El niño que vendía té, primer
ministro hindú
República Dominicana se ha empeñado por largo tiempo
en mantener relaciones diplomáticas con India, pero el gigante asiático
continua como uno de los grandes desconocidos por los nacionales de esta isla
caribeña perdida en las aguas azules del intenso mar. Hans Dannenberg Castellanos, un gordito que se pasa de simpático,
conversador, experto en turismo, que logró sus 10 minutos de fama en la primera
administración de Leonel Fernández Reyna, ha sido desde el año 2006 nuestro sempiterno
enviado en aquellos lejanos confines.
Los hindúes tienen un consulado
honorario en la ciudad de Santo Domingo y la embajada en Cuba es concurrente en
nuestro país. Chinthapally Rajasekhar es
el actual embajador de la India; Campos S. De Moya, actual vicepresidente de
comunicaciones y relaciones institucionales del Grupo Vicini y presidente de la
Cámara Británica de Comercio en República Dominicana, es el cónsul honorario de
esa nación.
Pese a que el volumen de negocios
ronda los 100 millones de dólares anualmente, desde India se importa maquinas y
artefactos mecánicos, productos farmacéuticos, productos químicos, automóviles,
pescado, plásticos, caucho, algodón y fundición de hierro y acero (según datos del CEI-RD, Centro de Exportación e
Inversión de República Dominicana, ahora bajo la dirección ejecutiva de Jean Alain
Rodríguez); a la inversa poco o nada se exporta,
la mayor debilidad continua siendo el desconocimiento del país asiático.
En May.16.2014 los hindúes
celebraron elecciones, la novedad apenas se comentó en República Dominicana,
los colores habituales salieron como cada día a las calles, ilusionados por la
posibilidad de nuevas esperanzas. La democracia más grande del mundo, sólo
llamó la atención el número de electores, más de 541 millones de seres humanos
de 813 millones potenciales votantes, y después, unos expeditos resultados que
ofrecieron como nuevo primer ministro a Narendra Modi, estricto vegetariano y
amante del yoga, quien ya está
instalado en el cargo (May.28.2014). El Bharatya Janata Party (BJP, que significa Partido Popular Indio) triunfó espectacularmente en estas elecciones y logró la
mayoría absoluta en el parlamento.
En India viven 1,200
millones de personas, 1,200 millones de sueños, de demandas, de inquietudes. 1,200
millones de diferentes realidades. El país asiático cuenta también
con el 37 por ciento de los analfabetos del planeta. Por eso,
la televisión es un elemento fundamental para ganar elecciones: ante la
imposibilidad de leer está la fuerza de la imagen de un candidato repetida día
tras días. Casi la mitad de los indios (47 por ciento) cuenta con un televisor
en casa en el que se pueden ver algunos de los 500 canales que existen en el
país.
El BJP
ha tenido varias experiencias en el poder: a nivel nacional estuvo al mando
entre 1998 y 2004, convirtiéndose en el primer partido que derrotó al partido
del Congreso, marcado por la dinastía Gandhi. Durante su gestión, el BJP impuso
el viraje irreversible hacia el neoliberalismo. También participó en el
escrutinio Arvind Kejriwal, el líder anticorrupción que quería dar una sorpresa
como hizo en diciembre al ganar la alcaldía de Delhi con su nuevo partido, el
del Hombre Común (AAP).
El
neoliberalismo en la versión del partido del Congreso (con Manmohan Singh a la
cabeza) y en la del BJP es el mismo. Ambos creen en las virtudes del libre
mercado, prefieren las grandes corporaciones (nacionales o extranjeras), las
privatizaciones, el recorte en el gasto público y en especial del gasto social
y sus prioridades se someten al capital financiero. Pero el BJP propone un
nuevo componente para la ideología neoliberal. En su visión de economía
política, la afirmación de Hindutva
es la clave para el crecimiento del PIB y la prosperidad. El resurgimiento del
fundamentalismo hindú sería ahora la clave del progreso económico y la salida
de la pobreza para las masas del subcontinente.
El término hindí hindutva
(/jindutuá/) significa “hinduidad”, o literalmente “calidad de hindú” La
palabra fue creada por el político Vinaiak Dámodar Savarkar en 1923, en el
folleto Hindutva: ¿Quién es hindú? Se usa para describir grupos nacionalistas
en India tales como Rashtriya Swayamsevak, Bajrang Dal y Vishwa Hindu Parishad.
La
victoria se debe a un hecho fundamental: en los últimos 20 años, el BJP y Modi
han promovido el fundamentalismo nacionalista hindú. Su visión del Estado se
basa en una reinterpretación de la historia y la idea de una hegemonía cultural
hindú. La palabra clave es Hindutva, vista
en líneas anteriores, se traduce como las características esenciales de “lo
hindú”.
Modi, de chico, vendía café en la
estación de trenes de su natal Vadnagar, ciudad famosa por sus templos; de hecho
pertenece a una casta inferior. Era un “chai-wala”.
