Un
maquillaje que se corre
Ramón Alexis García ha sido presidente de la Federación Dominicana
de Voleibol por espacio de 16 años; desde hace un tiempo la misma pasó a
llamarse Confederación Dominicana de Voleibol. En su dilatado reinado, la
selección femenina absoluta ha escalado un lugar predominante dentro de sus
pares en todo el globo terráqueo, mientras la masculina duerme en los brazos de
Morfeo.
García le señaló al periodista José Cáceres Veloz
(Hoy, Oct.11.2012): “el trabajo que hemos hecho aquí al frente de la Federación Dominicana
de Voleibol ha merecido la confianza de la mayoría de los presidentes de
asociaciones provinciales, quienes me han mostrado todo su apoyo, respaldo y
eso lo agradezco”. Ello debido a que en febrero venidero serán las elecciones
del organismo donde buscará un nuevo periodo, pero por lo menos tendrá de
frente al ingeniero Ramón Salcedo, quien ha anunciado sus propósitos.
Conocí a García a inicios de la pasada década,
apenas despuntaban el nuevo siglo y recuerdo su trato, nada considerado,
siempre me pareció una pantomima. En esos momentos me había acercado lleno de
empeños e ideas a los equipos del Club del Barrio Mejoramiento Social (BAMESO),
pero a pesar de lograr tres campeonatos en la rama masculina y buscar competir
en la femenina, nada se cristalizó; todo era perjudicial para la enseña más
tradicional del voleibol capitalino.
Aquella vez me pareció un pelele y lo sigo pensando;
un parche mal pegado en una entidad que empezaba a adquirir vuelos más allá de
nuestras fronteras; ser capaz de adherirse a los más obscuros despropósitos. El
tiempo, que siempre me ha dado la razón en todos mis escritos, me permitió
confirmarlo.
Mientras se realizaba la puesta en punto de los
Juegos Panamericanos del año 2003, el Comité Olímpico Dominicano (COD) lo
designó al frente de tres direcciones diferentes, en todas hubo que relevarlo
por no poder desempeñar un ejercicio eficiente. Una vergüenza repetida y un
ejemplo más de cómo se manejan ciertas instancias del deporte dominicano. La idea
que me quedó es que este ser es un bueno para nada.
Quizás podría argumentar que fruto de su trabajo ha
podido elevar la rama femenina hasta las más altas cumbres, pero no ha sido
así. Con todas sus virtudes y sus defectos, el proyecto de las damas ha sido
posible a la voluntad única de Cristóbal Marte. Liberado de esa carga y con ese
ejemplo de frente, García no ha sido capaz de orquestar un proyecto similar con
los varones, quizás menos ambicioso, quizás menos grandilocuente, quizás con un
impacto también positivo. No hay un solo evento de la disciplina que pueda
considerarse valido para el desarrollo de la misma.
El tradicional evento superior del Distrito
Nacional, espejo de la actividad de todo el país, exposición valida para los
valores de toda la geografía nacional, fue borrado de la faz de la tierra. Nada
ha existido en el horizonte y las esperanzas de cambiar de rumbo bajo su égida
es letra muerta.
Un presidente de federación debería ser capaz de
difundir y desarrollar su disciplina en todo el territorio nacional. García ni
difunde ni desarrolla nada. No hay un solo gesto para que su deporte salga del
anquilosamiento donde está, no construye un solo relato capaz de solventar una
gestión tan dilatada. Muy por el contrario, ha hecho que el voleibol dominicano
se coloque al borde del despeñadero ante su incapacidad de llevarlo por un
sendero diferente. Sin una pizca de error, su forma de gobernar revela que es
insípido, incoloro, inodoro, inexpresivo, frío, deslucido, un accesorio pegado
a una institución.
Para un nuevo periodo en la institución sólo podría
responder al casting de una teatralidad política, consciente o inconsciente;
inclusive hay miembros del propio COD que verían con buenos ojos que esta
figurilla continuara al frente del voleibol dominicano. Hace muchos años en la quincallería
de mi familia, en Santiago, vendían unos adornos a los que se les llamaba biscuit y creo que eso es García. Un biscuit.
Los
símbolos son herramientas de comunicación de potente impacto y necesarios
para cualquier gestión. Los acabados trajes de Cristóbal Marte, la dirección de
Nelson Ramírez en el Centro de Desarrollo, la impecable presencia de Milagros
Cabral, el espíritu cervecero de un Christian Cruz, enviaron a la sociedad un
mensaje más penetrante que varios discursos. Pero estas imágenes pasan a ser
altamente autodestructivas cuando el propio emisor confunde su construcción con
la realidad. García jamás ha sido una cara moderna como desplazamiento de la
juventud y cosmopolita como desplazamiento de la buena presencia, para
disimular lo viejo, lo antiguo y silvestre o tosco de los incondicionales.
Política
deportiva y teatro comparten orígenes comunes, pero no son la misma cosa.
El
mantenimiento de García al frente del voleibol dominicano es otro paso de
retroceso pata la actividad deportiva nacional. Las sonrisas fotogénicas de este
actor de segunda comenzarán a lucir como un maquillaje corrido que en lugar de
embellecer la cara de la federación la hará lucir más afeada aún, como sucedió
con el fracasado lifting que cada vez pretenden realizar los políticos en busca
de votos.
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