miércoles, 27 de marzo de 2013


El reino del na’ es na’

El asombro debería ser siempre la constante en cualquier parte del mundo ante los hechos que desdibujan el correcto proceder de los hombres sobre la faz de la tierra, pero ese realismo mágico que vendieron los escritores del boom latinoamericano hace años que fue superado por la más cruda de las realidades o más bien por el erizado y complicado tinglado que nos tienden los llamados a dirigir los destinos de las naciones, convertidos apenas en ejercicio, en los más deleznables corruptos.

Ante nuestros ojos contemplamos el desmembramiento definitivo de esa ficción que aún se llama República Dominicana y ninguno de los actores que la moran realiza el mínimo esfuerzo para responder a la llamada de millones de conciudadanos que en la actualidad sólo miran al exterior con esperanza para una vida sustentable. Como las letras de Emilio Prud´Homme: “Ningún pueblo ser libre merece / Si es esclavo indolente y servil; Si en su pecho la llama no crece / Que templó el heroísmo viril”.

Durante la primera administración de Leonel Fernández Reyna (1996-2000) se ofreció licencia abierta a las llamadas bancas de lotería, negocio en plena expansión aún en nuestros días, al punto de que hay repartidas más agencias de juegos de azar que locales para el expendio de los alimentos básicos que consume la población. No hay esquina, en cualquier punto geográfico, donde no aparezca un letrero, siempre refulgente, donde se tiente la suerte los 365 días del año.

Se ha señalado que estas bancas de lotería son entidades comerciales propensas al lavado de activos. Acontece también que en este Macondo insular que los propietarios de las mismas han terminados convertidos en afanosos políticos, generalmente del partido oficialista, muchos de ellos senadores, diputados, síndicos, concejales, de primer orden, y figuras importantes en sus localidades.
 
El Teacher Rodríguez
Los dominicanos hemos terminados en el reino donde na’ es na’; en el principado del ni’ e’ una cosa ni’ e’ la otra. Indiferencia, soberbia, hedonismo, egoísmo, ignominia, desamparo, exclusión, deshonor, desvergüenza, vileza, pequeñez, son las patentes que nos emperifollan.

El baloncesto dominicano no escapa a esta realidad; pequeño reflejo de la sociedad dominicana, que para peor, hace años se encuentra anquilosado. Una estructura agarrotada, donde todos son amigos de conveniencia y enemigos por incongruencias, donde la critica se silencia por utilidades, pero también río revuelto donde los aventureros se lanzan a pescar para terminar pecando. Miles han tendido las redes para sólo recoger infinitos deslices, sumar inexactitudes, multiplicar sus desaciertos y regodearse en sus pachotadas.

Bernardo Castellanos, olvidado por la actividad, co-tesorero de aquel Centro-Basket 1975 efectuado en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo siendo apenas un adolescente, me hizo conocer esta amarga verdad sobre la rueda de la amistad de los que pululan en el baloncesto dominicano.

Cada tanto ese ovillo tiende a soltar algunos hilos, pretendiendo adornarse con visos de liberalismo, tratando de justificar una de las situaciones más antidemocráticas que rodea a los dominicanos: la alternabilidad de las figuras del deporte. Aquí la situación resulta más degradante que en la misma política. Hay elecciones para el Comité Ejecutivo de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL); las asociaciones provinciales tratan de atarse a los designios del organismo mayor; los clubes, las entidades llamadas a hacer el deporte de base, eternamente agradecidos. El deporte de las canastas y los aros, hace excepción, pues disciplinas como boxeo, lucha olímpica, softbol, tae-kwan-do, voleibol, béisbol, futbol, no muestran signos de movilidad dirigencial.

Tolben Jaquez echó los dientes y todas sus dolencias en Los Mina. Leo Corporan, próximo a los 70 años de edad, se mantiene en el Mauricio Báez, pretendiendo convertir la entidad en un feudo familiar. Pedro Pablo Díaz continúa el frente del San Carlos por más de 30 años. SAMEJI en Santiago es tierra de Miguel Balaguer. El Domingo Paulino, también en Santiago, es posesión de José Ureña. La historia se repite en cada pueblo de la geografía nacional. San Lázaro fue la finca que una vez adquirieron Manuel –Cholo- Suero y el ya retirado Chico Pérez. Andrés Liberato se señala como propietario del Calero de Villa Duarte… ¡Más bueno que es así!

