¡Adiós ORO!
Llegue a mi casa con un arsenal de cosas para
escribir, las novedades del día fueron muchas e intensas, pero me encontré con
la noticia del fallecimiento de Osvaldo Ricardo Orcasitas, a quien todos
conocimos por sus iniciales, ORO, y ello me enfrió.
Cuando era un muchacho, apenas salido de las aulas del
Colegio Dominicano De La Salle, poco después del meridiano de los 12 años de
Joaquín Balaguer, mantenía una extensa actividad epistolar con cientos de
personas, básicamente existía un interés filatélico. Ello merecía frecuentes
viajes al Palacio de Correos en lo que hoy es la Plaza España, frente al
Alcazar de Colón.
Pronto se agregó una parada en la Casa Cuello para
comprar papel, lápiz, libretas y sobres para las cartas; apenas entraba todos los
dependientes conocían mi camino y lo que requería. Se añadió periplos por las
librerías de la zona, pero también me convertí en asiduo comprador de las
revistas deportivas en Recuerdos Dominicanos y donde Macalé.
En esos tiempos la argentina El Grafico era una
“viga”, no siempre llegaba, pero cuando la encontraba la llevaba.
El baloncesto se escondía entre las páginas
interiores, allí aparecía la firma de Orcasitas. También ilustres periodistas
argentinos como Julio Emilio Pasquato (Juvenal), Osvaldo Onofre Bramante
(Osvaldo Ardizzone), Carlos Fontanarrosa; aquello era un manjar, un dulce de
leche donde el futbol era prioridad. Un total de 44 deportes han aparecido en
su tapa en sus casi 100 años de existencia.
Leer El Grafico, como se recoge en su historia, es
sumergirse en la intimidad de los grandes deportistas, vibrar con sus logros
legendarios, conmoverse con el recuerdo de aquellos que trascendieron en su
tiempo, ilusionarse con la fortaleza que destilan los nuevos talentos. Leer El
Grafico, en definitiva, es mimetizarse con el deporte mismo.
Conocí a Osvaldo desde mi primer viaje a la Argentina,
allá en el 1984; hombre preparadísimo, curtido en las lides del deporte y más
del baloncesto al que amaba profundamente. Era un verdadero maestro y gozaba de
una facilidad de expresión única. Los temas eran inacabables.
Era la época donde arrancaba la Liga Nacional de
Baloncesto que él y un inolvidable León Najnudel llevaron adelante con el
concurso de otros interesados. Una idea que había traído José
María Cavallero desde España, lanzada en 1982 en el local de la Sociedad
Distribuidora de Diarios, Revistas y Afines de la Capital Federal, que terminó
otorgando una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos y el reconocimiento de
toda la humanidad. Decía una crónica que encontré ayer: “su prédica
nunca claudicó, y cuando conoció la idea de federalizar el país con una
competencia única, se puso a las órdenes de Najnudel, totalmente desinteresado,
o más bien con un sólo propósito, apoyar la idea de popularizar el deporte que
tanto amó”.
Para él, el oficio era una alegría y en El Grafico se
hizo casi imprescindible, siempre mantuvo una enorme
integridad. Entre los
periodistas jóvenes de Argentina, de diferentes provincias, era toda una
leyenda viviente; se notaba la reverencia hasta un maestro de la palabra
escrita. En su accionar parecía que desplegaba todo el simbolismo de la poesía, sus notas contenían lujos de detalles y
daba la sensación de que el lector formaba parte del relato.
En años recientes mantuvimos un constante intercambio
de correos electrónicos. Nunca pensé que mis escritos y mis reiteradas
denuncias sobre el baloncesto dominicano concitarían su atención. Gesto que
agradezco infinitamente y corresponderé hasta el final de mis días.
Desde este impredecible Caribe, lleno de luz y de
azul, mi humilde homenaje a un hombre sin maculas.
Ese esfuerzo convertido en joya periodística llamada Básquet Plus señalaba
en su edición (Feb.19.2014): “el básquet
argentino quedará eternamente agradecido.
Cuando ya me disponía a subir mis líneas, encontré
estas palabras del buen amigo Sergio Kanevsky: “el
básquet perdió a uno de sus Quijotes; falleció Osvaldo Ricardo Orcasitas; el
constante hombre que hizo realidad los molinos de viento, esos que le dieron
energía eólica al básquetbol argentino; apasionado, curioso insaciable, buzo
que se sumergía en las páginas profundas de nuestro adorado juego, para obtener
el dato que parecía remoto, pero que para Osvaldo, era la jurisprudencia de una
pasión; un irónico bondadoso, un hombre querible, que en el básquet, encontró
su religión, su doctrina, su fe; gozaba, por
derecho inobjetable, de "la" primera pregunta, en cada conferencia de
prensa; extrañaremos su presencia, seguirá estando, aunque no nos demos cuenta,
aunque no lo advirtamos, en cada pibe, en cada punto cardinal, en cada
Generación Dorada; porque si esta existió, uno de los grandes responsables, uno
de los "culpables", de esta fiebre dorada, fue O.R.O! Te buscaremos
sin encontrarte, te encontraremos, en cualquier parquet!”.
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