Hace muchos años, muchísimos diría, caminaba
todas las mañanas con un matrimonio amigo; uno de esos días me confió que el
tenía un listado de gentes para fusilar si llegaba alguna vez a las instancias
de poder de la nación dominicana; la lista estaba llena de personajes políticos
de la época. El tiempo ha pasado, por lo menos yo siento que he vivido todos
mis años, pero aquel muchacho lleno de futuro quemó las naves, se hizo abogado
y ahora defiende a todo aquel que debería ser repudiado socialmente. Por
supuesto dinero no le ha faltado; inclusive se le señala como uno de los genios
del derecho actual dentro de nuestras fronteras.
Años más tarde asistía a la graduación de mi
hijo mayor en la ciudad de Cincinnati, estado de Ohio, cuando caminando por la
calle, noté que todos los vehículos despejaban las vías, inclusive nadie
intentaba a cruzar la confluencia; eran dos avenidas
amplísimas. A los lejos el sonido de una ambulancia.
En Chile, donde se habla español al igual que
nosotros, es obligatorio despejar las vías antes las señales perceptibles y
apreciables de los vehículos en rodamiento. En España, ante una emergencia
médica, usted puede partir en su coche, exhibir un paño blanco y todo el mundo
lo respeta.
Francisco de Goya recreó la acción de un
fusilamiento de manera magistral en El Tres
de Mayo, un cuadro que está lleno de interpretaciones. En los Estados
Unidos tres condenados, desde 1976, han decidido morir fusilados por elección
propia, y esta modalidad se mantiene vigente en el estado de Oklahoma. Nuestra
historia recoge que Francisco del Rosario Sánchez, activista y estratega
político, y segundo al timón del movimiento patriótico La Trinitaria , después
convertido en Padre de la
Patria , murió ejecutado en San Juan de la Maguana el 4 de julio de
1861.
En sus inicios el cristianismo, desvinculado de
la sociedad política dentro de la que se desenvolvía, mantuvo una posición
adversa contra las penas corporales o capitales. Después cambió bajo el
argumento de que era una acción permitida por la ley que Dios no podía
desaprobar. La iglesia aceptó la pena de muerte en los casos de herejía y
hechicería. Lo sacrílegos eran condenados a la hoguera y también se aplicaban
otras formas de muerte de manera directa e indirecta y se aceptaba además la
mutilación.
El Tres de Mayo |
En República Dominicana los fusilamientos no
han desaparecido, se dibujan y maquillan de manera pasmosa, pero no se
proclaman abiertamente. Son frecuentes las muertes en intercambios de disparos,
las fugas desde las cárceles o algunos motines. Francisco Alberto Caamaño Deñó
fue ajusticiado en las montañas cerca de Nizaito el 16 de febrero de 1973 por
sus compañeros de armas y por disposición de Joaquín Balaguer, entonces
Presidente de la
República. El encargado de la acción fue el entonces coronel
Héctor García Tejada, un hombre que tristemente la historia no lo recordará.
Recientemente el diputado al Congreso de la
República Luis Jiménez Caminero (PLD), solicitó el
fusilamiento “inmediato” de los implicados la agresión vivida por la ingeniero
Francina Hungría Hernández, quien perdió la visión después de ser asaltada y
tiroteada por sus agresores. Jiménez Caminero es uno de los tantos miembros del
servicio legislativo dominicano que no exhibe una sola nota de trabajo en su
expediente; la gente lo tiene sindicalizado como un payaso de escasa monta.
En todas partes del globo terráqueo hay
disposiciones para las señales audibles y visibles de los vehículos de emergencia y vehículos oficiales en la preferencia
del tránsito, menos en República Dominicana.
Se
entiende por vehículos de emergencia las autobombas y demás unidades de las compañías
de bomberos, ambulancias de los establecimientos de salud, estatales y privados
usados para casos de emergencias médicas, vehículos policiales usados para la
atención de situaciones críticas relativas al cumplimiento de las funciones de la Policía Nacional ,
los autorizados para prestar el servicio de grúa y auxilio mecánico, cuando se
encuentren prestando servicio.
