El reino del na’ es na’
El asombro debería ser siempre la constante en cualquier parte del mundo
ante los hechos que desdibujan el correcto proceder de los hombres sobre la faz
de la tierra, pero ese realismo mágico que vendieron los escritores del boom latinoamericano hace años que fue
superado por la más cruda de las realidades o más bien por el erizado y
complicado tinglado que nos tienden los llamados a dirigir los destinos de las
naciones, convertidos apenas en ejercicio, en los más deleznables corruptos.
Ante nuestros ojos contemplamos el
desmembramiento definitivo de esa ficción que aún se llama República Dominicana
y ninguno de los actores que la moran realiza el mínimo esfuerzo para responder
a la llamada de millones de conciudadanos que en la actualidad sólo miran al
exterior con esperanza para una vida sustentable. Como las letras de Emilio
Prud´Homme: “Ningún pueblo ser libre merece / Si es esclavo indolente y servil;
Si en su pecho la llama no crece / Que templó el heroísmo viril”.
Durante
la primera administración de Leonel Fernández Reyna (1996-2000) se ofreció
licencia abierta a las llamadas bancas de lotería, negocio en plena expansión
aún en nuestros días, al punto de que hay repartidas más agencias de juegos de
azar que locales para el expendio de los alimentos básicos que consume la
población. No hay esquina, en cualquier punto geográfico, donde no aparezca un
letrero, siempre refulgente, donde se tiente la suerte los 365 días del año.
Se ha
señalado que estas bancas de lotería son entidades comerciales propensas al
lavado de activos. Acontece también que en este Macondo insular que los
propietarios de las mismas han terminados convertidos en afanosos políticos,
generalmente del partido oficialista, muchos de ellos senadores, diputados, síndicos,
concejales, de primer orden, y figuras importantes en sus localidades.
Los
dominicanos hemos terminados en el reino donde na’ es na’; en el principado del
ni’ e’ una cosa ni’ e’ la otra. Indiferencia, soberbia, hedonismo, egoísmo,
ignominia, desamparo, exclusión, deshonor, desvergüenza, vileza, pequeñez, son
las patentes que nos emperifollan.
El
baloncesto dominicano no escapa a esta realidad; pequeño reflejo de la sociedad
dominicana, que para peor, hace años se encuentra anquilosado. Una estructura agarrotada,
donde todos son amigos de conveniencia y enemigos por incongruencias, donde la
critica se silencia por utilidades, pero también río revuelto donde los
aventureros se lanzan a pescar para terminar pecando. Miles han tendido las
redes para sólo recoger infinitos deslices, sumar inexactitudes, multiplicar
sus desaciertos y regodearse en sus pachotadas.
Bernardo Castellanos, olvidado
por la actividad, co-tesorero de aquel Centro-Basket 1975 efectuado en el
Palacio de los Deportes de Santo Domingo siendo apenas un adolescente, me hizo
conocer esta amarga verdad sobre la rueda de la amistad de los que pululan en
el baloncesto dominicano.
Cada tanto ese ovillo tiende a
soltar algunos hilos, pretendiendo adornarse con visos de liberalismo, tratando
de justificar una de las situaciones más antidemocráticas que rodea a los
dominicanos: la alternabilidad de las figuras del deporte. Aquí la situación
resulta más degradante que en la misma política. Hay elecciones para el Comité
Ejecutivo de la
Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL); las
asociaciones provinciales tratan de atarse a los designios del organismo mayor;
los clubes, las entidades llamadas a hacer el deporte de base, eternamente
agradecidos. El deporte de las canastas y los aros, hace excepción, pues
disciplinas como boxeo, lucha olímpica, softbol, tae-kwan-do, voleibol,
béisbol, futbol, no muestran signos de movilidad dirigencial.
Tolben Jaquez echó los dientes y
todas sus dolencias en Los Mina. Leo Corporan, próximo a los 70 años de edad,
se mantiene en el Mauricio Báez, pretendiendo convertir la entidad en un feudo
familiar. Pedro Pablo Díaz continúa el frente del San Carlos por más de 30
años. SAMEJI en Santiago es tierra de Miguel Balaguer. El Domingo Paulino,
también en Santiago, es posesión de José Ureña. La historia se repite en cada
pueblo de la geografía nacional. San Lázaro fue la finca que una vez
adquirieron Manuel –Cholo- Suero y el ya retirado Chico Pérez. Andrés Liberato
se señala como propietario del Calero de Villa Duarte… ¡Más bueno que es así!
