Almánzar |
Armando
Almánzar Rodríguez (1935, casi contemporáneo de mi mamá, ¡lo creía más joven!)
se ha puesto viejo hablando de cine, también hace otras cosas, debe ser el
primer cuentista de los poquísimos que actualmente viven en el país, sus trabajos
han sido extensamente laureados, escribe en los medios nacionales y quien sabe
cuantas cosas más. Cuando yo era más apuesto, más delgado y asistía a las aulas
universitarias, Almánzar tenía un radial que mantenía cautivo a todo el oyente
capitalino basado en sus críticas y opiniones, pero más que nada en los temas
de las cintas exhibidas en la pantalla grande. Aquello verdaderamente era un
lujo de película.
Este sábado (Ene.18.2014) el
critico publicó en el Listín Diario (http://listindiario.com.do/entretenimiento/2014/1/17/307309/Vamos-de-robo)
sus impresiones sobre la película “Vamos de robo”, escrita, producida y
dirigida por Roberto Ángel Salcedo (quien esta vez se eximió de actuar; también
conocido como “el primer niño de la ciudad”) y con la presencia de los
comediantes Fausto Mata, Manolo Ozuna y Carlos Sánchez y el cantante Anthony
Ríos, en su primera experiencia de este tipo. Aquello no tiene desperdicios.
Señalaba Almánzar: “hace poco
leíamos sobre guionistas no europeos, no norteamericanos, no japoneses, sino
latinoamericanos que, al preguntarles sobre sus guiones, sobre el tiempo que
invertían en escribir un guión, hablaban de un año, de dos años, decían que los
escribían una, dos, tres y hasta cuatro veces para sentirse al fin conformes
con lo plasmado en el papel, en la pantalla de su PC. Pero, por supuesto, esos
son locos viejos que pierden tiempo. Por estos lados, los hay que escriben un
guión cada dos o tres meses, luego dirigen la película y en ocasiones la
interpretan. Y van de robo, porque les patrocinan la puesta en escena, la
rellenan de comerciales (con eso pagan en parte las inversiones), luego
consiguen dinero de la DGCine
(nota LRM: Dirección General de Cine) y, repetimos, van de robo”.
Añadía: “por supuesto, quien no va
de robo es el cine, el séptimo arte, que es obviado para rodar puras
mojigangas. También, por supuesto, van a decir de nuevo que “quienes quieran
ganar el Oscar que se vayan a Hollywood”, o que “ellos no trabajan para hacer
obras maestras, sino para el pueblo”, respuestas vanas, huecas y necias porque
lo que sí saben en su fuero interno es que, si por algún repentino vaivén
mental a alguno de ellos se le ocurriera la idea de hacer una “película para el
Oscar” o “una Obra Maestra”, lo seguro es que, a pesar de las intenciones, les
saldría otra burrada. Porque no es que no quieren, es que no pueden”.
Salcedo y familia |
Demasiadas verdades en tan escasos
párrafos. En cualquier parte del mundo esto causaría un estupor gigante.
Así como en el cine, el deporte
dominicano no presenta novedades. Aquí hay quienes pretenden jugar todas las
posiciones en tantísimas disciplinas, dirigir, entrenar, trazar pautas y
señalarse como verdaderos amantes de la institucionalidad. Por eso los avances
son a gotas contadas. Un logro por acá, otro a los años, atletas que son
formados en el exterior sin sacrificios para federaciones y gobierno;
especialidades enteras sin un ídolo a quien emular, todo para después terminar
siendo una de las facetas menos democráticas de la sociedad.
Hace cuanto
nos sorprendemos con que muchos de los prospectos dominicanos de nuestro
deporte rey alcanzan la cúspide y aún no han podido recibir una oportunidad en
el béisbol local. Hace años que sabemos más de las nimiedades de los directivos
de los equipos y federaciones que de los atletas. Que carajo nos importan
Roberto Ramírez (uno de mis actores favoritos), Alexis Joaquín García, Radhamés
Tavarez, Luis Mercedes o su impresentable hijo Luisito Mercedes, pero nadie
tiene la osadía de cuestionarlos.
