Julio 28 del 2021
Ventura y mi sobrina Anna Gabriela |
¿Qué tan sublime, desprendido, cuidadoso fue públicamente El Caballo Mayor?... en medio de la crisis política e institucional que siguió a la eliminación física de Rafael Leónidas Trujillo Molina (May.30.1961) la radio era el mecanismo más efectivo de comunicación, principal actividad de ocio del dominicano, y Ventura Soriano se convertía en el fenómeno musical de la historia reciente, del post-trujillismo, expresión singular de un modo para trabar relaciones sociales; con la llegada de Joaquín Amparo Balaguer Ricardo al Palacio Nacional en Jul.01.1966 se convirtió en un elemento revolucionario, crítico frente al orden establecido, y agente activo en el cambio político y social.
En términos artísticos la historiografía dominicana no ha valorado eficientemente los potenciales que puede llegar a alcanzar el desarrollo de la historia de la cultura para el análisis de campos temáticos más amplios.
Rafael Albert, Ventura y otras tres damas
El fenómeno musical en la época contemporánea es una expresión singular de un modo de trabar las relaciones sociales pero además, un mecanismo de ejercicio de poder por parte de la burguesía, de la misma forma que ha sucedido en épocas más remotas con las monarquías absolutas, y su mesianismo frente a los compositores clásicos. En ocasiones también es un elemento revolucionario, deslegitimador del poder establecido y agente activo en el cambio político y social. De esta forma, la producción musical de cada período histórico puede reflejar valores de la clase dominante y argumentos legitimadores de su poder.
Las vanguardias musicales dominicanas de los primeros años de este siglo XXI, salvo contadas excepciones, no nos exigen una preparación exigente, ni siquiera rigurosa, y jamás hemos cuestionado las creencias anteriores acerca de la naturaleza de la música. Nada parecido a lo que ocurría en tiempos pretéritos con nombres de la talla de Julio Alberto Hernández (Julio Alberto Hernández Camejo, Sep.27.1900 en Santiago de los Caballeros; Abr.02.1999 en Santo Domingo), Luis Alberti (Luis Felipe Alberti Mieses, Abr.06.1906 en La Vega; Ene.26.1976 en Santiago de los Caballeros), Enriquillo Sánchez (José Enriquillo Sánchez Rodríguez, Feb.16.1913 en La Vega; 1983), primer director de la Súper Orquesta San José, y exaltado a la inmortalidad deportiva en el primer ceremonial del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, autor del merengue San Cristóbal, dedicado a Trujillo Molina, y de la bella melodía Casita de Campo, Manuel Sánchez Acosta (Ago.18.1914 en Santiago de Los Caballeros; Abr.19.2006 en New York, New York), Juan Lockward (Juan Antonio Lockward Stamers, Jun.24.1915 en Puerto Plata; Mar.24.2006 en Santo Domingo), Luis Kalaff (Luis Kalaff Pérez, Oct.11.1916 en Pimentel; Jul.02.2010 en Santo Domingo).
También Bullumba Landestoy (Pedro Rafael Landestoy Duluc, Peter, Ago.16.1924 en La Romana; Jul.17.2018 en Santo Domingo), Antonio Morel (Dic.20.1920 en La Ceiba de Cabrera, en Moca; May.13.2006 en Santo Domingo), Bienvenido Bustamante (Bienvenido Bustamante López, Feb.27.1923 en San Pedro de Macorís; Nov.15.2001 en Santo Domingo), Bienvenido Brens (Bienvenido Brens Florimón, Jul.30.1925 en Pimentel; Ebe.18.2007 en Santo Domingo), Papa Molina (Ramón Antonio Molina Pacheco, Dic.19.1925 en Moca; Ago.05.2020 en Santo Domingo), Manuel Troncoso (Manuel Troncoso Ramírez, Sep.21.1927 en Santo Domingo; Sep.17.2012 en Santo Domingo), y Rafael Solano (Rafael Leónidas Solano Sánchez, Abr.10.1931 en Puerto Plata). Colocados todos siguiendo sus respectivas fechas de nacimiento.
«Ahora me recuerdo yo que cuando era muy chiquito», también le comentó a Dora, en los salones del Club Deportivo Naco: «todas estas damas emperifolladas, de la alta sociedad, quieren que les dé un curso de baile, y pregúntale a Madera que ni él ni yo sabemos bailar; yo sólo me arriesgo a dar pasitos de baile para entretener al auditorio».
De la misma época recuerdo, ya siendo el más popular de los cultivadores del merengue, dedicaba una noche al mes a beneficio de los clubes del país, entonces cabalgando bajo el rotulo de deportivos y culturales, y nos tocó varias veces en la vecindad del ensanche La Fe; la modesta instalación se forraba de palmas, se colocaba una tarima, y se armaba el fiestón.
Para mi generación, para los jóvenes que nos precedieron, y para los que varias décadas vinieron atrás, Juan de Dios Ventura Soriano (Mar.08.1940 en Santo Domingo; Jul.28.2021 en Santiago de los Caballeros), criado en los límites de los populosos sectores de Villa Juana y Villa Consuelo, está tatuado en nuestros corazones; y la banda sonora festiva de nuestras vidas lo coloca en el más alto de los pedestales; independientemente de las diferencias políticas o comerciales que se hayan podido tener con él.
