jueves, 29 de agosto de 2013

Gajos de limón


La delegación dominicana que está camino a Caracas para disputar el Pre-Mundial del continente americano se acerca a tierras bolivarianas. En mi humilde parecer, detendría la marcha y evaluaría nuestras reales posibilidades: me surgen dos alternativas posibles, ambas escandalosas y nada simpáticas para los seguidores de la disciplina. La primera, le pediría una dispensa a la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) y no tomaría participación en la justa, con todas las penalidades que ello conlleva; lo que no es novedad para los equipos dominicanos. La segunda, buscaría todos los elementos excluidos e ignorados, cambiaría el cuerpo técnico y me presentaría con un quinteto armado sobre el último minuto; lo que tampoco sería una situación inédita.

Para llevar a feliz término cualquiera de las posibilidades citadas se necesitaría un material colgante de proporciones increíbles, y eso falta.

Me gustaría ser más irreverente aún: no intervendría en ninguna competencia internacional hasta el año 2018, pero pondría la casa en orden; estrictamente en orden y eso incluye los trabajos en la rama femenina.

Me suena de maravillas ser optimistas exacerbados: ¡la próxima parada es España!

Me encanta escuchar y así debería ser: ¡aquí están los que tienen que estar!

De la nueva era, no diré nada. Los caminos están abiertos a todas las posibilidades, inclusive el llegar a España logrado el visado en Venezuela.

Hace exactamente 20 años Héctor Báez debutó como entrenador nacional, precisamente en un Pre-Mundial, en esa ocasión en San Juan (Puerto Rico) con José –El Grillo- Vargas, José –Maita- Mercedes, Luis Felipe López, entre otros, y siendo honestos no lució mal; un árbitro uruguayo cortó nuestras aspiraciones.

Un año después, recorriendo las instalaciones en Toronto y Hamilton, en el Mundial que ganó el Dream Team II, me lamentaba de que no estuviéramos allí. Báez tenía detrás a Brendan Malone un especialista defensivo, con buen ojo y experiencia acumulada, quien precisamente ese año fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte de las escuelas católicas de la ciudad de Nueva York.

Aunque perdimos nuestras cuatro presentaciones dejamos una imagen por todo lo alto (Brasil, 84-80; Estados Unidos, 102-99; Panamá, 89-83; y Venezuela, 86-78). Recuerdo que regresé al país un sábado a la tarde, pero muchos fanáticos que acompañaron al grupo tendrán por siempre vivo la imagen de que el avión de Dominicana de Aviación que los traía de regreso al país y se incendió apenas tocó pista en el Aeropuerto de Punta Caucedo, a duras penas pudieron llegar a salir de la aeronave; por suerte no hubo nada que lamentar.

Esta vez se le entregó el timón a Orlando Antigua, sin ninguna experiencia previa. Repetiré, sin ninguna experiencia previa. Excelente persona, buen jugador, sindicado como un gran reclutador, pero nada más. Como diría un querido amigo: “ni siquiera ha entrenado al mini-básquet de la Escuela Básica de Jaquimeyes en la provincia de Barahona”. A sus espaldas, Ron Sánchez, José –Maita Mercedes, Rod Strickland y su hermano Oliver.


De este cuerpo técnico ya comenté anteriormente, Mercedes es quizás el único rescatable porque tiene ideas de hacia dónde va y a quien se va a enfrentar. Insisto sobre Oliver Antigua, una distracción para este grupo; jamás imaginaria a Fernando Duró, asistente de Rubén Magnano en Brasil o a Gonzalo García, asistente de Julio Lamas en Argentina, haciendo las veces de payaso, como es capaz este tipo.

Lo que ha enseñado Antigua es que trae pocos ases bajo las mangas de sus camisas. Mientras más nos acercamos a sus planteamientos más desilusionados quedamos. Además de la exposición mediática no encuentro las herramientas para que sus jugadores lleven al éxito a la representación nacional; pese a que el baloncesto puede ser jugado de muchas formas diferentes no se observa su énfasis en cosas elementales como la presión defensiva, la disciplina, las jugadas de laboratorio, una defensa asfixiante de hombre a hombre o los giros para generar ofensiva que se liberen de manera expedita.

