Equipos de plástico
El País /
Madrid, España
Por considerarlo de interés,
aplicable al deporte dominicano, reproduzco este artículo de Fernando Aramburu
que apareció en la edición de Feb.09.2014 en el diario español El País.
La
denominación es a todas luces despectiva. La empleó en público, quizá la
inventó, semanas atrás el director ejecutivo del Borussia Dortmund, Hans-Joachim Watzke, para
referirse a ciertos equipos alemanes con nota de advenedizos. Se dijera que
calificación tan vejatoria vierte una sombra de duda sobre la legitimidad de
los aludidos para ocupar un espacio en la máxima categoría del fútbol alemán.
¿Qué es un
equipo de plástico? Es aquel que carece de timbre histórico (aunque en este
punto, como acaso en todos los demás, habría que matizar) y debe su participación
en la Bundesliga al
apoyo financiero de un mecenas o de una gran empresa.
Robben del Bayern y Luiz Gustavo del Wolfsburgo |
A los
equipos de plástico les falta, dicen, arraigo en el paisaje deportivo del país.
Reúnen un pisto de futbolistas de origen dispar, atraídos por contratos
lucrativos. A este tipo de jugadores antes los llamaban mercenarios, un vocablo
con ostensibles connotaciones denigratorias. Se les reprocha que jueguen con
escasa o ninguna pasión, sin una vinculación emocional con la camiseta que
visten, salvo tal vez cuando se hallan en tratos para mejorar sus ingresos o
los mueve la ambición de hacerse interesantes a otros equipos más poderosos.
Sus seguidores tiran igualmente a desapasionados. Repasa uno sus plantillas y
encuentra jugadores procedentes de todo el mundo. El japonés pasa el balón al argentino,
que retrasa para el camerunés, el cual se la da al polaco para que a su vez se
la tire al australiano. No es raro que la mayoría ignore el idioma del lugar. ¿Para
qué tomarse la molestia de aprenderlo si se saben de paso? Se entienden con el
entrenador y con sus compañeros ocasionales por gestos, chapurreando inglés, o
simplemente no se entienden ni dentro ni fuera de la cancha.
Dos de los
equipos incluidos en esta categoría han ido perdiendo lastre de plástico en el
curso de las pasadas décadas y hoy por hoy están más que asentados en la Bundesliga. Se
trata del Wolfsburgo y del Bayer Leverkusen. El primero, que ya lleva 17
años seguidos en la máxima categoría, llegó a ganar el campeonato en 2009, por
los días en que varios aspirantes se disputaban el título, no como ahora que es
cosa de uno. El Leverkusen es aún más veterano y ciertamente, aunque carezca de
la solera de otros, los llamados equipos tradicionales, su ausencia dejaría un
hueco considerable en la
Bundesliga.
El
Wolfsburgo cuenta con el potente respaldo financiero de la empresa de
automóviles Volkswagen, a la que pertenece. Se puede permitir fichajes
millonarios como el de Diego Ribas (nuevamente en el Atlético),
Luiz Gustavo o Kevin de Bruyne. Al Leverkusen le bombea dinero otro gigante
industrial, la Bayer. Dado
que uno y otro responden a la modalidad de equipos de empresa, no se les aplica
la llamada regla 50+1, que pone coto a la intervención de inversores en los
equipos, para enfado de la competencia, que se siente perjudicada.
El caso del
TSG 1899 Hoffenheim es distinto. Se trata del equipo de un pueblo de poco más
de tres mil almas, próximo a la pequeña ciudad de Simsheim, donde juega los
partidos de casa. Su suerte está estrechamente unida al mecenazgo de uno de los
empresarios más ricos de Alemania, Dietmer Hopp.
El Hoffenheim competía en Tercera División cuando este fundador y propietario de una empresa informática decidió poner a disposición del equipo, en el que él mismo había jugado de joven, fuertes sumas de dinero. Compró jugadores, contrató a un entrenador de prestigio (Ralf Rangnick) y a personal capacitado para sostener una estructura organizativa. Dos años después, en 2008, saltando como una rana de una categoría a otra, el equipo logró encaramarse ala Bundesliga , donde
continúa. Si aceptamos el postulado de Watzke, el Hoffenheim constituye el
equipo de plástico por antonomasia.
El Hoffenheim competía en Tercera División cuando este fundador y propietario de una empresa informática decidió poner a disposición del equipo, en el que él mismo había jugado de joven, fuertes sumas de dinero. Compró jugadores, contrató a un entrenador de prestigio (Ralf Rangnick) y a personal capacitado para sostener una estructura organizativa. Dos años después, en 2008, saltando como una rana de una categoría a otra, el equipo logró encaramarse a
Pero quizá
tenga pronto un competidor. Se dijo hace poco, medio en broma, medio en serio,
que el Bayern Munich ganará
las próximas 10 Ligas. La afirmación dio lugar a una encuesta entre expertos
del fútbol sobre los equipos que podrían tal vez romper la previsible racha
triunfal de los bávaros. El Borussia Dortmund obtuvo el mayor número de votos,
seguido por el Wolfsburgo, equipo con posibles. Lo llamativo es que el tercer
puesto lo ocupara el RB Leipzig, que en la actualidad milita en Tercera
División, entrenado (qué casualidad) por Ralf Rangnick. Ya lo esperan. Pues,
como dijo recientemente con su ironía habitual Armin Veh, entrenador de
Eintracht de Fráncfort: “El dinero mete goles”.
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