domingo, 17 de noviembre de 2013

Trampas repetidas


El título de la crónica firmada por José Cáceres en el matutino Hoy (Nov.15.2013, página 2, sección Deportes) señalaba: “COD está preocupado por dirección del deporte RD”. Por las siglas COD es Comité Olímpico Dominicano y RD es República Dominicana. La fotografía que acompaña la nota es todo un poema: la encabeza Luis Mejía Oviedo en su condición de presidente de la entidad y empiezo a ver algunos de los actores: Bienvenido Solano (boxeo), Persio Maldonado (tenis de campo), Nelly Manuel Doñé (eterno director técnico), Antonio Acosta (secretario del COD, lucha), Osiris Guzmán (futbol), Rafael Uribe Vásquez (baloncesto), Nelson Ramírez (voleibol), por la falta de pelo supongo que está de espaldas Luis Elpidio Cumba, y así, otros más, otros menos…
 
El retrato se hace pequeño, pero me alcanza para observar a Roberto Ramírez, sí, sí, el mismo, ex presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA) y quien desde hace más de una década ha encontrado refugio en un mamotreto llamado Federación Dominicana de Clubes (FEDOCLUBES), amparado por el mismo COD, sin ninguna razón o condición; Roberto Ramírez, o Pablo Reyes, o Roberto Ramírez Reyes o como legalmente se llame… ¡todo un acertijo!...

Tongolele es aún Tongolele, Thelma Tixou nunca dejó de ser ella misma, y Josephine Baker nos dejó siendo la misma… pero este Ramírez, Reyes, Ramírez Reyes, Reyes Ramírez, Pablo, Roberto, Zoroastro, Oristelo, Rojo Rosa Cerezo o como esté en su cédula, es un vedetto sin ritmo, sin gracia, sin espectáculo, como uno que había en el Teatro La Fiesta del Hotel Jaragua. En fin, una mosca en un vaso de leche.

Muchos tenemos la percepción de que el COD es una institución que se disminuye cada día, un refugio de pequeños tiranos que se mantienen en sus respectivas federaciones contra vientos y mareas, donde los calendarios solo cuentan para los compromisos internacionales y las cuentas se hacen como la de uno, en casa. Las informaciones son dosificadas, se cuenta con asesores sin ninguna capacidad y la imaginación no se emplea a cabalidad.

Sintomática fue la actitud asumida por el ingeniero Roque Napoleón Muñoz al dejar su posición en el Comité Olímpico Internacional (COI), único dominicano en alcanzar tan relevantes vuelos: no recomendar a ningún connacional para la condición que dejaba vacante. Nos dejaba ver que en el COD hay demasiados demonios actuando a sus anchas.

Fernández Mirabal
No constituye una primicia afirmar que lo que más anhelamos los dominicanos, en el aspecto deportivo, es logros en el campo competitivo, por eso nuestros jugadores de béisbol son tan bien valorados; pero lo mismo no acontecen en proporción a la masa de dinero que manejan las federaciones ligadas al movimiento olímpico. Después de ahí, se cuentan con los dedos de las manos aquellos atletas fuera del campo profesional que son reconocidos por los suyos.

El dominicano paga una montaña de impuestos, los servicios más costosos e ineficientes del mundo que se traducen en gravámenes indirectos, sufre el maltrato de las propias autoridades, públicas y privadas, para que el gobierno no cumpla con sus obligaciones y mucho menos de salvaguardar la nación. Una parte de esos emolumentos van al deporte vía el Ministerio de Deportes y Recreación (MIDEREC), otra guarida donde se esconden mucho de los mismos actores alrededor de la bandera de los anillos. La respuesta de la sociedad a esta desidia, a esta indiferencia, a esta silenciosa y letal inacción, es expresada cada día en las ausencias de seguidores a las mismas exposiciones.

Se celebra en el país la Copa Internacional Santo Domingo de Levantamiento de Pesas, hay un evento de
Mejia Oviedo
natación en el Centro Olímpico, meses atrás se efectuó la eliminatoria de la Copa Davis, un poco antes la Liga Nacional de Baloncesto (LNB), y no hay interés por parte de los seguidores de las distintas disciplinas de colmar las graderías de los escenarios.
Los controles que el COD y la propia MIDEREC han intentado para combatir esta desgracia bien conocida en nuestra historia tienen un solo nombre: fracaso. Su reacción más notable respecto del fenómeno ha sido negarlo.

Tanto desde la poltrona del secretario de Deportes, en estos instantes el doctor Jaime David Fernández Mirabal, como de la silla del presidente del COD, no hay una distancia mayor a mil quinientos metros, en línea recta, y desde ambos despachos sólo se sabe que se planifica, se planea, se trazan pautas, lo que debería contribuir a una insondable tranquilidad de espíritu; remedio fenomenal contra la improvisación. Pero esas palabras: planificar, planear, trazar, no parecen figurar en el diccionario dominicano del deporte en ningún ámbito. Así pasan los días, los meses y los años, siempre para tener las mismas dificultades, los mismos magros resultados.