Mi primer recuerdo de Johnny Ventura fue con La Agarradera, lo escuché en las vacaciones de verano que pasábamos en San José de las Matas, previo a 1965, no tenía más de siete años de edad. Allí la radio era a baterías porque la planta que suplía la energía eléctrica, colocada frente al Cementerio Municipal, brindaba servicio religiosamente desde las 6:00 de la mañana, hasta dos horas después; una segunda tanda de 12:00 meridiano a 2:00 de la tarde; y la última desde las 6:00 hasta las 8:00 de la tarde. Siguió con El Cuabero; pero donde definitivamente me envolvió fue con La Piragua, clásica canción colombiana que versionó; es además la más bella cumbia jamás escrita, autoría de José Barros (José Benito Barros Palomino, Benito para sus íntimos, Mar.21.1915 en El Banco, Magdalena, Colombia; May.12.2007 en Santa Marta, Colombia), el compositor más prolífico de la nación sudamericana.
Para un muchacho de menos de 10 años, que había dejado atrás la Salvador Cucurullo (Salvador Cucurullo Senise, 1872; 1926, quien llegó a Santiago desde Venezuela a fines del siglo XIX. Más tarde llegaron sus hermanos: Francisco Manuel Cucurullo Senise [1895; 1969], quien casó en 1920 con María Cristina Ramírez, y Aurelio Cucurullo Senise [1902; 1965). Oriundos de Santa Domenica Talao, Cosenza. Se dedicaron a la educación), y el Instituto Iberia, para ir a parar al Colegio Dominicano De La Salle de Santo Domingo; donde una de las escasas diversiones no deportivas era intercambiar y jugar tarjetas de beisbol con Carlos Delgado Soto, y otros compañeros, y que los viernes, infaltablemente, recibía libros como regalo, escuchar aquello de: «me contaron los abuelos que hace tiempo / navegaba en el Cesar una piragua / que partía de El Banco viejo puerto a las playas de amor en Chimichagua. Capoteando el vendaval se estremecía / e impasible desafiaba la tormenta / y un ejército de estrellas la seguía / tachonándola de luz y de leyenda. Era la piragua de Guillermo Cubillos / era la piragua, era la piragua...», era un estallido armonioso, proporcionado, simétrico, conciso, que necesariamente te conducía a uno de dos estados: o ponías la cabeza a volar con las imaginaciones más lúdicas, o terminabas en el 28 (para entonces Hospital Psiquiátrico Padre Billini, hoy convertido en Centro de Rehabilitación Psicosocial ubicado en el kilómetro 28 de la Autopista Duarte, donde por 57 años funcionó el manicomio).
La vida y profesión de Ventura Soriano se identificaban con el oído, y con la visión, mucho antes de la globalización convirtió el merengue en objeto de consumo, en fino artículo de exportación, el fenómeno cultural más genuino e identificatorio que haya amasado la dominicanidad, pese a que la comercialización es el punto débil de la cultura dominicana: no hemos sabido vendernos. Pasa igual con la literatura, la pintura, y cualquier otra vertiente de las bellas artes.
Como ejemplo, hace menos de una semana una de las revistas sociales de mayor circulación dentro de nuestras fronteras, hacia alegoría a la pintora mexicana Frida Kahlo (Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, Jul.06.1907 en Coyoacán, Ciudad de México; Jul.13.1954 en Coyoacán, Ciudad de México), mientras mantenemos en el más despiadado olvido a Celeste Woss y Gil (Celeste Altagracia Woss y Gil Ricart, May.05.1891 en Santo Domingo; Jul.25.1985 en Santo Domingo), conocida principalmente por sus retratos de mujeres y de desnudos, primer artista dominicano en colocar la negritud en sus obras, y quien mostró elegancia y solidez en los trazos. Primera mujer dominicana en haberse dedicado profesionalmente a las artes plásticas.
Ninguna empresa dominicana nunca ha aprovechado nuestras imágenes culturales, que fascinan al consumidor tanto de aquí como de allá, para crear una marca país, termino tan de moda en las actuales circunstancias; en nuestro ámbito geográfico ahíto de bienes de primera necesidad, siempre estamos dispuestos a comprar lo inútil, lo superfluo, eso sí saben hacérnoslo codiciar nuestros publicistas. Cuando entendamos que República Dominicana puede ofrecer productos y servicios que incluyan una pizca de ilusión, toda nuestra economía, todo su pueblo, saldrán de la miseria que nos aplasta.