De todo ese
grupo es portavoz más fiel ha sido Leonardo de Jesús Heredia Castillo (Leo
Corporan), editor deportivo del vespertino El Nacional), quien ha estado muy de
cerca con José Joaquín Puello Herrera y Luis Mejia Oviedo, presidentes del
Comité Olímpico Dominicano (COD), relación iniciada por el publicista Nandy
Rivas hace cerca de 40 años (en la coordinación de las transmisiones
televisivas de los Tigres del Licey), y quien ha intentado manipular el
movimiento deportivo a favor de sus amigos del “bloque olímpico”, desde la
redacción del diario, que cada vez tiene menos páginas y circulación.
Puello Herrera |
Corporan ha
transmitido sin mucho brillo pero insistentemente por largos e interminables
años los encierros, los silencios y la vocinglería de “los olímpicos”. Los
resultados, siempre los mismos.
En la lucha
que se vive desde finales del 2013 entre el COD y el Ministerio de Deportes y
Recreación (MIDEREC), encabezado por Jaime David Fernández Mirabel, no hay que
ir muy lejos para saber los mensajes que envía la santa y venerada hermanita de
la Caridad
del Cobre desde su columna Te Enteraste.
El COD y sus federaciones afiliadas se han convertido en verdaderos parásitos
de la burocracia estatal. La suspensión o el recorte de la subvención por parte
del Gobierno Dominicano crearía un verdadero vacío de poder entre el movimiento
deportivo dominicano.
Los que
dicen o piensan diferentes sólo apuntarían a provocar inestabilidad y hay que
buscar todos los medios posibles para excluirlos y marginarlos. Los mediocres
cobran impuestos de exclusión, preterición, separación, omisión, maltrato ante
el intelecto ajeno. El fantasma de la conspiración siempre detrás de las
palabras, así se entiende en un país que no lee, que no escribe, que no se
cultiva.
Los años de
gloria de los dirigentes deportivos dominicanos se caracterizan siempre por la
híper presencia en los medios; aún después de entregar posiciones, a mucho
dolor; aún después de que la vida dictamina, hay quienes se resisten a tener
una ausencia mediática prolongada. Esas conductas necesariamente exigen
respuestas psiquiátricas. Nadie quiere dejar un espacio para las versiones y
las repercusiones. Hay honras, no siempre bien ganadas, que hay que defender,
pero casi todos sufren de clinomanía, ese excesivo deseo de estar abandonado en
una cama.
Tristemente,
la religión de todo el que está ligado al deporte dominicano es el dinero; “la
búsqueda”, “el salir a la calle con el cuchillo en la boca”, expresiones
populares de los últimos tiempos al interés por lo pecuniario.
Con Felipe
–El Jay- Payano casi todo el mundo estuvo de acuerdo por su manera atrayente y
abierta de manejar la cartera oficial, muchas veces a fuerza de talonario,
excepto Leo Corporan, porque no pudo manipularlo; con Fernández Mirabal hay
muchos disconformes por su tozudez en el manejo de la institución,
independientemente de su falta de tacto y de su minima presencia dentro del
mundillo deportivo, pero también el redactor jefe de la
San Martín está en desacuerdo, porque no
responde a los compromisos de “los olímpicos”, sus asociados. Las columnas en
el vespertino son lastimosas.
A la izquierda, Leo Corporan |
Cuando Leonel Fernández Reyna
estaba armando su gabinete antes de regresar al Palacio Nacional en el año 2004
le ofreció la entonces Secretaria de Estado de Deportes, Educación Física y
Recreación (SEDEFIR) al señor Corporan, y este tres veces, como Pedro, se negó;
una vez inclusive, en presencia de este servidor en el estadio de la Marina de Guerra, en un
acto organizado por el escucha Ramón Peña. Muchos asumen que por su falta de
carácter ante las responsabilidades, otros por su chabacanería al frente de las
posiciones, pero los más por su pretensión de sentirse con el poder detrás de
los tronos. Esa no es una simple percepción, es una intención aviesa y
desestabilizadora que se ha mantenido por muchos años dentro de la actividad.