En diciembre pasado, Ramón
Rodríguez, a quien todos conocemos como El
Teacher, sin afiliación clubistica conocida, salió votado como presidente
de la Asociación
de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA), por segunda ocasión. En ambas
oportunidades ha tenido que hacerse cargo de una entidad que ha pasado por
periodos tormentosos en extremo. La primera vez tomó el testigo de Roberto
Ramírez, y la segunda de Johnny Marte. Ambos pasados presidentes podrían
disputar, sin mayores competencias, las peores administraciones de la cofradía.
La pasada gestión de Rodríguez no
llegó a feliz termino, el ingeniero Frank Herasme, a la sazón presidente de la FEDOMBAL lo suspendió de
por vida del movimiento del baloncesto. Liberado de ese pesado fardo, por el
propio Herasme, buscó por años la protección de Leo Corporan, quien además de
sus funciones clubisticas es editor deportivo del vespertino El Nacional y
quien se vende como el ente de equilibrio del deporte dominicano, mucho más
después de las administraciones de Fernández Reyna.
Rodríguez llegó sin programa, se
conformó con buscar los votos suficientes para hacerse con el cargo y se impuso
precisamente sobre el propio Herasme; como un político cualquiera prometió
hacer lo que nunca se había hecho, sin proclamar siquiera que corregiría lo que
estaba maltrecho o que mantendría las poquísimas cosas que estaban fluyendo
adecuadamente. Sorprendió a todos nombrando como sus asesores a Junior Brea y a
Alejandro Asmar Sánchez, y así ha continuado designando comisiones con figuras
de diversas índoles.
De manera expedita se puso sobre
las canchas el Torneo Pre-Superior del Distrito Nacional. Con la única valentía
de imponerse sobre algunas instituciones que no trabajan pero tratan de hacer
mucha opinión pública y celebrar la especie en la especialidad sub-25. La justa
se cocinó al vapor, apenas 4 (cuatro) partidos por equipo en la ronda regular,
una verdadera monstruosidad en el entendido de que la misma debería ser la
categoría más observada, en la que se debe decidir, con honestidad, quienes
pueden permanecer sobre las canchas, quienes deben dedicarse a las actividades
laborales o llegar al termino de sus estudios.
Espacio también donde debieron
captarse los últimos proyectos, por madurez tardía, para reemplazar a los
titulares de los equipos superiores o la propia selección nacional. Cabe
recordar que el quinteto dominicano siempre es uno de los más adultos en
competencias internacionales y no precisamente los que más despliegue técnico
hace sobre la cancha, derivación única del trabajo incesante en las ramas
formativas.
El Pre-Superior fue dedicado a
Carlos De Los Santos, principal ejecutivo activo de la empresa de apuestas
deportivas Juancito Sports, hermano
del alcalde del municipio Santo Domingo Este. Días más tarde, en medio de
inmensas incertidumbres y un berenjenal casi armado, Rodríguez dedicó el Torneo
Superior del Distrito Nacional a Juan De Los Santos, propietario de la empresa
de apuestas deportivas Juancito Sports,
alcalde del municipio Santo Domingo Este, presidente de la Federación Dominicana
de Municipios (FEDOMU) y persona cercana al actual Presidente de la República.
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Juan De Los Santos |
Las innovaciones suelen ser
elemento esencial en el éxito de las empresas deportivas. El deporte suele ser
una actividad reconocida por todos, los campeones, las hazañas e inclusive las
marcas que rodean las actividades del músculo y la mente suelen ser enjuiciados
ampliamente; el deporte se convierte en ente accesible. El deporte es un
verdadero fenómeno social: moviliza grandes masas, concita los más variados
comentarios, presenta una enorme visibilidad. Como se dibujan las cosas,
Rodríguez sólo cometerá cinco faltas personales en este primero superior que
organiza.