En diciembre pasado, Ramón Rodríguez, a quien todos conocemos como El Teacher, sin afiliación clubistica conocida, salió votado como presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA), por segunda ocasión. En ambas oportunidades ha tenido que hacerse cargo de una entidad que ha pasado por periodos tormentosos en extremo. La primera vez tomó el testigo de Roberto Ramírez, y la segunda de Johnny Marte. Ambos pasados presidentes podrían disputar, sin mayores competencias, las peores administraciones de la cofradía.

La pasada gestión de Rodríguez no llegó a feliz termino, el ingeniero Frank Herasme, a la sazón presidente de la FEDOMBAL lo suspendió de por vida del movimiento del baloncesto. Liberado de ese pesado fardo, por el propio Herasme, buscó por años la protección de Leo Corporan, quien además de sus funciones clubisticas es editor deportivo del vespertino El Nacional y quien se vende como el ente de equilibrio del deporte dominicano, mucho más después de las administraciones de Fernández Reyna.

Rodríguez llegó sin programa, se conformó con buscar los votos suficientes para hacerse con el cargo y se impuso precisamente sobre el propio Herasme; como un político cualquiera prometió hacer lo que nunca se había hecho, sin proclamar siquiera que corregiría lo que estaba maltrecho o que mantendría las poquísimas cosas que estaban fluyendo adecuadamente. Sorprendió a todos nombrando como sus asesores a Junior Brea y a Alejandro Asmar Sánchez, y así ha continuado designando comisiones con figuras de diversas índoles.

De manera expedita se puso sobre las canchas el Torneo Pre-Superior del Distrito Nacional. Con la única valentía de imponerse sobre algunas instituciones que no trabajan pero tratan de hacer mucha opinión pública y celebrar la especie en la especialidad sub-25. La justa se cocinó al vapor, apenas 4 (cuatro) partidos por equipo en la ronda regular, una verdadera monstruosidad en el entendido de que la misma debería ser la categoría más observada, en la que se debe decidir, con honestidad, quienes pueden permanecer sobre las canchas, quienes deben dedicarse a las actividades laborales o llegar al termino de sus estudios.

Espacio también donde debieron captarse los últimos proyectos, por madurez tardía, para reemplazar a los titulares de los equipos superiores o la propia selección nacional. Cabe recordar que el quinteto dominicano siempre es uno de los más adultos en competencias internacionales y no precisamente los que más despliegue técnico hace sobre la cancha, derivación única del trabajo incesante en las ramas formativas.

El Pre-Superior fue dedicado a Carlos De Los Santos, principal ejecutivo activo de la empresa de apuestas deportivas Juancito Sports, hermano del alcalde del municipio Santo Domingo Este. Días más tarde, en medio de inmensas incertidumbres y un berenjenal casi armado, Rodríguez dedicó el Torneo Superior del Distrito Nacional a Juan De Los Santos, propietario de la empresa de apuestas deportivas Juancito Sports, alcalde del municipio Santo Domingo Este, presidente de la Federación Dominicana de Municipios (FEDOMU) y persona cercana al actual Presidente de la República.

Juan De Los Santos
Las innovaciones suelen ser elemento esencial en el éxito de las empresas deportivas. El deporte suele ser una actividad reconocida por todos, los campeones, las hazañas e inclusive las marcas que rodean las actividades del músculo y la mente suelen ser enjuiciados ampliamente; el deporte se convierte en ente accesible. El deporte es un verdadero fenómeno social: moviliza grandes masas, concita los más variados comentarios, presenta una enorme visibilidad. Como se dibujan las cosas, Rodríguez sólo cometerá cinco faltas personales en este primero superior que organiza.

Tanto en el campo deportivo como en el didáctico, así como en todos los órdenes de la cotidianidad, es cada vez más necesaria una educación en valores. Existen numerosos cánones que así lo indican. A través de la creación de un sondeo sobre transmisión y adquisición de valores en las actividades extraescolares y la posterior experiencia práctica con deportistas en edad alevín se pueden determinar aquellas valías más significativas que se dan en las diferentes disciplinas, sus implicaciones a nivel pedagógico y de rendimiento atlético.