Como ejemplo, de la falta de
entereza de este ejemplo vivo de “Tulio Turpen”, señalaré un episodio que
quizás pasó desapercibido pero que fue expuesto a todos. Álvaro Arvelo hijo, en
una mañana de diciembre del año 2006 sorprendió a todos indicando que el señor
Corporan había sido internado de urgencia en la Plaza de la Salud , por una hipertensión
repentina, allí pasó tres días. Las malas lenguas no tardaron en decir que era
producto de una diarrea cuando la sociedad civil cuestionó que los funcionarios
recién nombrados de la Cámara
de Cuentas de República Dominicana, donde se encontraba su hermano José Heredia
Castillo, cobraran la regalía navideña completa con apenas 2 meses de estar en
el cargo.
Vivir como
pretende nuestra sociedad sin una mirada critica es una equivocación que
acarrea siempre males mayores; la misma debería servir como una liberación
frente a métodos y abordajes tradicionales. Un país que busca mantener intactas
las concepciones tradicionales sobre los géneros que deberían ser foco
permanente de estudio se limitará siempre a revertir las valoraciones sobre si
mismo.
El
periodismo en República Dominicana está distanciado de las necesidades de la
sociedad y amarrado a los dueños de los medios y a las escasas libertades que
estos conceden para que muchos “payoleen”.
Hay demasiada gente en los medios que escriben sin razón y muchos menos con
honor.
Hace falta
pensar críticamente en nuestras identidades, pero esta sólo será útil cuando se
tienen claros los objetivos de la práctica y se desarrollan métodos
consistentes con esos objetivos. El análisis crítico será siempre necesario
para estudiar los sistemas y regulaciones que se producen entre los actores de
la sociedad, el estudio de la historia y las luchas y las ideas y prácticas
contemporáneas.
La percepción
pertenece al sentido común, pese a que los sofistas oficialistas (los que han
negado la realidad nacional en cada instante que hemos sido gobernados por el
PLD) pretenden avasallar esta forma de mirar los desenvolvimientos sociales y
no a ningún designio deplorable, patético y lastimero. Aquí la posibilidad de
obtener dinero siempre ha entretenido a los nuevos barones de la hidalguía
criolla; muchos de ellos, nuevos ricos.
Esa
inestabilidad conceptual y esos asombrosos ocultamientos hacen temblar a la
sociedad dominicana. Y este dato objetivo, este temblor inverosímil que padece
hasta el más guapo de la cuadra, por una u otra razón nos estremece a todos.
Concluía Armando Almánzar: “y la
presente lo demuestra de principio a fin: una historia con más agujeros que un
colador, con un guión atropellado con diálogos que parecen una catarata de
repeticiones, los cuatro del robo cada uno con su cantilena repitiendo lo mismo
cada tres minutos, sus esposas repitiendo sus quejas cada tres minutos, y un
robo que nunca es investigado a pesar de lo evidente: los sospechosos aún
estaban dentro del banco cuando llegó la policía y no había dinero por ninguna
parte, otros estaban dentro y tampoco importa, los acusados lo llegan a saber,
pero tampoco lo dicen ni a la policía ni a la prensa ni a nadie, al final hay
una persecución y, como por arte de magia, todos los perseguidos y
perseguidores confluyen en el mismo lugar donde, claro, también están los
ladrones”.
“Y si de histrionismo se trata,
remachamos lo mismo que ya hemos dicho en muchas oportunidades”… cualquier
parecido con cualquier otra instancia de la sociedad dominicana es una
verdadera coincidencia.
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