martes, 16 de julio de 2013

Dudas y expectativas para Caracas (2 de 5)


Hace cuatro años, camino a la Copa de las Américas 2009, para entonces Pre-Mundial de San Juan (Puerto Rico), el equipo dominicano incluyó al delantero Ricardo Greer, diez años después de su última correría en la selección nacional. Nadie entendió el movimiento pero tampoco se realizó comentario alguno. Nos hemos callado tantas veces que asusta la medianía en la que nos desenvolvemos; como país somos una sociedad acrítica y el baloncesto no escapa a ello. Inclusive para los juegos de exhibición efectuados en la Arena del Cibao el jugador no estaba presente.

Ricardo Greer
Antes de partir a Puerto Rico, Greer lucía tan fuera de condición física que laceraba de solo mirarlo, pese a ello negociaba la participación de su hermano, Jeff, otro delantero de menor talaje físico, más polivalente.

Como escribí anteriormente (Recuerdos de Riverbank): “llevado por las greñas a San Juan en el 2009”. En esa ocasión saltó 7 veces a la cancha para promediar 8.4 minutos, 1.4 puntos, 1.6 rebotes y 0.7 asistencias, con porcentajes de 27.3 desde el campo, 16.7 detrás del arco y 36.4 desde la línea. Hay que recordar que Julio Toro era el dirigente. Cuestionada decisión que tomaron Rafael Uribe y César St. Hilaire, a la sazón co-gerentes del conjunto, el entrenador Melvyn López y Pedro Pablo Pérez. En la actualidad Uribe es presidente de la Federacion Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), St. Hilaire es vice-presidente de la misma; López, presidente del Colegio de Entrenadores de República Dominicana; y Pérez, un ser que se agencia nadar en todas las aguas.

La designación de Toro se realizó después que esta comisión había asegurado en todos los diarios de circulación nacional que se había conversado con más de una docena de entrenadores. Se mencionaron Flor Meléndez, Carlos Morales, Julio César Lamas, Rubén Magnano, Néstor García, Guillermo Narvarte, Larry Drew, Bob Bender, Jim Todd y Tyrone Hill, entre los que recuerdo. Conversé con Uribe y me señaló que pensaba que St. Hilaire había tratado con todos.

Me tomé el atrevimiento de llamar a Lamas, Magnano y García con quienes históricamente he mantenido muy estrechas relaciones y sus respuestas fueron todas similares, nadie los había llamado desde República Dominicana. Recuerdo que conversé con Magnano el 26 de mayo de ese 2009, el día siguiente de haber obtenido el titulo de campeón con Atenas de Córdoba en la Liga Nacional de Baloncesto (lnb.com.ar).

Flor Meléndez fue más lejos, le escribió una carta al ingeniero Frank Herasme, entonces cabeza de FEDOMBAL, copia de la cual está en mi poder, donde entre otras cosas le manifestaba el irrespeto hacia su persona por parte de la comisión que fue a Venezuela (Uribe, St. Hilaire, López y Pérez). Los delegados dominicanos estuvieron en el mismo auditorio donde jugaba el equipo de Meléndez y no tuvieron la cortesía de saludarlo, entre otras menudencias. El técnico puertorriqueño habla de que no conocía a Uribe y a St. Hilaire, pero lo hecho por López y Pérez era imperdonable. Los términos de la misiva son fuertes en extremo.

La insólita explicación que entonces se brindó era que Pérez únicamente conocía a Toro, cara a cara; menuda gestión para un gerente de operaciones. Ilustración expuesta, entre otras instancias, por el tráfico repetido de jugadores entre entrenador y “agente”. En ese tiempo, Héctor Báez, quien había tenido una participación importantísima en la gestión de Herasme al frente de la FEDOMBAL jamás fue consultado. Ello es sinónimo de que en ningún tiempo hemos tenido continuidad, ni institucionalidad.