Cada quien en un banquillo quiere ser memorable en su labor, pero no todos saben cómo hacerlo. Es indispensable partir de una filosofía y continuar con las prioridades. Si no hay visión ni rutas para alcanzar las metas se está condenado al fracaso. Su predecesor y mentor, John Calipari es un gran motivador, quizás más que gran estratega, pero también imprimía respeto, cosas que no veo en el pupilo.

Así llegamos a las declaraciones de César St. Hilaire, Bice-presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), quien se llenó la boca indicando que se habían terminado los “ven tu” en el equipo nacional. Pienso diferente, quizás ahora llevamos un recogido más demostrable que en otras ocasiones. Señalé que habíamos colocado intereses comerciales por encima de los intereses nacionales.

Como diría Francisco Sanchiz en su programa de acontecimientos sociales: ¡cuántas vainas!

Federico Borras, apasionado del buen baloncesto, inquisidor en el asunto de los fundamentos, fue el primer en lanzar ese dardo lleno de veneno: él mejor armador del equipo dominicano es James Feldeine; el mejor conductor de juego con que cuenta el grupo, la visión que se tenía sobre él era únicamente la de su capacidad ofensiva, pero nadie conocía que podía ejecutar desde los más diversos ángulos e inclusive crear situaciones. Añade a todo eso que es rápido, tiene concepto de juego, maneja el balón y lo sabe mover, por lo que su ascendencia irá creciendo con el paso del tiempo. La idea caló entre los genios del baloncesto dominicano, pero nadie ha sido capaz de otorgarle el crédito al pensador.

Feldeine puede aportar enormemente ante la escasa ofensiva dominicana. Hace dos meses le escuché decir a un ejecutivo de SouthGate: el problema de Feldeine es que ninguno de nosotros lo ha visto jugar, nadie sabe lo que hace en un cancha”. Así de sencillas son nuestras expresiones, así de simple es el seguimiento a nuestros jugadores por parte del engranaje nacional.

El uso de Feldeine en la posición uno abre mayores interrogantes. ¿Qué se busca manteniendo a Juan Coronado, Ronald Ramón y Edgar Sosa en el equipo?... por lo menos uno está sobrando. No se ofreció una explicación de la salida de Manny Quezada otro jugador de concepto; tampoco se dijo nada sólido de la exclusión de Brandone Francis (6’04, 205 libras), de quien en todas las escuetas noticias alrededor del grupo se habló maravillas de su desempeño. Pienso que la combinación Feldeine, Quezada y Francis harían lucir mejor al combinado.

Manuel Fortuna se ha dejado encasillar en un especialista defensivo; quizás nadie le borró de la cabeza que es un tipo que ha estado en el grupo por 8 años, salvo ligeras inexactitudes de los dirigentes y que su presencia en la selección es un aval para exigir mayores beneficios en los múltiples “superiores” del país. Conserva un buen lance de distancia, aunque su “especialidad defensiva” irá mermando cada año ante rivales que se hacen más altos, más ágiles y más fuertes.

Hace un año se nos vendió que la inclusión de Gerardo Suero era la respuesta a los baches ofensivos del conjunto y a la mayoría de edad que iba adquiriendo el tirador Luis Flores. Hoy el muchacho está fuera del grupo sin una explicación lógica. Se despacha, pero jugará las finales con los Titanes del Ley… ¿lesionado allá, sano acá?... el presidente de FEDOMBAL, Rafael Uribe Vásquez, trató de pasar un paño ante la situación diciendo que “El Dandy de Villa Juana” podía jugar en cualquier selección del mundo. De ser así, debería estar de primero en la nómina; es un jugador lleno de vitalidad que puede correctamente ser administrado y brindar minutos de calidad llenos de intensidad.

Insistir con Ricky Greer será un error que se pagará tarde o temprano. Una muestra que no tenemos una visión de una selección nacional. Ya he abundado sobre este jugador y los motivos por los que está dentro del grupo. Un carajo que no aporta nada. En su lugar se debió incluir al alero Luis Martínez, más alto (6’08), más atlético, más en condiciones, que aporta más intangibles, con una excelente actuación en el Superior del Distrito Nacional con los campeones del Rafael Barias. Sus porcentajes fueron de ensueño, 59.5 desde el campo, 42.8 detrás del arco y 66.7 desde la línea; sumó 11.3 puntos por juego, 5.8 rebotes y 1.0 asistencias, además de toda la intensidad de su juego. Puede trabajar frente a rivales más rápidos que Greer y más altos.

