sábado, 31 de mayo de 2014

El niño que vendía té, primer ministro hindú

República Dominicana se ha empeñado por largo tiempo en mantener relaciones diplomáticas con India, pero el gigante asiático continua como uno de los grandes desconocidos por los nacionales de esta isla caribeña perdida en las aguas azules del intenso mar. Hans Dannenberg Castellanos, un gordito que se pasa de simpático, conversador, experto en turismo, que logró sus 10 minutos de fama en la primera administración de Leonel Fernández Reyna, ha sido desde el año 2006 nuestro sempiterno enviado en aquellos lejanos confines.

Los hindúes tienen un consulado honorario en la ciudad de Santo Domingo y la embajada en Cuba es concurrente en nuestro país. Chinthapally Rajasekhar es el actual embajador de la India; Campos S. De Moya, actual vicepresidente de comunicaciones y relaciones institucionales del Grupo Vicini y presidente de la Cámara Británica de Comercio en República Dominicana, es el cónsul honorario de esa nación.

Pese a que el volumen de negocios ronda los 100 millones de dólares anualmente, desde India se importa maquinas y artefactos mecánicos, productos farmacéuticos, productos químicos, automóviles, pescado, plásticos, caucho, algodón y fundición de hierro y acero (según datos del CEI-RD, Centro de Exportación e Inversión de República Dominicana, ahora bajo la dirección ejecutiva de Jean Alain Rodríguez); a la inversa poco o nada se exporta, la mayor debilidad continua siendo el desconocimiento del país asiático.

En May.16.2014 los hindúes celebraron elecciones, la novedad apenas se comentó en República Dominicana, los colores habituales salieron como cada día a las calles, ilusionados por la posibilidad de nuevas esperanzas. La democracia más grande del mundo, sólo llamó la atención el número de electores, más de 541 millones de seres humanos de 813 millones potenciales votantes, y después, unos expeditos resultados que ofrecieron como nuevo primer ministro a Narendra Modi, estricto vegetariano y amante del yoga, quien ya está instalado en el cargo (May.28.2014). El Bharatya Janata Party (BJP, que significa Partido Popular Indio) triunfó espectacularmente en estas elecciones y logró la mayoría absoluta en el parlamento.


En India viven 1,200 millones de personas, 1,200 millones de sueños, de demandas, de inquietudes. 1,200 millones de diferentes realidades. El país asiático cuenta también con el 37 por ciento de los analfabetos del planeta. Por eso, la televisión es un elemento fundamental para ganar elecciones: ante la imposibilidad de leer está la fuerza de la imagen de un candidato repetida día tras días. Casi la mitad de los indios (47 por ciento) cuenta con un televisor en casa en el que se pueden ver algunos de los 500 canales que existen en el país.

El BJP ha tenido varias experiencias en el poder: a nivel nacional estuvo al mando entre 1998 y 2004, convirtiéndose en el primer partido que derrotó al partido del Congreso, marcado por la dinastía Gandhi. Durante su gestión, el BJP impuso el viraje irreversible hacia el neoliberalismo. También participó en el escrutinio Arvind Kejriwal, el líder anticorrupción que quería dar una sorpresa como hizo en diciembre al ganar la alcaldía de Delhi con su nuevo partido, el del Hombre Común (AAP).

El neoliberalismo en la versión del partido del Congreso (con Manmohan Singh a la cabeza) y en la del BJP es el mismo. Ambos creen en las virtudes del libre mercado, prefieren las grandes corporaciones (nacionales o extranjeras), las privatizaciones, el recorte en el gasto público y en especial del gasto social y sus prioridades se someten al capital financiero. Pero el BJP propone un nuevo componente para la ideología neoliberal. En su visión de economía política, la afirmación de Hindutva es la clave para el crecimiento del PIB y la prosperidad. El resurgimiento del fundamentalismo hindú sería ahora la clave del progreso económico y la salida de la pobreza para las masas del subcontinente.


El término hindí hindutva (/jindutuá/) significa “hinduidad”, o literalmente “calidad de hindú” La palabra fue creada por el político Vinaiak Dámodar Savarkar en 1923, en el folleto Hindutva: ¿Quién es hindú? Se usa para describir grupos nacionalistas en India tales como Rashtriya Swayamsevak, Bajrang Dal y Vishwa Hindu Parishad.

La victoria se debe a un hecho fundamental: en los últimos 20 años, el BJP y Modi han promovido el fundamentalismo nacionalista hindú. Su visión del Estado se basa en una reinterpretación de la historia y la idea de una hegemonía cultural hindú. La palabra clave es Hindutva, vista en líneas anteriores, se traduce como las características esenciales de “lo hindú”.