Fernández Mirabal fue pre-candidato a la Presidencia de la República en 1995 ante Leonel Fernández Reyna, para terminar en el puesto de Vice-presidente en la primera administración del PLD (Partido de la Liberación Dominicana); sucumbió en el 1999 ante Danilo Medina Sánchez, quien posteriormente perdió las elecciones ante Hipólito Mejía Domínguez; sus pretensiones de ser el abanderado a la Presidencia de la República volvieron a fracasar en el año 2003 de nuevo ante Fernández Reyna; para el 2007 pactó con Fernández Reyna quedando fuera de toda competencia. En el ínterin fue Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, cargo del que intentó deshacerse y actualmente es Ministro de Deportes y Recreación. Su perfil presidenciable ha ido deteriorándose de forma progresiva.

A los atletas se le exigen esfuerzos extraordinarios para mejorar, quebrar marcas, avanzar a pasos decididos hacia la consecución de victorias, pero los dirigentes jamás se han colocado metas de iguales proporciones que tiendan a mejorar los resultados en todos los ordenes, los que deberían constituirse en núcleos de desarrollo y de crecimiento para las diferentes disciplinas, y por ende mejorar sus capacidades administrativas y gerenciales.

Aquí todo el mundo vio cuando Juana Arrendel se alzaba con la presea dorada, en salto de altura, en el Juegos Panamericanos de 1999, aún sin llegar a la edad de la madurez para una saltadora; llegó la suspensión por dopaje, de la que nadie se hizo responsable y los Panamericanos de Santo Domingo. La atleta se estancó; se adujo que su entrenadora Nathalia Korotoeva, había tenido problemas de pagos y después abandonada a su suerte. Quizás debió producirse un cambio de escenario y hoy, con 35 años de edad, debería estar iniciándose el declive de la petromacorisana. Nadie hizo nada.

José Joaquín Puello
El país está convencido que somos capaces de generar rendimientos óptimos en una enorme variedad de disciplinas, a todo nivel. Para ello se necesitan federaciones fuertes, asociaciones laboriosas, entrenadores y dirigentes de base sólida para el desarrollo y, en lo posible, las mejores condiciones para crecer y mejorar. Hay que estar profundamente comprometidos, esforzándonos por dar lo máximo de nosotros mismos, no para buscar prebendas y canonjías. No para procurar el dinero fácil y dispendiar lo que se recibe que tanto le cuesta al pueblo dominicano.

Como diría cualquier atleta, el éxito se inicia con un sueño; una meta que alcanzar, un objetivo para lograr, alguna aspiración. Para el COD y sus federaciones afiliadas el sueño debería ser encontrar su misión, visión y valores. La misión debe expresar metas y propósito general, en otras palabras, ésta debe ser una organización para el futuro.

Por esta razón, cuando desarrolle la definición de su misión, es importante considerar conjuntamente las ambiciones presentes y futuras. La misión es el trampolín de su visión. Esta describe lo que su organización busca día a día en sus operaciones. Los valores representan el núcleo prioritario en su organización. Misión, visión y valores, de manera conjunta, son la base para el éxito futuro en las federaciones. Pero primero usted debe definir sus metas. Usted debe tener un sueño.

Desarrollar una misión, visión y valores puede ser un reto y una inspiración. Para crear los procesos y métodos formales en una organización se requiere de dedicación. El proceso puede tomar tiempo y requiere paciencia, pero los beneficios que se obtienen valen la pena. Divisar un plan permite establecer sus metas inmediatas, recursos y ambiente, mientras le da libertad a sus sueños para el futuro.
Antonio Acosta

¿Cuánto tiempo más vamos a seguir hablando de lo mismo?... José Joaquín Puello, el camino trunco a Federico Lalane José y a Julio Subero Montas, capaces de hacerle el juego en contra al doctor Puello; la mansedumbre de gente como Solano (boxeo), Guzmán (futbol), Maldonado (tenis de campo), Vargas (pesas), García (voleibol), Ramos (ecuestre), Quezada (arte y cultura) que se dejan usar según los intereses del momento; la resignación de Milton Pinedo (medicina deportiva), la incombustible ruindad de Acosta (lucha), la pujanza sin siembra de Uribe Vásquez (baloncesto), la repartición de los jefes de delegaciones entre Vila (tenis de mesa) y López (triatlón), la falange de propaganda, y así un amplio etcétera.

Me aburro de escribirlo, especialmente para el baloncesto que es la disciplina que me atañe, pero no quiero ni pensar cómo se aburre usted de leerlo. Hay quienes apuestan que me vencerán por cansancio; a esos sólo los reto a jugar esa quiniela.

Por más que uno intente buscar otros destinos, todo vuelve a remitirnos a lo mismo. Ya lo dijo Delem (Vladem Quevedo Lázaro Ruiz, delantero brasileño y después entrenador de futbol): “todos los caminos conducen a Roma”.