La integración de Eduard Santana llega tarde para la selección (Abr.20.1980), a los 33 años. Será el peón que se sacrificará para tratar de oxigenar a Yack Michael Martínez y a Eulis Báez. Frente a los mastodontes de otras selecciones tendrá un fardo muy pesado que cargar, pese a ello, ha sido un triunfador y merecería ir mejor acompañado para hacer su gestión dentro de la cancha.

Considerando que Martínez, García y Báez serán los responsables de arrear a este grupo. El delantero terminará agotado como siempre, la segunda etapa será mortal para sus condiciones físicas y esta vez tiene menos respaldo que en ocasiones anteriores. Si Yack Michael terminaba rendido con la compañía de Al Horford, imaginemos esas escenas en estos precisos momentos.

Báez tendrá mas afanes que nunca, ha sido el jugador más sobrio de la selección; grande en la entrega y en su cuidado; esta vez necesitará sacar energías extras para mantenerse a flote todo el camino.

Sobre el jugador de Houston Rockets deberá ser pieza incesante en lo ofensivo y más que eso, ser decisivo como nunca antes, rol que no siempre ha estado presente en tiempos recientes.

Sobre Karl-Anthony Towns y Eloy Vargas seré repetitivo, a ambos le falta un mundo como jugadores. En esta etapa pasarán muchos inconvenientes, algunos insalvables.

El primero es un muchacho y cada vez que veo sus ejecutorias pierde un peldaño ante mis ojos, no importa la buena tinta que corre detrás de su figura; no es Anthony Davis, ni en sueños, y pese a todos los bombos y platillos tiene que trabajar como el que más. Chocar frente a verdaderos amasijos de músculos será un trabajo tenaz y ni decir que el entrenador Antigua lo estará cuidando como hueso santo.

Vargas no tiene una buena actitud, lo he dicho infinidad de veces, para ser un jugador respetable necesita más que los números que colocó con el San Lázaro, donde se profesó amo y señor, buscando exceso de protagonismo y lo cierto es que hasta el momento no ha realizado nada relevante para que se esté hablando tanto sobre sí. Tiene por demás, pocas armas defensivas y sólo un poco de defensa aérea. Debe pensar más en hacer buen baloncesto, aprenderse los sistemas y madurar.

Aquí se abren interrogantes interesantes; el alero Ronald Roberts, (6’08, 220 libras, St. Joseph’s University), hijo de la miembro de la selección nacional Dania Santos, ahora residente en los Estados Unidos. Roberts compiló 11.2 puntos, 8.3 rebotes (líder de su equipo) y 1.0 asistencias, convirtiendo el 52.9 por ciento desde el campo y 66.9 por ciento desde la línea. Se debió invitar a Rodrigo Madera (6’10, 270 libras, 23 años), que el año pasado se llenó de lauros en las universidades canadienses. Con esa estatura y esa corpulencia se le debió abrir una brecha para poder demostrar si tenía la capacidad para estar en el grupo. Ante la ausencia de Horford, y sabiendo que hay un mar de distancia, es el único dominicano con la capacidad física para chocar con los mastodontes de otras latitudes.

Nunca más se mencionó a Michael Carter-Williams, pick número 11 del draft de la NBA de este año por Philadelphia 76ers. Armador de 6’05 de estatura egresado de Syracuse University que llegó a ser inscrito en el  Torneo de Baloncesto Superior de Santiago años atrás. Esta estación terminó con 11.5 puntos, 4.5 rebotes y la friolera de 7.3 asistencias, además con porcentajes de 39.3 desde el campo, 29.2 detrás del arco y 69.4 desde la línea.

Las decisiones demuestran la mediocridad, la pequeñez, la ratería, la mezquindad, la imperfección, la vulgaridad y la prostitución de gente alrededor de SouthGate y de la propia FEDOMBAL.

John Lennon dijo una vez: “es fácil vivir con los ojos cerrados, interpretando mal todo lo que se ve”. Aquí, hay gente que fácilmente cierra los ojos para hacerse los desentendidos con sus responsabilidades.

Para terminar, acabo de encontrarme una frase que me impactó y por ella le voy a conceder el beneficio de la duda a todos los optimistas sin ilustración ante nuestras posibilidades: “los sueños son las únicas mentiras que pueden terminar convertidas en verdades”.



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