viernes, 20 de febrero de 2015

¡Adiós ORO!

Llegue a mi casa con un arsenal de cosas para escribir, las novedades del día fueron muchas e intensas, pero me encontré con la noticia del fallecimiento de Osvaldo Ricardo Orcasitas, a quien todos conocimos por sus iniciales, ORO, y ello me enfrió.


Cuando era un muchacho, apenas salido de las aulas del Colegio Dominicano De La Salle, poco después del meridiano de los 12 años de Joaquín Balaguer, mantenía una extensa actividad epistolar con cientos de personas, básicamente existía un interés filatélico. Ello merecía frecuentes viajes al Palacio de Correos en lo que hoy es la Plaza España, frente al Alcazar de Colón.

Pronto se agregó una parada en la Casa Cuello para comprar papel, lápiz, libretas y sobres para las cartas; apenas entraba todos los dependientes conocían mi camino y lo que requería. Se añadió periplos por las librerías de la zona, pero también me convertí en asiduo comprador de las revistas deportivas en Recuerdos Dominicanos y donde Macalé.

En esos tiempos la argentina El Grafico era una “viga”, no siempre llegaba, pero cuando la encontraba la llevaba.

El baloncesto se escondía entre las páginas interiores, allí aparecía la firma de Orcasitas. También ilustres periodistas argentinos como Julio Emilio Pasquato (Juvenal), Osvaldo Onofre Bramante (Osvaldo Ardizzone), Carlos Fontanarrosa; aquello era un manjar, un dulce de leche donde el futbol era prioridad. Un total de 44 deportes han aparecido en su tapa en sus casi 100 años de existencia.

Leer El Grafico, como se recoge en su historia, es sumergirse en la intimidad de los grandes deportistas, vibrar con sus logros legendarios, conmoverse con el recuerdo de aquellos que trascendieron en su tiempo, ilusionarse con la fortaleza que destilan los nuevos talentos. Leer El Grafico, en definitiva, es mimetizarse con el deporte mismo.

Conocí a Osvaldo desde mi primer viaje a la Argentina, allá en el 1984; hombre preparadísimo, curtido en las lides del deporte y más del baloncesto al que amaba profundamente. Era un verdadero maestro y gozaba de una facilidad de expresión única. Los temas eran inacabables.

Era la época donde arrancaba la Liga Nacional de Baloncesto que él y un inolvidable León Najnudel llevaron adelante con el concurso de otros interesados. Una idea que había traído José María Cavallero desde España, lanzada en 1982 en el local de la Sociedad Distribuidora de Diarios, Revistas y Afines de la Capital Federal, que terminó otorgando una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos y el reconocimiento de toda la humanidad. Decía una crónica que encontré ayer: “su prédica nunca claudicó, y cuando conoció la idea de federalizar el país con una competencia única, se puso a las órdenes de Najnudel, totalmente desinteresado, o más bien con un sólo propósito, apoyar la idea de popularizar el deporte que tanto amó”.

Para él, el oficio era una alegría y en El Grafico se hizo casi imprescindible, siempre mantuvo una enorme
integridad. Entre los periodistas jóvenes de Argentina, de diferentes provincias, era toda una leyenda viviente; se notaba la reverencia hasta un maestro de la palabra escrita. En su accionar parecía que desplegaba todo el simbolismo de la poesía, sus notas contenían lujos de detalles y daba la sensación de que el lector formaba parte del relato.

En años recientes mantuvimos un constante intercambio de correos electrónicos. Nunca pensé que mis escritos y mis reiteradas denuncias sobre el baloncesto dominicano concitarían su atención. Gesto que agradezco infinitamente y corresponderé hasta el final de mis días.

Desde este impredecible Caribe, lleno de luz y de azul, mi humilde homenaje a un hombre sin maculas.

Ese esfuerzo convertido en joya periodística llamada Básquet Plus señalaba en su edición (Feb.19.2014): “el básquet argentino quedará eternamente agradecido.


Cuando ya me disponía a subir mis líneas, encontré estas palabras del buen amigo Sergio Kanevsky: “el básquet perdió a uno de sus Quijotes; falleció Osvaldo Ricardo Orcasitas; el constante hombre que hizo realidad los molinos de viento, esos que le dieron energía eólica al básquetbol argentino; apasionado, curioso insaciable, buzo que se sumergía en las páginas profundas de nuestro adorado juego, para obtener el dato que parecía remoto, pero que para Osvaldo, era la jurisprudencia de una pasión; un irónico bondadoso, un hombre querible, que en el básquet, encontró su religión, su doctrina, su fe; gozaba, por derecho inobjetable, de "la" primera pregunta, en cada conferencia de prensa; extrañaremos su presencia, seguirá estando, aunque no nos demos cuenta, aunque no lo advirtamos, en cada pibe, en cada punto cardinal, en cada Generación Dorada; porque si esta existió, uno de los grandes responsables, uno de los "culpables", de esta fiebre dorada, fue O.R.O! Te buscaremos sin encontrarte, te encontraremos, en cualquier parquet!”.

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