Revisión a la cosmética de Uribe Vásquez
Evi Herlyna |
Tengo unas 48 horas preguntándome por qué el
presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) no asistió a la
reunión del grupo de ex–jugadores que colocó una ofrenda floral en el busto de
Virgilio Travieso Soto el sábado pasado (Jun.19.2015) con motivo del 35
aniversario de su partida. Parece que hay cielos que no se atreve a enfrentar.
Tampoco envió a sus bocinas. No había allí un
representante de la FEDOMBAL. Esos, convertidos en simple mercaderes, que
imprimen a sus presencias la indiferencia, que no dejan espacio a la ficción,
por ser tan rasos, tan pánfilos, sin relieves, apenas tiras del lenguaje que
tratan de asirse a los elementos mínimos de la letra reducida a 140 caracteres.
Que conste, ahí estaba reunido buena parte de lo mejor
de épocas pasadas; por supuesto, de los que hay que mencionar de manera
obligada para hacer la historia de nuestro deporte en República Dominicana. Si,
porque hubo una historia antes del año 2012, una historia que se quiere borrar
de las páginas deportivas.
Uno de los organizadores comentó en las redes sociales
que le solicitó audiencia a Uribe Vásquez en tres ocasiones y nunca se la
concedió. Hasta hoy supe que la entrada a las oficinas del presidente de
FEDOMBAL tiene restricciones; siempre fue un despacho abierto. Ahí nunca se
habían cerrado las puertas… ¿a qué tanto le teme este pelafustán?... ¿por qué
este ser tiene tantos miedos y ve tantos fantasmas?
¿Graves problemas de personalidad?... en lo
particular, de esto último nunca he tenido dudas.
Carl Kim |
Francisco Martínez señaló en el acto que el baloncesto
necesitaba decencia, valores, integridad.
Faisal Abel Hasbún mencionó que lo que se ve de “la
media naranja” es una cosa; la otra media naranja es la historia del baloncesto
dominicano.
Alguien a modo de chanza me dijo: “Uribe esta trancado
en las oficinas de FEDOMBAL, pero no salió porque tu estas presente”. Creo que
eso sería demasiado; hay cortesías que son necesarias, pero el que está
acostumbrado a imponerse no puede manejarse entre los hombres.
Por supuesto, aparecieron los oportunistas de siempre
pretendiendo llevar consejos y tratando de edificar a hombres maduros con
historias resplandecientes y personalidades brillantes.
¡Con estos hay que tener mucho cuidado!
Stefano Assisi |
A Uribe Vásquez se le está terminando el cuento sobre
el baloncesto dominicano. No importa cuantas asociaciones afines haya armando,
con las que ha pretendido estructurar un paquete para perpetuarse, pero no
podrá maniatar a toda una colectividad que le está pidiendo más que unas pocas
medallas; está pidiendo gallardía, decisiones, determinación, virtudes, moderación,
vergüenza, decoro, compostura, honor, honestidad y si seguimos temo no
detenerme.
Por supuesto que pretenderá minar el camino, ayudado
por sus cómplices; ahí están las enormes deudas que se quieren ignorar, más de
20 millones en pesos, en un gesto de pretendida suficiencia, pero al que tendrá
que responder.
Este grupo que “compró” la FEDOMBAL a Frank Herasme no
tiene capacidad para dirimir los asuntos de la actividad más allá de diciembre
del 2016. Estos hombres, algunos de luces, han formado una colectividad sumisa
a las groserías de este advenedizo.
Los que perforamos su orgullo cada día se nos excluye,
pero no puede enfrentar, ni tiene las agallas para doblegarnos, piensa que
somos irreverentes y traicioneros, pero hay semillas que germinan con otra
forma de entender y practicar el baloncesto.
Frente a muchos de los actores del baloncesto no podrá
violar los limites institucionales de modo legal, ya que se sabe rodeado, pese
a sui fraguada vocación de poder; poder ayudado por las ayudas de un sector del
Partido de la Liberación Dominicana (PLD); esos resortes que usó sirviéndose de
figuras como Freddy Pérez, su protector, amen de otras figuras funestas de la política
dominicana.
El blindaje que ha vendido Uribe Vásquez hace aguas.
¡Se acabó el cuento que la pandilla de Uribe Vásquez
encarna lo mejor del baloncesto dominicano!
Esta demostrando cada día que es el retrato cínico repetido
de una confesión de impotencia.
¡Ha dejado que otros marquemos las canchas!
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