lunes, 14 de noviembre de 2022

De repente, se hizo el silencio
Noviembre 14 del 2022
 
 
Hay noticias que a uno jamás le gustaría recibir, pero murió Roosevelt (Roosevelt Francisco Comarazamy Medina, Abr.26.1948 en San Pedro de Macorís; Nov.14.2022 en Santo Domingo); perdimos comunicación después que escribí de un personaje del mundo deportivo vernáculo, en septiembre del 2017, cuyo nombre me encantaría no escuchar nunca más, pero eso no mermó mi admiración por su estampa, siempre un caballero.
 
El me seguía discretamente, por las redes sociales, como yo a él. Escucharlo, leerlo, mirarlo, era una cátedra magistral de cómo comunicar, cómo enseñar, cómo transmitir. La de Roosevelt resultó una vida entre la libertad personal y el compromiso profesional; indispensable desde que empezó a embarrar cuartillas como periodista, fue ese tipo de personas que dedican su existencia a ser piezas clave en sus grandes proyectos, pero también en apoyar las iniciativas de terceros.

Primero lo seguí como atleta, en mis años iniciales de inclinación por el deporte; después supe que era lasallista, como yo… un beneficio añadido. Fue a quien primero escuché comentando un juego de la NBA, en el Mundo Deportivo Marlboro, cuando las pantallas de los televisores eran a blanco y negro; más adelante su columna de El Nacional era lectura obligada todos los días.
 
Propulsor infinito del baloncesto; narrador exquisito tanto en el deporte de los aros y las canastas, como del béisbol. Era de los pocos que hablaba de atletismo en este territorio que conocemos como República Dominicana.
 
Él, Félix Acosta Núñez (Feb.20.1924 en San Francisco de Macorís; Jun.14.2005 en Santo Domingo), y Rolando Guante han sido los únicos personajes que han abrevado en el mundo deportivo con capacidad para dirigir cualquier diario nacional; como somos de lisonjas tan breves, «el más completo», «el más versátil», solo lo empequeñece… me quedaría con un ser infinito, lleno de luces, y algunas sombras pasajeras.
 
Quizás, descubridor de un periodismo outsider que supo convertir producto de consumo masivo, en la prensa escrita, en la radial, y la televisada; le alcanzó el uso de las redes sociales; siempre estuvo pendiente de los que venían detrás, si con creyera en la evolución de los profesionales, lo tildaría de irrepetible, en un país que no genera ídolos con pies de plomo. Nunca adopto la posición de ser un ácrata, tenía clara conciencia de su papel y de lo que valía, de que dominaba los medios, con enorme sapiencia.
 
A parte de estos instantes, Roosevelt es silencio; se hará inmenso en estos tiempos de extrema vociferación, una potestad que nadie le arrebatara en el provenir cercano. Desmitificarlo será titánico; tenía control total de los medios de comunicación, y si se lo propina era capaz de poner a temblar a su interlocutor.


Cuando estuve en el Listín Diario, y llegaba a esa redacción cargado de libros y revistas, su papá, don Frank (Francisco Comarazamy Rangasami, Jul.04.1908 en San Pedro de Macorís; Ago.06.2012 en Santo Domingo), revisaba esas novedades editoriales, nunca de manera inquisitoria, y si me solicitó alguno, siempre lo leyó en su oficina. Un personaje.
 
Compartimos bastante en El Nacional, ahí quedó una amistad de hermanos con el mismo Guante, Jacinto Díaz, Julio Valdez, Alexander Gómez, y Carlos Peña (experto en automovilismo, ya en otras dimensiones).
 
Pero donde Roosevelt me ganó hasta el último centavo fue en sus atenciones para con «los maderita»; encuentros fortuitos siempre, pero los atencionaba como si fueran parte de su familia; sin importar qué compromiso tenía que cumplir.
 
No supe, hasta qué mi compadre Johnny apareció en la pantalla de mi teléfono, porque la tarde había pasado a un gris tan plomizo de forma expedita; la invicta guadaña vino a buscar a Roosevelt, para convertirlo en leyenda instantáneamente.
 
Como poca gente supiste tallarte en el corazón de muchos compatriotas, de todos los bandos y colores. No traemos el rotulo de «gente», dibujado en la frente, pero ese don se te leía desde muy lejos. Esa virtud, que se adquiere básicamente en el hogar, su capacidad intelectual, su formación, su discreción, se tradujeron en una vital agenda de contactos en los más diversos ámbitos; certeza en la palabra, escrita o verbalizada, le valieron una aceptación que muchos quisieran alcanzar, hasta dando su propia vida por ello.

Te fuiste, no me esperes para conversar de deportes, ni de la cotidianidad; ahí te reunirás con don Frank, con Danny (Daniel Comarazamy Medina), tu hermano, con Fernandito González Tirado, con Tomás Troncoso, Alejandro Abreu, fallecido hace apenas 5 días, y tantos otros de mis afectos, y de los tuyos.
 
Una última cosa, si ves a mi mamá, dale un beso, mañana (día 15), está de cumpleaños; dile que estamos bien, todos, y que Rodrigo, su Rodri-Rodri, que la hizo bisabuela por sexta ocasión, está haciendo travesuras… que mande «un telegramita» con las recetas a base de sábila.
 
Te marchaste Comarazamy Medina, ve en paz, yo seguiré aquí detrás de la caza de gazapos, el otro deporte que nos fascinaba.

 
 
 

1 comentario:

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