elementos de cualquier sociedad, mencionaremos tres.
Uno: en general, cuanto
más se eleva la educación y la inteligencia de los individuos, más se
diferencian sus opiniones y sus gustos y menos probable es que lleguen a un
acuerdo sobre una particular jerarquía de valores, y aquí adolecemos de una
buena educación. Para alcanzar un alto grado de coincidencia en los
discernimientos hay que descender a los principios morales e espirituales más
bajos de las masas, allí donde prevalecen las más arcaicas y comunes
propensiones y complacencias. Donde estará el caldo de cultivo de los menos
originales y los más dependientes; donde el peso del número supera a los
ideales. Los dictadores confiarán siempre en los menos afortunados, para
oponerse a todos los esfuerzos por una colectividad mejor.
Dos:
alcanzar el apoyo de los resignados, subyugados, maleables, borregos, dóciles,
candorosos, simplones y crédulos, aquellos sin dos dedos de frente, sin
convicciones, ni capacidad para persuadir, dispuestos a someterse un sistema de
valores confeccionado a fuerza de tirantez y a frecuencia repetida. En estos
grupos las ideas no alcanzar a parirse, es como si la movilidad neurológica
estuviera ausente, sin conexión entre los terminales para alcanzar cotas de perfección.
Gente de pasiones prontas y emociones cortas, cuyo único objetivo es dormir,
levantarse, comer, orinar, cagar, fornicar y beber.
Tres:
con el atrevimiento intencional del demagogo hábil, el antagonismo del “nosotros”
y el “ellos”, la reyerta contra todo aquel que es ajeno al grupo o a sus
intereses, ser convierte en mejunje
esencial de todo credo que enlace sólidamente a un grupo para la acción común. Esta
receta ha sido explotada desde tiempos muy pretéritos entre aquellos que buscan
no sólo el apoyo para una política, sino la ciega confianza de ingentes masas.
Desde su punto de vista, tiene la gran ventaja de concederles mayor libertad de
acción que casi ningún programa positivo. Es más fácil para los candidos
ponerse de acuerdo sobre un programa negativo, sobre el odio a un enemigo,
sobre la envidia a los que viven mejor, que sobre una tarea positiva.
Exaltados en 2013 |
No
se los criterios que primaron en el doctor Puello Herrera para la conformación
de sus equipos de trabajo en el campo deportivo y para la elección de muchos de
sus sucesores, pero no hay dudas de que siempre habrá sospechas sobre la relación
de estas con todas las virtudes que entran bajo
la denominación general de honestidad y a sus efectos sobre ellas.
Nadie
recordará lo implacable que resultó el doctor Puello Herrera frente al
periodista Ramón Jerez, cuando lo criticó a mediados de su gestión. Una de las
plumas más elegantes del diarismo deportivo dominicano, jefe de prensa de los Juegos
Deportivos Centroamericanos y del Caribe en 1986, quien después de esa
confrontación no volvió a encontrar espacio en los medios tradicionales
dominicanos y para terminar buscando refugio en diversas instituciones del
estado.
En
el acto del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano se habrán de contener
las emociones, terminarán atrapándose como un río de lagrimas en su garganta,
mientras todos los convocados le expresarán respeto y gratitud; será difícil
controlar la memoria. Allí caerá un bonancible aguacero de mayo, en octubre, en
forma de nostalgias y recuerdos.
Solo el cielo permanece ahí arriba, insinuándose claro y azul a los
niños. Los demás ya conocemos las trampas de las nubes aborregadas y los
estropicios que dejan las tormentas. Y aún así hay quién no quiere verlo.
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