Modi, de chico, vendía café en la estación de trenes de su natal Vadnagar, ciudad famosa por sus templos; de hecho pertenece a una casta inferior. Era un “chai-wala”. Para sus devotos, el hombre de 63 años es un gestor eficiente que logró controlar la muy extendida corrupción en su estado de origen, Gujarat, y atraer inversionistas. Se ha propuesto enderezar el crecimiento, menguado hasta un 5 por ciento en la última década. “Duerme cinco horas al día y trabaja casi las restantes 19”, dijo Yamal Vyas, su compañero en el BJP.

“Chai-wala” significa literalmente "vendedor de té". En la mayoría de barrios hindúes son muy corrientes las pequeñas paradas de té y la gente se reúne a su alrededor para beber té y charlar. Por lo tanto, el propietario de la parada normalmente conoce todos los rumores del barrio.

Los analistas de oriente próximo señalaron que el interés en estas elecciones se debió al deseo de la población
de castigar al gobierno actual, en medio del descontento por la elevada inflación, la ralentización del crecimiento económico y la falta de puestos de trabajo. Además salieron a la luz varios escándalos de corrupción.

La victoria de Modi permite suponer que habrá un cambio radial en la trayectoria política de la nación, que tradicionalmente ha estado en manos los Gandhi, que se inició con Nehru y ya alcanza cinco generaciones, una las familias políticas más famosas del mundo, llamada varias veces como los “Kennedy” de Asia.

El nuevo primer ministro superó los 52 escaños para controlar la Cámara Baja, además se constituyó en un varapalo para los Gandhi, quienes han gobernado 54 de los 67 años de la India como nación independiente. Sus primeras palabras fueron: “llevaré a cada ciudadano por la senda del desarrollo, ningún poder del mundo podrá detener a un país de 1,250 millones de habitantes. Necesitamos convertir el siglo XXI en el siglo de  India y sólo necesitaré 10 años, no más”. Por su parte, el Partido del Congreso, de la dinastía Nehru-Gandhi, habría obtenido 45 distritos, su peor registro histórico. 

Pero a Modi le persigue su pasividad ante un pogromo antimusulmán que causó más de un millar de muertos en Gujarat en el 2002, al poco de estrenarse al frente del ejecutivo estatal. Él insiste en su inocencia. Se le acusa de dejar hacer, de no usar sus poderes para intentar frenar los asesinatos y violaciones por los que otros 200,000 musulmanes huyeron de sus casas. Aunque ningún tribunal le ha condenado en relación al episodio, es el motivo por el que tiene prohibido entrar en Estados Unidos. Por demás es desde hace años el político más controvertido de la India. “Ha logrado convertirse en un líder nacional, algo importante en India, donde la política está muy fragmentada en voto regional y castas”, explica Eva Borreguero, especialista en India y profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.

En una India donde lo tradicional es que el público de los mítines sean acarreados pagados por asistir, Modi, un carismático personaje que ha logrado desdibujar las sombras del pasado, gracias a sus dotes como comunicador ha hecho un cambio revolucionario: cobra entrada a los seguidores que quieren escucharle en persona. Así de innovadora ha sido la presencia de este hombre. ¿Cuántos de los políticos dominicanos se atreverían a emprender este reto?... ¿podrá algunos de los pre-candidatos a la Presidencia de la República por esa “fabrica de presidentes” como han querido llamar al PLD (Partido de la Liberación Dominicana), alejarse de la tradición de pagar para que haya concurrencia en los mítines, y encima regalar un “pica-pica” y una botella de ron?... ¿lo podría hacer Miguel Vargas Maldonado?

El presidente indio, Pranab Mukherjee, no votó en estas elecciones, reavivando así la costumbre de la imparcialidad presidencial. “El presidente decidió abstenerse de votar para expresar su neutralidad política”, explicó su secretario de prensa, Venu Rajamony. El presidente es el jefe del Estado en India y tiene un cargo esencialmente representativo, aunque durante las elecciones juega un importante papel para la formación de gobierno cuando no hay un vencedor claro. Los tres anteriores presidentes rompieron la tradición de la abstención y votaron en las elecciones.

La victoria electoral de este fundamentalismo suena extraño, pero es explicable por el desencanto con el desempeño neoliberal de los últimos años. El partido del Congreso cargó con la factura del estancamiento provocado por la crisis y por las contradicciones del modelo neoliberal. La desigualdad crónica, que corre en aumento, añadió un ingrediente más a la mezcla explosiva. El fundamentalismo hindú se apoya en el sistema de castas. Éste ha sido clave para mantener la explotación social y la opresión, basado en el patriarcado y en el mantenimiento de las clientelas.