Ventura Soriano empezó a cruzar El Canal de la Mona en 1965, para hacerse popular y eterno en Puerto Rico, donde animaba todo el sistema veraniego de las fiestas patronales; desde su inédita aparición tendió unos lazos indelebles e inquebrantables con Rafael Ithier (Rafael Ithier Natal, Ago.29.1926 en Río Piedras, San Juan) líder de El Gran Combo de Puerto Rico, en tiempos donde Pellín Rodríguez y Andy Montañez, servían de voces principales de la agrupación boricua; decía el dominicano: «este negrito, casi lindo, jamás ha podido olvidar esta historia». No hay que olvidar nunca sus espectaculares conciertos en Noche de Gala (1972 a 1994) donde servía como maestro de ceremonias Eddy Miró (Eduardo Miró, 1936 en Humacao, Puerto Rico). La última presentación de Johnny Ventura en suelo puertorriqueño fue en noviembre del 2019, a casa llena en el Coliseo de Puerto Rico.
Apenas conocida la novedad del fallecimiento de Ventura Soriano, Pedro Pierluisi (Pedro Rafael Pierluisi Urrutia, Abr.26.1959 en San Juan, Puerto Rico) gobernador de Puerto Rico, publicó en su red social oficial (@GovPierluisi): «me uno al dolor de nuestros hermanos dominicanos tras el fallecimiento del Caballo, Johnny Ventura. Una estrella que elevó el merengue a nivel mundial y Puerto Rico fue su casa. Hoy la música tropical pierde una estrella. ¡Descansa en paz! #Pitaste».
Chanel Mateo Rosa, director del Servicio Nacional de Salud desde el 2014 al 2020, manifestó: «mi promoción de bachillerato estuvo ahorrando dos años para contratar a Johnny Ventura para la fiesta de graduación, y a las 9 pm cuando ese moreno arrancó con “yo tengo una novia allá en Castañuelas, me tiene enredao como una culebra…”, hasta los mozos, bailaron». El cantante Prince Royce subió: «perdimos a una leyenda dominicana, el caballo mayor, Johnny Ventura. Tu música siempre será parte de la banda sonora de nuestras vidas y tú legado un orgullo para nuestro país y nuestra gente. Que descanses en paz. Manos palma contra palma. Bandera de la República Dominicana».
The Latin Recording Academy / Latin GRAMMYs manifestó: «sentimos profundamente la pérdida de un maestro entrañable y leyenda de la música latina, Johnny Ventura. Fue ganador del Latin GRAMMY, galardonado con el Premio a la Excelencia Musical, y contribuyó por muchos años como parte del Consejo Directivo de La Academia Latina». La exquisita periodista Marien Aristy Capitán, sub-directora del matutino Hoy, publicó: «la muerte de Johnny Ventura nos golpea a todos. Uno lo hacía eterno pero se ha ido súbitamente. Aunque intentaron reanimarlo en Unión Médica, donde fue llevado tras sentir dolor en el pecho, no pudieron lograrlo. El país pierde a uno de sus más grandes exponentes de la música. Imagen de corazón roto».
Faltarían líneas para dibujar ligeramente la vida de Juan de Dios Ventura Soriano, quien nos deja con una trayectoria casi infinita, pero la vida es imprevisible, y la invicta guadaña lo sorprendió en lo que mejor sabía hacer: trabajando. Johnny Ventura se quedará siempre en nuestros corazones.
Un espíritu libre ante muchas convicciones. Fidelidad a un lenguaje que se nos descubría. En la música de nuestros tiempos es cada vez más difícil encontrar a alguien con expresiones propias; es obvio y reconocido que Johnny Ventura lo tuvo siempre. También tenemos la certeza de que su pronunciación sobre la tarima fue mucho más que un esbozo de todo lo que todos querían decirnos. Lo movían otras cosas, un aspirar a la excelencia, un detenerse a compartir en la búsqueda de eso que pensamos que es la música, que no es pensar sino hacer sobre el escenario. Buscar no ya lo que la interpretación pueda darnos, sino lo que podía devolverle.
Cuando me disponía a colocar un punto y final a estos párrafos recibo
la siguiente nota, de autor desconocido, pero plagado de ingenio: «¡hasta siempre Caballo!, no quiero que el
marido de Josefa me acompañe en esta tristeza, queriendo comer pescado, porque
solo le daremos Patacón Pisao. Tampoco ningún Carbonero que me recuerde La
Lluvia, ni Las Mujeres de Mi Tierra me pregunten: ¿Pitaste?... soy Merenguero
Hasta La Tambora aunque Capullo y Sorullo digan que solo bailo como El
Pingüino. Para que no empiecen con La Agarradera no quiero decirle a María Apágame
La Vela y que Guataco descubra mi Amorío. Te recordaré cuando El Vecino esté
Borracho y no me apene El Jumo, porque El Ron es Mi Medicina. Aunque él sólo
quería Filete, El Hombre Lloró porque Volvió La Navidad. Aunque estos son
tiempos para El Lamento de Fernando, te debemos despedir diciendo que El Tabaco
es Fuerte pero Hay que fumárselo… ¡descansa en paz Caballo!».
Excelente y muy elocuente descripción de los avatares y el trasegar de un gran ídolo Dominicano..aplausos por introducirnos con tu relato en ese mundo mágico de "recordar es vivir"
ResponderEliminarTratándose de un maestro de la redacción y la escritura como Luis Rafael madera Campillo (la caoba para sus amigos y conocidos), no se podía esperar menos
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