Cuando se conoció la nomina de la escuadra quisqueyana, Greer estaba entre los 12. La razón sólo la puede ofrecer Pérez. Una vez un amigo me señaló que no hay nada más que una que la complicidad. Es sospechoso que uno no pueda vivir sin el otro.

En el medio de la película, el jugador mostró su disgusto al entrenador por el poco tiempo que lo colocaba sobre el terreno de juego. Fue dejado en la banca contra Uruguay, incendió el camerino y armó sus bártulos, que llegaron a verse en el mismo lobbie de la concentración. Toro lo colocó 20 minutos frente a México para sólo anotar un lance de 3. En el juego contra Canadá, última parada antes de Turquía, se hizo pupú en los pantalones… en otras palabras, se le salió la mierda y con dos balones perdidos, graciosamente entregados a la defensa contraria. La historia se escribió como siempre.

En la rueda de prensa posterior al partido los canadienses se burlaron de los dominicanos puesto que ellos habían puesto “los cojones” (textualmente y en perfecto español), mientras Toro hablaba mucha basura; respondía a las preguntas de los periodistas de que: “Saturno estaba en lo alto del firmamento y los astros no irradiaban la luz suficiente”. Estaba como poseído, ido, fuera de este mundo. ¡Un irrespeto mayor!

Si nadie hace un llamado de atención, si no se levantan voces que borren este escenario, estoy seguro que será una ficha cantada para Caracas. Lo único a su favor son sus estadísticas en Francia, pero ello no es óbice para estar en el listado. En este tipo de competencias no puede ser protagonista, convirtiéndose instantáneamente en combustible para la disociación, porque no es un dos, tampoco un tres y mucho menos un cuatro. En la liga francesa pesa su jerarquía porque allí se respetan los dinosaurios, pero a los oponentes de este 2013 le importará un carajo quien es Mr. Greer from the Bronx.

Yack Michael Martinez
En las posiciones de fuerza nos queda lo que han realizado Yack Michael Martínez (32.4 minutos en Caracas; 30.1 en Mar del Plata), Al Horford (31.8/33.3) y Eulis Báez (23.4/18.3); lo indicadores sugieren que estos hombres altos no han tenido descanso, por ello los finales han sido tan predecibles y devastadores. Detrás de ellos, Manuel Guzmán sólo totalizó 4 minutos en Caracas y 15 en Mar del Plata, Asselin (47 minutos en total en Caracas) y pare de contar. Tanto en Mar del Plata como en Caracas, Guzmán ha sido el último de la banca… y ello deja mucho que decir, pese a su entrega, su gran humanidad y su calidad, pero para este nivel de competencias queda desfavorecido.

Hay que tener claro que Martínez, muy a sus aires, histórico en tierras bolivarianas, es incombustible, no sabe parar, no descansa y este año es un ejemplo más, ya ha estado en Venezuela (Guaros de Lara, 19.3 puntos, 12.1 rebotes, 34 dobles-dobles, 49.6 por ciento desde el campo, 25.0 por ciento detrás del arco y 72.5 por ciento desde la línea), Santo Domingo (San Carlos, 1 juego serie regular y 5 en la semifinal contra Los Mina donde reunió: 27.6 puntos, 12.6 rebotes, 59.1-23.1-64.1), Puerto Rico (Capitanes de Arecibo, en post-temporada, 5 jornadas, 13.4 puntos, 13.4 rebotes, 46.7-0.0-84.6) y muy posiblemente se integre a los Cocolos de San Pedro de la Liga Nacional de Baloncesto (lnb.com.do), apenas en el séptimo mes.

