jueves, 7 de octubre de 2010

Número 2. El Cata


El Cata (27 años de edad) es uno de los cultivadores del merengue de calle, nueva modalidad de la música dominicana, aceptada por uno y despreciada por otros. La colombiana Shakira acaba de grabar con el criollito una versión de su pieza Loca Con Su Tiguere, que rápidamente empieza a calar en el gusto popular, aquí y allá.
Antes de su éxito, El Cata, cuyo nombre real es Edward Bello Pou, emigró de su nativa Barahona a la ciudad de Nueva York, donde trabajó en una tienda de muebles, en un banco y en el Medicare, pero le alcanzó el tiempo para estudiar música en la ciudad de los rascacielos. Sus trabajos han tenido veloz difusión y hoy es buscado por variados intérpretes de esa versión musical que hace mover el esqueleto, algunas veces a base de mucho mambo, profuso ritmo y pocas letras.
“Dentro de mi hay un volcán de ideas”, le señaló en una ocasión a un medio electrónico.
El Cata es sólo una muestra de la ingeniosidad y versatilidad del dominicano, aspectos muchas veces castrados por la exigua inversión en materia educativa que se realiza en el territorio nacional.
Vakero es otro cantante urbano con enorme talento y que empieza a trascender. Escuché una entrevista que se le realizó y me pareció bien centrado, reconoció que su escolaridad no había sido la necesaria, pero que hacia esfuerzos por concluir la escuela secundaria.
Antes hubo otros artistas de infinidad de géneros. Pero también existen deportistas, médicos, abogados, fotógrafos, administradores de empresa, economistas; grupos de hombres y mujeres con las herramientas para llegar más lejos, que a diario tienen que sufrir las injusticias de un sistema excluyente, burocrático hasta lo indecible, mediocre, desfasado, anodino, tecnocratizado, que nos invita a creer que todos somos iguales y a despreciarnos. República Dominicana es más que sus cúpulas gobernantes; no somos una guarida de delincuentes, traficantes, mentirosos. Como señalara Joaquín Balaguer: “un país rico, malamente administrado”, en lo referente a recursos humanos también somos una nación rica deficientemente orientada.

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