¿Alguna novedad diferente?... ¿qué capacidad tiene el Comité Olímpico Dominicano para gestionar un préstamo ante un banco comercial?... ¿qué garantías se entregan?... ¿hay preferencias en la escogencia de la entidad bancaria?... estamos tan domesticados que nadie dice nada en el mundo del deporte que vaya en contra de lo establecido, no importa lo absurdo que esto resulte. El resto es más de lo mismo. Las reservas en dólares del Gobierno Dominicano siguen cayendo, el déficit energético no se borra de la cotidianidad y el desequilibrio de la canasta familiar; los subsidios, los subsidios. Los periodistas que escriben y opinan por encargo, que también los hay en el deporte. En otras palabras, los dólares se siguen fugando del país. Igual pasa con los presos.

Vivimos en el país donde la perversa enormidad jamás podrá empalidecer. Los ciudadanos se ven obligados a convertirse en verdaderos demonios en materia de improvisación para poder sortear los innumerables obstáculos con que lo desafía metódicamente un gobierno y unas autoridades al cual han convertido en tan disfuncional que, por acción u omisión, vive amenazándolo.

El deporte y sus altas instancias son un reflejo de ello; un dios menor, pero igual de perverso. Por demás, una de las instituciones menos democráticas en un país lleno de pequeños tiranos, de hombres más machos que los purititos machos, pero que a la hora de la verdad sólo buscan los mangos bajitos.

¿Qué porcentaje de su presupuesto se llevan los impuestos?... si usted lo sabe, lo felicito: se ha diplomado como adivino. Cada vez se paga más, de forma directa o indirecta, de acuerdo a pautas que yacen en el misterio. Y, además, cada tanto se agrega alguna nueva contribución por orden administrativa. ¿Quién le pide cuentas y resultados a las federaciones afiliadas al COD y a la propia MIDEREC?... ¿cuánto de los impuestos que se nos sacan de las costillas van a parar en manos de desalmados pseudo-deportistas?... aquí la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) pretende sacar aceite de cualquier ladrillo, pero sólo en algunas capas de la sociedad.

Hay elementos sobre estrategia que vienen del mundo corporativo, que pueden transferirse fácilmente al mundo
del deporte. El comúnmente conocido como “La Estrategia del Océano Azul” puede ser de inspiración interesante. La idea básica es que la mayoría de las federaciones que operan en el “mar rojo”  donde el límite en la industria del deporte está definido y aceptado. Aquí se trata de superar a sus rivales para conseguir una mayor participación de la demanda existente. Como los espacios libres en el mercado cada día son más limitados, las oportunidades de ganancia y crecimiento son reducidas. Las federaciones empiezan a ser miradas por los consumidores de una misma manera y la competencia se convierte en un cuello de botella “Un Océano Rojo”. El “Océano Azul” se define como un segmento libre en el mercado, donde la demanda de su deporte está creada y la oportunidad de desarrollo y crecimiento, está abierta. Aunque los océanos azules algunas veces se crean más allá de una industria existente o de los límites de la cultura deportiva, la mayoría se crean mediante la expansión de los límites de la industria actual.

El fin de año traerá las tensiones habituales y como se avizora, el COD y las federaciones subirán la apuesta frente a MIDEREC. Habrá que sortear las expectativas generadas por las versiones de los esperados cambios en el equipo deportivo estatal. El Gobierno tiene las cuentas públicas en rojo y ya no hay maquillaje que lo oculte y aún así se prevé un aumento del gasto para 2014. Las tensiones por la sucesión se expresan sin tapujos, tres bolas de humo lanzadas al escenario con Temístocles Montas, Francisco Javier García y Reinaldo Pared Pérez, para regalarnos antes de fin de año el anuncio de la candidatura de Leonel Fernández Reyna. Muchas son cuestiones estructurales, problemas que el Gobierno no enfrentó a tiempo o lo hizo mal. Otras son hijas de la vanidad oficial.

De eso no se habla, pero está en los pasillos del ministerio, en el propio Centro Olímpico Juan Pablo Duarte. Mientras el sub-secretario Marcos Díaz se muestra desenvuelto en su rol, demasiado desenvuelto para algunos ojos. Más de un despacho ha tocado en las últimas semanas, hablan de “orfandad”, “ausencia de liderazgo” y “desconcierto. Un empresario ligado al mundillo deportivo confesó en estos días que prefería regresar a jugar al golf a seguir en una reunión con el ministro Fernández Mirabal. Los miembros de las federaciones no juegan al golf, pero muchos también desconocen su propia disciplina.


En fin, esto es lo que hay. La gran habilidad consiste en encontrarle la vuelta a lo que tenemos. Ya lo dijo el comediante norteamericano Rodney Dangerfield: “le dije al dentista que mis dientes se estaban poniendo amarillos y él me contestó que usara una corbata marrón”.

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