La recuperación de Martínez siempre es asombrosa, como si hubiera encontrado la fuente de la eterna juventud, como si ha visitado en algún momento la isla de Bimini y guardado el secreto, aquella donde Sequene, el jefe arahuaco de Cuba, fue incapaz de resistir y de la que no regresó jamás. El italiano Pietro Martire d’Anghiera en 1513 le reportaba al Papa de este reducto, situado en algún lugar de las Bahamas y que era inspiración para los arahuacos de La Española, Puerto Rico y Cuba. En los dos últimos torneos continentales el delantero ha terminado molido, mallugado, adolorido, reventado, explotado.

Al Horford
El complemento ideal, hasta el momento, ha sido Al Horford, ambos hacen una dupla temible en la zona pintada. No existe un técnico que no diseñe las estrategias frente al conjunto dominicano sin tratar de anular a esta pareja de delanteros, que hacen todo el esfuerzo posible de dominar la zona restringida. Hasta el momento han acallado todos los pronósticos y ellos son piezas fundamentales, mucho más sabiendo que los equipos dominicanos buscan jugar al contragolpe, y para ello es necesario tomar los rebotes.

Hasta los párvulos deberían saber que sin rebotes no hay contraataque y ese ha sido el paradigma; los números colocados por Martínez y Horford resultan hasta impresionantes, por ello los buenos desempeños. Es menester resaltar que el juego dentro/fuera también ha sido importante porque ambos jugadores son amenaza constante en el ataque el aro, ello permite mover la defensa y encontrar algún desmarcado, por lo general Francisco García, o alguno de los que crea sus espacios, Ronald Ramón, para realizar ofensiva o más recientemente Manuel Fortuna. Es tanta la expectación que generan los internos que con un verdadero francotirador, los dominicanos hubieran estado mucho más arriba.

La ausencia de Horford plantea un problema mayúsculo; para los filósofos tradicionales un problema es problema en tanto tenga una solución y deberíamos confiar en que se sepa suplir esa carencia, no pedir a la Virgen de la Altagracia por su protección divina. Ni sólo los jugadores de la pintura atrapan los rebotes, ni la posible salida del delantero de Atlanta Hawks traería únicamente pérdidas. Las desventajas pueden traer ganancias, para ello deberíamos suplir velocidad, fuerza, intimidación y espectáculo en la zona pintada. La ausencia de un jugador no podrá servir jamás de excusa para que un equipo no juegue bien o no acceda a clasificar para una competencia posterior.

Deberían aparecer, sacados de la realidad lo de que tenemos hombres que adopten un rol protagónico de manera regular. Sin la potencia física de Horford los exteriores deberán ser el cimiento del juego de los dominicanos, sin descuidar el juego alrededor de los canastos.

Con urgencia y hasta suplicas a lo divino se ha solicitado la presencia de Edward Santana, un pívot bajo,
Edward Santana
interesante, sumamente versátil, atlético, decisivo, intenso, que se ha llenado de gloria en los últimos tres años; lo más reciente: Jugador Más Valioso en la Liga Profesional de Venezuela (LPV). Esta vez se deberá hablar hasta en chino para incluirlo entre los presentes en la selección. Más que un pívot bajo es un delantero fuerte con exceso de determinación, capaz de producir emociones a granel. En el caso de estar para Caracas empezará a luchar contra hombres más altos en su posición y de mayor catadura; frente a ellos, sus habilidades que lo han llevado a sobresalir en todos los escenarios de este lado del planeta.

Es la etapa donde Eulis Báez se torna casi vital. Un hombre que se integra completamente, aportando en todas las facetas del juego. Atleta sobre el promedio, con buen movimiento de pies, que no es un especialista en ninguna faceta pero que cumple con creces. Su ataque al canasto es de cara al aro, preferiblemente saliendo desde su propio dribbling. No intenta lances de larga distancia, pero se involucra en los partidos y va a la línea de libres con relativa frecuencia, convirtiendo más que decentemente. No es egoísta, añade la faceta de gran rebotero ofensivo, corre bien la cancha inclusive iniciando el contragolpe, tiene dedicación y fundamentos para defender. Al ser bajo para la posición de cuatro, algunas veces tiene problemas, pero saca un extra para no pasar desapercibido, además, roba balones; escasamente bloquea lances contrarios.