Para sus devotos, el hombre de 63 años es un gestor eficiente que logró controlar
la muy extendida corrupción en su estado de origen, Gujarat, y atraer
inversionistas. Se ha propuesto enderezar el crecimiento, menguado hasta un 5
por ciento en la última década. “Duerme cinco horas al día y trabaja casi las
restantes 19”, dijo Yamal Vyas, su compañero en el BJP.
“Chai-wala” significa literalmente "vendedor de té". En la
mayoría de barrios hindúes son muy corrientes las pequeñas paradas de té y la
gente se reúne a su alrededor para beber té y charlar. Por lo tanto, el
propietario de la parada normalmente conoce todos los rumores del barrio.
Los analistas de oriente próximo señalaron que el interés en
estas elecciones se debió al deseo de la población
de castigar al gobierno
actual, en medio del descontento por la elevada inflación, la ralentización del
crecimiento económico y la falta de puestos de trabajo. Además salieron a la
luz varios escándalos de corrupción.
La victoria de Modi permite suponer
que habrá un cambio radial en la trayectoria política de la nación, que
tradicionalmente ha estado en manos los Gandhi, que se inició con Nehru y ya
alcanza cinco generaciones, una las familias políticas más famosas del mundo, llamada
varias veces como los “Kennedy” de Asia.
El
nuevo primer ministro superó los 52 escaños para controlar la Cámara Baja, además
se constituyó en un varapalo para los Gandhi, quienes han gobernado 54 de los
67 años de la India como nación independiente. Sus primeras palabras fueron: “llevaré
a cada ciudadano por la senda del desarrollo, ningún poder del mundo podrá
detener a un país de 1,250 millones de habitantes. Necesitamos convertir el
siglo XXI en el siglo de India y sólo necesitaré
10 años, no más”. Por su parte, el Partido del
Congreso, de la dinastía Nehru-Gandhi, habría obtenido 45 distritos, su peor
registro histórico.
Pero a Modi le persigue su
pasividad ante un pogromo antimusulmán que causó más de un millar de muertos en Gujarat en el 2002, al poco de
estrenarse al frente del ejecutivo estatal. Él insiste en su inocencia. Se le
acusa de dejar hacer, de no usar sus poderes para intentar frenar los
asesinatos y violaciones por los que otros 200,000 musulmanes huyeron de sus
casas. Aunque ningún tribunal le ha condenado en relación al episodio, es el
motivo por el que tiene prohibido entrar en Estados Unidos. Por demás es desde
hace años el político más controvertido de la India. “Ha logrado convertirse en
un líder nacional, algo importante en India, donde la política está muy fragmentada
en voto regional y castas”, explica Eva Borreguero, especialista en India y
profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.
En una India donde lo tradicional es que el público
de los mítines sean acarreados pagados por asistir, Modi, un carismático
personaje que ha logrado desdibujar las sombras del pasado, gracias a sus dotes
como comunicador ha hecho un
cambio revolucionario: cobra entrada a los seguidores que quieren escucharle en
persona. Así de innovadora ha sido la presencia de este hombre. ¿Cuántos de los
políticos dominicanos se atreverían a emprender este reto?... ¿podrá algunos de
los pre-candidatos a la Presidencia de la República por esa “fabrica de
presidentes” como han querido llamar al PLD (Partido de la Liberación
Dominicana), alejarse de la tradición de pagar para que haya concurrencia en
los mítines, y encima regalar un “pica-pica” y una botella de ron?... ¿lo
podría hacer Miguel Vargas Maldonado?
El presidente indio,
Pranab Mukherjee, no votó en estas elecciones, reavivando así la costumbre de
la imparcialidad presidencial. “El presidente decidió abstenerse de votar para
expresar su neutralidad política”, explicó su secretario de prensa, Venu
Rajamony. El presidente es el jefe del Estado en India y tiene un cargo
esencialmente representativo, aunque durante las elecciones juega un importante
papel para la formación de gobierno cuando no hay un vencedor claro. Los tres
anteriores presidentes rompieron la tradición de la abstención y votaron en las
elecciones.
La
victoria electoral de este fundamentalismo suena extraño, pero es explicable
por el desencanto con el desempeño neoliberal de los últimos años. El partido
del Congreso cargó con la factura del estancamiento provocado por la crisis y
por las contradicciones del modelo neoliberal. La desigualdad crónica, que
corre en aumento, añadió un ingrediente más a la mezcla explosiva. El
fundamentalismo hindú se apoya en el sistema de castas. Éste ha sido clave para
mantener la explotación social y la opresión, basado en el patriarcado y en el
mantenimiento de las clientelas.