Tanto en el campo deportivo como en el didáctico, así como
en todos los órdenes de la cotidianidad, es cada vez más necesaria una
educación en valores. Existen numerosos cánones que así lo indican. A través de
la creación de un sondeo sobre transmisión y adquisición de valores en las
actividades extraescolares y la posterior experiencia práctica con deportistas
en edad alevín se pueden determinar aquellas valías más significativas que se
dan en las diferentes disciplinas, sus implicaciones a nivel pedagógico y de
rendimiento atlético.
Además se establecen diferencias entre aquellos deportistas
que practican un deporte individual o colectivo, así como entre chicos y chicas.
Los medios de comunicación, los profesores de educación física, los monitores o
entrenadores, y sobre todo el entorno familiar condicionan en gran medida toda
la práctica deportiva en estas edades de 11 y 12 años. Una instrucción en
valores en el ámbito del entrenamiento deportivo servirá siempre para mejorar.
La presencia de los hermanos De Los Santos en el baloncesto
de la ciudad de Santo Domingo debió ser propuesta, analizada profundamente,
consensuada y vuelta a revisar. La ludopatía de la que han podido tejer una
fuerza económica interesante se ha convertido en suelo dominicano en un
problema epidemiológico; existe ya una enfermedad creada por el juego dentro de
la sociedad dominicana, aunque todos callan ante el patrimonio. El juego es un
vicio y cada día más la población es inclinada a tentar la suerte: juegos de azar, casinos, hipódromos, loterías
extranjeras, maquinas tragamonedas, play
station, nintendo, juegos de azar
vendidos por internet y apuestas deportivas de todas las índoles. Todo ello
envuelto en los irrisorios salarios que recibe la población.
La carga de recursos que de la sociedad compromete un jugador problema o un jugador patológico es determinable y
cuantificable. Existen al menos nueve tipos distintos de costos sociales
derivados del juego: comisión de delitos (desfalcos, asesinatos, robos,
corrupción gubernamental), costos por pérdidas en los negocios y el empleo, efectos
sociales negativos, quiebras y bancarrotas, suicidios, enfermedad, costo de
servicio social (ausentismo laboral, endeudamiento, ansiedad, descuido de las
obligaciones familiares y sociales, vagancia, derroche, mal vivencia,
prostitución, alcoholismo y drogadicción inducidos por el juego, así como el
recrudecimiento de fenómenos como agiotismo y gangsterismo), costos regulatorios
directos del gobierno, costos familiares, abuso monetario. En este sentido,
otros estudios colocan el juego entre problemas sociales, como la droga o el
alcohol que imponen costos sustanciales a la sociedad, incluyendo aquellos que
no están involucrados en la actividad.
Solo en los Estados Unidos, los condados donde los casinos de juego son
permitidos el índice delictivo trepó a un 44 por ciento sobre el resto de la población.
En Nueva Zelanda, este exponente subió al 52 por ciento.

Hay un pantano donde están divididas las fuerzas que hacen
deporte en el gran Santo Domingo, insalvable aunque se apueste por la presencia
de Mauricio Báez, Rafael Barias, Los Mina y Villa Duarte. No es un cambio de
administración lo que se necesita, es un cambio de actitudes y nadie está
dispuesto a deponer sus miserias.
Todos se han movido en la cornisa hacia un callejón sin
salida y el abismo de cierne imponente, las coyunturas alrededor de Rodríguez,
las visibles y las que se esconden detrás de míseras columnas en los diarios,
aquello es el desastre puro y simple. Hace falta una administración enérgica,
plena, que salve a todo el baloncesto capitalino y por ende al Superior del
Distrito Nacional del despeñadero. El
Teacher no da muestras de ello.
Buscar refugio entre propietarios de bancas de apuestas y
políticos desvergonzados, los que se ven y los que juegan sus cartas a través
de terceros, en los que la gente no encuentra valores, solamente observa
personajes ávidos de poder, riquezas y corrupción, no es una solución.
Rodríguez no podrá reparar la brutta
situazione y al final, más desaliento, más descrédito y menos protección al
deporte que tanto amamos.
Ya no quedan más pesadillas en el medio del juego, hace
tiempo que estas se están viviendo en carne propia.
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