La carga de los Mamelucos |
Vehículos
oficiales son los asignados a la
Presidencia de la República , a la Presidencia del
Congreso de la República
y a la Presidencia
de la Suprema Corte
de Justicia, los de su comitiva y los encargados de su protección y seguridad;
y los de los Jefes de Estado y altos dignatarios extranjeros en visita oficial,
de su comitiva y los encargados de su protección y seguridad. En República
Dominicana cada ministerio tiene una asignación de vehículos oficiales y cada
funcionario de quinta categoría se asigna uno de esos carricoches.
Los
vehículos de emergencia y vehículos oficiales deberán estar equipados con: sirena
que emita señales audibles de fácil reconocimiento y que se pueda escuchar a 100 metros de distancia;
y balizas luminosas que se distingan a 100 metros de distancia
y se diferencien de las luces intermitentes de los demás vehículos. Dichos
instrumentos deberán estar instalados en la parte superior del carromato, de
tal manera que sea visible en toda dirección y serán de color: rojo, en las
autobombas y otras unidades de las compañías de bomberos, así como en los
vehículos policiales; y amarillo, los vehículos oficiales, en las ambulancias
de los establecimientos de salud, estatales y privados, y en los
vehículos-grúa.
En
República Dominicana hay boyas azules, verdes, anaranjadas, fucsia y cualquier
color imaginable.
Cuando se responda a una llamada de emergencia o
cuando se cumpla una misión oficial, el conductor de los vehículos de
emergencia o vehículos oficiales podrá hacer uso de prerrogativas tales como: tener
preferencia de paso; estacionarse o detenerse en lugares no autorizados;
pasar
la luz roja de un semáforo o una señal de pare, debiendo previamente disminuir
la velocidad del vehículo a una compatible con la seguridad pública; cuando sea
necesario, sin poner en riesgo la vida de los usuarios de la vía y de la
propiedad privada, exceder los límites de velocidad máxima; y omitir el
cumplimiento de las señales que dispone la orientación de la circulación o
giros en determinadas direcciones.
Cívicamente,
los conductores de vehículos que se encuentren circulando en la misma vía o en
vías transversales, cederán el paso en las intersecciones o conducirán tan
cerca como sea posible al extremo derecho de la calzada, donde se detendrán
paralelamente a la berma lateral o acera o harán alto según sea el caso, de tal
manera que no interrumpan el libre paso, debiendo permanecer en esta posición
hasta que el vehículo de emergencia lo haya adelantado o concluido su marcha. Ningún
conductor podrá seguir a un vehículo de emergencia o vehículo oficial a menos
que se ubiquen a una distancia no menor de 100 metros .
Los
conductores de vehículos de emergencia o vehículos oficiales que no se
encuentren cumpliendo una función de emergencia o una misión oficial están
impedidos de hacer uso de las señales audibles o visibles.
En
República Dominicana todos los que tenemos un volante en las manos se nos
agrega la condición de que el Departamento de Transito Terrestre del Ministerio
de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) nos hace dueños automáticamente de un
manual personalizado de cómo transitar a nuestro antojo por calles y
carreteras. El mismo sólo está en nuestras cabezas y muchas veces no depende de
la capacidad neuronal de la que disponemos; la ley la escribimos a nuestro
antojo en cada instante de nuestras vidas. Hasta ese punto hemos llegado
cívicamente en este país.
Las
señales audibles y visibles de los automóviles son de libre venta en todo el
territorio nacional y los vehículos de emergencia y vehículos oficiales sólo se
respetan si llevan un flanqueador delante.
El
caso de las ambulancias es el más patético de todos. Dentro de nuestras
fronteras jamás ha calado el mensaje de que facilitar el paso a las ambulancias
salva vidas, son situaciones donde el tiempo en el desplazamiento de las
unidades es vital. En Nov.18.2010 el vespertino El Nacional señalaba que una
ambulancia fue retenida por miembros de la Policía Nacional
que prefirieron el paso una caravana de un militante del partido oficialista
(PLD). La acción se cometió en plena esquina de las concurridas avenidas 27 de
Febrero y Máximo Gómez y una menor se vio afectada por la situación.
Esta
semana viví un escenario nada agradable. Jueves 20 de junio del año 2013, 8:15
de la mañana, para más detalles. Me desplazaba por la avenida San Martín en
dirección este a oeste. Detrás de mi, el ulular de una ambulancia, por la
premura de aquello busco la berma más cercana, la izquierda y me orillo. Me
rebasa la ambulancia, pero detrás de ella, a menos de 50 centímetros de
distancia una Mitsubishi Sport color champagne… ese era un delito menor.