Eulis Baez
El nacionalizado Asselin, cada vez más lejos de la realidad dominicana, viene de una aceptable campaña en España y una muy díscola actuación en Puerto Rico; como si los calores del trópico disminuyeran su juego. Con el Manresa actuó en 34 partidos con 11.3 puntos, 3.3 rebotes y 0.6 asistencias, y 36-46-87 en sus porcentajes. Con los Brujos de Guayama, 5.2 puntos, 3.4 rebotes y 0.4 asistencias con 49-13-100. Este fue un pasaporte mal ofrendado, en contubernio con su agente, Emilio Durán, y que para nada ha sido provechoso para nuestro equipo nacional. Dos presentaciones en 7 años.

Manuel Guzmán ha sido el último de la banca, tanto en Mar del Plata como en Caracas. Un profesional de la disciplina, se ha paseado en el último año por las más variadas ligas: Ecuador (Mavort, Liga de las Américas, 19.0 puntos y 7.2 rebotes), Paraguay, Venezuela (Panteras de Miranda, 17.2 puntos y 7.7 rebotes en 9 juegos) y Uruguay (Hebraica, 14.3 puntos y 6.2 rebotes), pero como muchos de sus compañeros, es un pívot bajo más, que confronta problemas frente a rivales de mayor catadura.

Como señalé anteriormente, no creo que esta vez veremos en la cancha a Karl-Anthony Towns, jugador aún en progreso.

Nos queda la presencia de Eloy Vargas, de grata recordación en el superior del Distrito Nacional con el San Lázaro (18.8 puntos, 12.4 rebotes, 2.1 bloqueos en 36.4 minutos y un bajísimo 43.5 por ciento en lances desde el campo, pese a ser un jugador interior), quien tendrá todas las chancees de hacer el equipo bajo la egida de Antigua (le regaló dos años en la Universidad de Kentucky, para ser el último de la banca), pero su actitud para el juego no acaba de convencer.

Con sus 6’10 de estatura el mocano tiene el tamaño para ser determinante en el juego interior, pero no pasa de ser un aceptable atleta sumamente limitado ofensivamente. La mayoría de sus puntos se originan en situaciones donde sólo puede recibir y definir, sobre todo, a partir de rebotes ofensivos, por eso su efectividad está limitada a su cercanía con el aro; su porcentaje de aciertos es inadmisible para un jugador de su dimensión. Carece de juego de espaldas al canasto y herramientas, especialmente toque, para anotar desde allí. Intentó sorprender con un lance de distancia en el superior, pero es un recurso que ningún entrenador le aceptará. Es horrible desde
Eloy Vargas
la línea de libres.

A su favor hay que decir que es un buen rebotero ofensivo, pero nada espectacular; del lado contrario es sólo promedio. Pierde pocos balones y muy rara vez la regresa a algún compañero. Vive cargado de faltas personales, es un bloqueador sobre el promedio y capaz de defender el poste bajo, pero necesita ganar más peso para tener una mayor potencia.

La ausencia de Horford pondrá en aprietos al cuerpo técnico dominicano, que no ha implementado variables para suplir esta baja. No hay material suficiente para su relevo momentáneo, ni el engranaje para hacer una cooperativa que ayude a Yack Michael Martínez debajo de los palos.

Después, los problemas propios de ensamblar un equipo, bajas de último momento; ajustar esquemas ofensivos y defensivos, impregnar a los jugadores de los conceptos propios del técnico, la fluidez de su filosofía, la definición y dominio del juego interior, estudio de los contrarios y conocimiento adecuado de los capataces contarios, algunos señalados como los mejores del juego internacional. Las posibilidades de quebrar a la punta rival, los pasajes ofensivos ante oponentes mejor fundamentados, e insistir, insistir, insistir.



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