Además se establecen diferencias entre aquellos deportistas que practican un deporte individual o colectivo, así como entre chicos y chicas. Los medios de comunicación, los profesores de educación física, los monitores o entrenadores, y sobre todo el entorno familiar condicionan en gran medida toda la práctica deportiva en estas edades de 11 y 12 años. Una instrucción en valores en el ámbito del entrenamiento deportivo servirá siempre para mejorar.

La presencia de los hermanos De Los Santos en el baloncesto de la ciudad de Santo Domingo debió ser propuesta, analizada profundamente, consensuada y vuelta a revisar. La ludopatía de la que han podido tejer una fuerza económica interesante se ha convertido en suelo dominicano en un problema epidemiológico; existe ya una enfermedad creada por el juego dentro de la sociedad dominicana, aunque todos callan ante el patrimonio. El juego es un vicio y cada día más la población es inclinada a tentar la suerte: juegos de azar, casinos, hipódromos, loterías extranjeras, maquinas tragamonedas, play station, nintendo, juegos de azar vendidos por internet y apuestas deportivas de todas las índoles. Todo ello envuelto en los irrisorios salarios que recibe la población.

La carga de recursos que de la sociedad compromete un jugador problema o un jugador patológico es determinable y cuantificable. Existen al menos nueve tipos distintos de costos sociales derivados del juego: comisión de delitos (desfalcos, asesinatos, robos, corrupción gubernamental), costos por pérdidas en los negocios y el empleo, efectos sociales negativos, quiebras y bancarrotas, suicidios, enfermedad, costo de servicio social (ausentismo laboral, endeudamiento, ansiedad, descuido de las obligaciones familiares y sociales, vagancia, derroche, mal vivencia, prostitución, alcoholismo y drogadicción inducidos por el juego, así como el recrudecimiento de fenómenos como agiotismo y gangsterismo), costos regulatorios directos del gobierno, costos familiares, abuso monetario. En este sentido, otros estudios colocan el juego entre problemas sociales, como la droga o el alcohol que imponen costos sustanciales a la sociedad, incluyendo aquellos que no están involucrados en la actividad.

Solo en los Estados Unidos, los condados donde los casinos de juego son permitidos el índice delictivo trepó a un 44 por ciento sobre el resto de la población. En Nueva Zelanda, este exponente subió al 52 por ciento.

La llegada de los hermanos De Los Santos al baloncesto del Distrito Nacional recibirá el aplauso de todos los figurantes, en la creencia de sus arcas volverán a llenarse, pero podrían estar jugando la última carta antes de empezar a usar mascaras de oxigeno y colocar a los clubes de base en situación desesperada. El que fuera el máximo evento de la actividad en el país vive una situación dramática, la peor crisis desde 1974, nacida de la mediocridad, la ordinariez, el inmediatismo, la vulgaridad, la mezquindad, la impertinencia y la haraganería.

Hay un pantano donde están divididas las fuerzas que hacen deporte en el gran Santo Domingo, insalvable aunque se apueste por la presencia de Mauricio Báez, Rafael Barias, Los Mina y Villa Duarte. No es un cambio de administración lo que se necesita, es un cambio de actitudes y nadie está dispuesto a deponer sus miserias.

Todos se han movido en la cornisa hacia un callejón sin salida y el abismo de cierne imponente, las coyunturas alrededor de Rodríguez, las visibles y las que se esconden detrás de míseras columnas en los diarios, aquello es el desastre puro y simple. Hace falta una administración enérgica, plena, que salve a todo el baloncesto capitalino y por ende al Superior del Distrito Nacional del despeñadero. El Teacher no da muestras de ello.

Buscar refugio entre propietarios de bancas de apuestas y políticos desvergonzados, los que se ven y los que juegan sus cartas a través de terceros, en los que la gente no encuentra valores, solamente observa personajes ávidos de poder, riquezas y corrupción, no es una solución. Rodríguez no podrá reparar la brutta situazione y al final, más desaliento, más descrédito y menos protección al deporte que tanto amamos.

Ya no quedan más pesadillas en el medio del juego, hace tiempo que estas se están viviendo en carne propia.


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