Todas las grandes experiencias de dominación han reconducido las funciones del orden de castas para cimentar las nuevas formas de expoliación, la desigualdad es su esencia más acabada y su base es la creencia en fuerzas universales, disfraz excelente de la explotación. Los medios, el resurgimiento ideológico y el atraso político han sido claves para lograrlo. Un error trágico de la izquierda institucional en India fue moverse a la derecha y abandonar la bandera de la erradicación del sistema de castas.


El triunfo, más allá de ser un nuevo campo en los ciclos de superposición de los grandes partidos, revela los cambios estructurales que se han producido en la sociedad india en la última década con el auxilio de elevadas tasas de crecimiento económico. Lo más relevante es el engrandecimiento de la clase media y su progresiva influencia al transmitir y vigorizar los valores de la sociedad de consumo capitalista, que resultan naturalmente propios según los principios hindúes de artha y kama, riqueza y búsqueda del placer, como con asiduidad muestra el fenomenal cine de Bollywood.

Es este modelo el que parece haber surgido como aglutinador del mosaico de intereses, capaz de superponerse a las lealtades de casta y región que desde 1989 habían impedido alcanzar la mayoría parlamentaria a los partidos y que condenaba el futuro político a un evidente anquilosamiento.

Esa clase media en ebullición, y los cientos de millones que aspiran a engrosar sus filas, han visto en el nuevo primer ministro una salida a los grandes problemas: corrupción endémica, clientelismo y gestión política improductiva, ineficaz, casi inservible. La vida estoica, espartana, casi imperturbable, de Modi contrasta con una clase política desacreditada y lo ha presentado como el guía idóneo para hacer extensivas las transformaciones que él mismo ha llevado a cabo en Gujarat. Su discurso ha sido diestro al fundir las múltiples identidades nacionales. Convertido en un comunicador de multitudes, la utilización de su imagen en máscara exhibida por todos sus seguidores en el territorio del vasto sub-continente ha protagonizado una revolución en la promoción política.

Narendra Modi tiene al frente ciclópeas competencias. El cometido del gobierno no es comparable a la de un Estado como Gujarat y su bosquejo es exageradamente anhelante en todos los terrenos. Son de pronosticar cambios en la legislación que aligeren la cultura de los negocios, abran el país a las inversiones extranjeras, y que en consecuencia recuperen el crecimiento económico. Se podrá observar una nación más presente tanto a nivel regional como global. Habrá una revisión de la doctrina nuclear del país y se buscarán nuevas relaciones con China.

El triunfo de Modi aparte de recordar el pasado e identificar similitudes, hay que tener una visión más astuta de la derecha hindú en la India de hoy. No es una réplica exacta de las fuerzas fascistas del pasado. Al igual que el nuevo primer ministro está remodelando la estrategia y la táctica de un nacionalismo chovinista populista (la ideología que fue seguida por las potencias del eje en sus respectivos estados en el período de 1930 a 1940 y por la derecha hindú) en el régimen actual de la globalización. Ha desarrollado un concepto neo-Hindutva para adaptarse a las exigencias de la economía neoliberal. Si bien se mantiene fiel a la estrategia básica del Sangh parivar de establecer un estado teocrático hindú de Ram rajya (un paralelo del proyecto islámico contemporáneo de creación de un orden político basado en la sharia), Modi está utilizando tácticas para acomodar las multinacionales y el sector empresarial nativo. Bajo su liderazgo, la derecha hindú está intentando de este modo una mezcla de Reliance y Ram Janmabhoomi. Adopta el orden neoliberal en la economía, al tiempo que conserva su ideología central Hindutva para establecer su hegemonía en el panorama sociocultural. Ocupando una posición de liderazgo en las instituciones de poder, planea reforzar sus valores y normas en toda la sociedad.

Es una ardua tarea ahora enmendar errores y fracasos del pasado y revertir el proceso de distorsión de la manera de gobernar la India por una clase de criminales que han ascendido a posiciones de brutal eminencia -ya sea desde el BJP, el Congreso, el Partido Samajwadi, o las diversas formaciones regionales. Para adaptarse a sus intereses y carentes de cualquier compromiso ideológico, tienden a unirse a cualquier formación nacional -la Alianza Progresista Unida (UPA), la NDA -o a coquetear con otras alternativas nacionales como el "tercer frente", o la idea lanzada recientemente de un "frente federal". Así pues, el siguiente Lok Sabha puede llegar a ser un terreno propicio para intrigas entre estos abominables desechos de políticos interesados, criminales y corruptos que se reinventan en cada elección.

Queda por ver cómo se gestionará la agenda religiosa y cultural del nacionalismo hindú, cuya implantación ha estado tradicionalmente acompañada de enfrentamientos entre hindúes y musulmanes.

Los musulmanes, que representan alrededor de un 15 por ciento de la población India

De momento lo fundamental es que Modi es para India en su coyuntura actual el hombre de su tiempo.



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