¡Válgame Dios!
En la
intersección con la avenida Tiradentes, una chica en una Suzuki Vitara o
Siderick, no logré ubicar el modelo (no soy fanático de los autos), impidió el
paso de la ambulancia por más de 2 minutos, a la vista de por lo menos 3
agentes de la Autoridad Metropolitana
del Transporte (AMET), encargados del transito en las ciudades dominicanas, que
virtualmente se convirtieron en verdaderos amemaos
(dominicanismo: persona que nunca está en lo que debe de estar, distraído, también
se les conoce como alelaos), simples
espectadores de piedra. Siempre raudos y dispuestos a colocar infracciones,
pero sin capacidad para dirimir los conflictos de la actividad en el país.
Con
aire distendido, sin preocupación y sin remordimientos, esta joven al volante
del vehiculo con placa G-097794 impidió la circulación de esta ambulancia que
tenia encendidas todas sus señales audibles y visibles en un acto de
inhumanidad, inclemencia, perversión, rigidez, destemplanza, inflexibilidad,
digno de asombro en una sociedad que perdió la capacidad de sorprenderse.
En
mis tiempos de estudiante existía una materia llamado Moral y Cívica, a la que quizás
no se le prestaba toda la atención debida, pero que dejaba profundas huellas
para el mañana. Allí se nos enseñaba como comportarnos y como convivir en
sociedad, basándose en el respeto al prójimo, el entorno natural y los objetos públicos.
Buenos modales, urbanidad y cortesía; normas de conducta y educación. Aquello
parece haberse borrado de los programas que debe cumplir cada centro educativo.
En un
blog llamado educacióncivicabasica encontré las siguientes líneas: “la educación vial se ha convertido hoy, sobre todo en
el entorno urbano y en las grandes vías de circulación, en un capítulo de suma
importancia para la convivencia. La imprudencia de los conductores y de los
peatones pone en peligro la propia vida y la de los demás. Por ello, el
estricto cumplimiento del código de circulación, la evitación del alcohol y de
la temeridad en el manejo del vehículo es reflejo del respeto hacia la vida de
los demás. Los conductores deben ser muy conscientes de su responsabilidad y
cumplir estrictamente las ordenanzas: respetar los límites de velocidad
y las señales de circulación; no invadir los espacios destinados a los peatones
ni obstaculizar el paso de otros vehículos; respetar las indicaciones de los
agentes, reconocer las infracciones cometidas (y aprender a evitarlas), aceptar
y satisfacer la sanción impuesta justamente, sin recurrir al disimulo, la
trampa o el soborno para eludir su pago; mantener el vehículo en buenas
condiciones para garantizar la maniobrabilidad y evitar accidentes y para no
incrementar, por un funcionamiento incorrecto, la contaminación atmosférica y
acústica y evitar molestias a los demás”.
Agregaba: “todo cuanto se ha dicho sobre el manejo de vehículos no se refiere sólo a los automovilistas o a los vehículos de motor, también quienes conducen bicicletas u otros vehículos deben respetar las normas de la circulación y evitar las situaciones de peligro para los demás o para sí mismos. La obligación cívica alcanza también a los peatones. Poner atención al cruzar la calle, respetar las señales y las indicaciones de los agentes, ceder el paso a los vehículos sin obligarlos a maniobrar bruscamente, no circular en grupos por carreteras transitadas y, en todo caso, hacerlo siempre en ellas por la izquierda, son algunas obligaciones y medidas de prudencia propia del comportamiento cívico de los peatones”.
Toda infracción
de tránsito debería ser castigada, pero los responsables de manejar la circulación
vehicular se han convertido en simples recolectores de gravámenes impositivos.
No es efectivo un agente que en sus manos sólo exhibe la libreta de colocar
multas. Es mi humilde parecer.
Mientras
tanto, la chica de la Suzuki
con chapa número G-097794 debería de ser conducida a un pelotón de fusilamiento.
Sanción no prevista en las disposiciones legales vigentes pero que sería un
efectivo medio para empezar a mejorar el tránsito en nuestro país.
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