Todas
las grandes experiencias de dominación han reconducido las funciones del orden
de castas para cimentar las nuevas formas de expoliación, la desigualdad es su
esencia más acabada y su base es la creencia en fuerzas universales, disfraz
excelente de la explotación. Los medios, el resurgimiento ideológico y el
atraso político han sido claves para lograrlo. Un error trágico de la izquierda
institucional en India fue moverse a la derecha y abandonar la bandera de la
erradicación del sistema de castas.
El triunfo, más allá de
ser un nuevo campo en los ciclos de superposición de los grandes partidos,
revela los cambios estructurales que se han producido en la sociedad india en
la última década con el auxilio de elevadas tasas de crecimiento económico. Lo
más relevante es el engrandecimiento de la clase media y su progresiva
influencia al transmitir y vigorizar los valores de la sociedad de consumo
capitalista, que resultan naturalmente propios según los principios hindúes de artha y kama, riqueza y búsqueda del placer,
como con asiduidad muestra el fenomenal cine de Bollywood.
Es este modelo el que
parece haber surgido como aglutinador del mosaico de intereses, capaz de
superponerse a las lealtades de casta y región que desde 1989 habían impedido
alcanzar la mayoría parlamentaria a los partidos y que condenaba el futuro
político a un evidente anquilosamiento.
Esa clase media en ebullición,
y los cientos de millones que aspiran a engrosar sus filas, han visto en el
nuevo primer ministro una salida a los grandes problemas: corrupción endémica,
clientelismo y gestión política improductiva, ineficaz, casi inservible. La
vida estoica, espartana, casi imperturbable, de Modi contrasta con una clase
política desacreditada y lo ha presentado como el guía idóneo para hacer
extensivas las transformaciones que él mismo ha llevado a cabo en Gujarat. Su
discurso ha sido diestro al fundir las múltiples identidades nacionales.
Convertido en un comunicador de multitudes, la utilización de su imagen en
máscara exhibida por todos sus seguidores en el territorio del vasto
sub-continente ha protagonizado una revolución en la promoción política.
Narendra Modi tiene al
frente ciclópeas competencias. El cometido del gobierno no es comparable a la
de un Estado como Gujarat y su bosquejo es exageradamente anhelante en todos
los terrenos. Son de pronosticar cambios en la legislación que aligeren la
cultura de los negocios, abran el país a las inversiones extranjeras, y que en
consecuencia recuperen el crecimiento económico. Se podrá observar una nación
más presente tanto a nivel regional como global. Habrá una revisión de la
doctrina nuclear del país y se buscarán nuevas relaciones con China.
El triunfo de Modi aparte de recordar
el pasado e identificar similitudes, hay que tener una visión más astuta de la
derecha hindú en la India de hoy. No es una réplica exacta de las fuerzas
fascistas del pasado. Al igual que el nuevo primer ministro está remodelando la estrategia y la táctica de un
nacionalismo chovinista populista (la ideología que fue seguida por las potencias del eje en sus
respectivos estados en el período de 1930 a 1940 y por la derecha hindú) en el régimen actual
de la globalización. Ha desarrollado un concepto neo-Hindutva para adaptarse a las exigencias de la economía neoliberal.
Si bien se mantiene fiel a la estrategia básica del Sangh parivar de establecer un estado teocrático hindú de Ram rajya
(un paralelo del proyecto islámico contemporáneo de creación de un orden
político basado en la sharia), Modi está utilizando tácticas para acomodar las
multinacionales y el sector empresarial nativo. Bajo su liderazgo, la derecha
hindú está intentando de este modo una mezcla de Reliance y Ram Janmabhoomi.
Adopta el orden neoliberal en la economía, al tiempo que conserva su ideología
central Hindutva para establecer su
hegemonía en el panorama sociocultural. Ocupando una posición de liderazgo en
las instituciones de poder, planea reforzar sus valores y normas en toda la sociedad.
Es una ardua tarea ahora enmendar
errores y fracasos del pasado y revertir el proceso de distorsión de la manera de gobernar
la India por una clase de criminales que han ascendido a posiciones de brutal eminencia
-ya sea desde el BJP, el Congreso, el Partido Samajwadi, o las diversas formaciones
regionales. Para adaptarse a sus intereses y carentes de cualquier compromiso ideológico, tienden a
unirse a cualquier formación nacional -la Alianza Progresista Unida (UPA), la NDA -o a coquetear
con otras alternativas nacionales como el "tercer frente", o la idea
lanzada recientemente de un "frente federal". Así pues, el siguiente
Lok Sabha puede llegar a ser un terreno propicio para intrigas entre estos
abominables desechos de políticos interesados, criminales y corruptos que se reinventan
en cada elección.
Queda por ver cómo se
gestionará la agenda religiosa y cultural del nacionalismo hindú, cuya
implantación ha estado tradicionalmente acompañada de enfrentamientos entre
hindúes y musulmanes.
Los musulmanes, que representan alrededor de un 15 por
ciento de la población India
De momento lo
fundamental es que Modi es para India en su coyuntura actual el hombre de su
tiempo.
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